viernes, 9 de diciembre de 2022

Joy Crookes. Skin

A punto de cerrar 2022 en mi casa todavía tienen un espacio predominante unos cuantos discos que me volaron la cabeza el año pasado. Uno de los más destacados sin duda es Skin, espectacular y super especial debut de Joy Crookes una joven de tan sólo 24 años con una carrera más que prometedora por delante. Este álbum se sitúo entre los cinco primeros puestos en el Reino Unido y eso ya de por sí solo me parece una gran noticia. Que un disco tan diferente, valiente e inspirado como este venda así de bien es definitivamente un subidón. 

En el Reino Unido el debut de esta chica ha sido saludo por algunos con una algarabía similar a aquel tremendo Back To Black de Amy Winehouse. Y puede parecer una comparación exagerada y que le puede crear más problemas que beneficios a Jay Crookes pero lo cierto es que a pesar de tener algunos puntos en común, Skin es un álbum con entidad propia, deliciosa, que coquetea con el jazz, elementos pop, mucha raigambre soul y con un toque moderno sin perder ni un ápice de esencia y con el objetivo bien calibrado en lo más importante de cualquier disco: las canciones, supremas unas cuantas.

El disco me lo descubrió Su que tiene la sana costumbre de pinchar novedades en el trabajo. En este caso le llamo la atención la portada, llamativa sin duda. Y como todo forma parte del arte. Un acierto sin duda. Pero lo relevante está al dejar caer la aguja en el vinilo. La sorpresa fue mayúscula desde el principio. Las primeras escuchas fueron apoteósicas y las centenares que han venido después mantienen el disco en lo más alto. Esta chica, insultantemente joven tiene una personalidad aplastante y si tuviese que compararla con alguien que tiene ese toque único esta no sería otra que Nina Simone. En mi cabeza existe una conexión ineludible entre estas dos damas a las que separan muchas décadas de distancia pero una característica común: la capacidad de crear canciones mágicas interpretadas con un duende único. 

La primera canción que me mostró Su fue When You Were Mine. Uno de esos singles para toda la vida, una canción repleta de buenas vibraciones en la que desde el principio ya me llamo la atención la peculiar voz de Jay Crookes, una elegante a más no poder sección de viento, sin ni una estridencia y dos instrumentos vitales a lo largo del disco el bajo y el piano. Ni se las veces que vi el vídeo de esta canción hasta que tuve el álbum completo y entonces comencé a deleitarme con todas las canciones del disco. Ese inicio enigmático con I Don´t Mind tal vez no sea la canción más fácil para iniciar el disco pero es sumamente atractiva y termina con un excelente solo de saxo a cargo de Harvey Grant. A mi me resulta hipnótica. Al igual que 19th Floor que comienza con un preciso arreglo orquestal y en la que la música que envuelve al tema es sencillamente sublime con especial protagonismo para Blue May un multinstrumentista que también es el responsable de la mezcla y la producción del álbum. 

El disco tiene canciones bailables, irresistibles con una clara vocación soulera como Poison, Trouble, Kingdom o Wild Jasmine que en un mundo medianamente cuerdo deberían ser las canciones que sonasen en las discotecas con clase.  No puedo dejar de mencionar al bajista Rob Mullarkey cuyo trabajo me flipa en dos temas: Poison y Trouble. Igual de destacable son los coros de Vula Malinga, Ladonna Harley Peters y Sherrelle McKenzie que le dan un aura tremenda al tema Power. De hecho el álbum se cierra con tres temas muy tranquilos donde el piano adquiere especial relevancia: Skin, Power y Theek Ache. En esa línea y para mí un tema que define perfectamente el espíritu del disco está To Lose Someone donde de nuevo el piano en este caso de Sam Beste es fundamental y la interpretación de Joy sublime. Al igual que Outside Child de Allison Russell uno de los discos más especiales que he escuchado en mi vida.