Gregory Peck siempre se encargó de recordar en todas sus entrevistas que su papel favorito en el cine fue el que encarnó en Matar a un ruiseñor. En aquel film dirigido por Robert Mulligan y basado en la única novela de Harper Lee, Peck interpretaba a Atticus Finch un abogado que en un pueblo de Alabama se encarga de la defensa de un joven negro acusado de abusar de una chica blanca. La película es un canto a la tolerancia, un firme alegato contra el racismo y su mensaje es eterno. Pero más allá de los valores políticos y sociales (que el film los tiene) lo que más me gusta de la película es la descripción que hace de la infancia, de la suerte que puedes tener en esta vida si te tocan unos padres que te educan con cariño y con unos valores muy firmes.
La película está repleta de aciertos. Es imposible no caer rendido ante la interpretación de Gregory Peck. Atticus Finch es un personaje de carne y hueso, hay personas así, también mucho hijo puta suelto, sin duda, pero tipos como Atticus existen. Incluso es muy probable que por sintonía, vital y política, Gregory Peck pusiese mucho de sí mismo para encarnar ese personaje. Su interpretación le valió el único Oscar de su carrera y aunque los premios no signifiquen nada está claro que el tipo se lo merecía. Realmente da vida a ese hombre al que le vemos también en ciertos momentos solo, pensativo y echando en falta a su mujer, pero que todos los días dedica su tiempo a educar con cariño a sus hijos.
El film está contado desde el punto de vista de Scout, la hija de Atticus, que observa confundida como su padre decide aceptar defender a un hombre negro pero que irá comprendiendo que no hacerlo sería la peor de las decisiones. La voz en off de la actriz que interpreta a Scout, Mary Badham nos guía por un mundo visto desde los ojos de una niña que tiene la suerte de crecer educada por una gran persona. El mundo infantil está maravillosamente reflejado tanto por las interpretaciones de los actores (Mary Badham y Phillip Alford) como por las diversas aventuras que viven y que cualquiera que recuerde su infancia las sentirá como muy cercanas.
La película además de tener una indudable carga social y un mensaje abierto es muy divertida. Hay muchas secuencias entretenidas, sobre todo en el hogar de los Finch, con las típicas trifulcas entre hermanos y con la aparición del personaje basado en Truman Capote, a la que la autora Harper Lee conoció en su infancia. Además no sé si es por la fotografía, por la forma en que está rodada o por el ambiente en general pero siempre emparento esta película con La noche del cazador. En una te irías a cualquier sitio con Gregory Peck y en la otra pondría millas de por medio con Robert Mitchum. Ah, y la banda sonora de Elmer Bernstein es perfecta. Ahí va uno de las mejores secuencias de apertura de títulos de crédito de la historia y algunas sentencias memorables de Atticus Finch: