Entre finales de marzo y principios de abril The Hangmen se acercarán por estos lares en una extensa y totalmente underground gira que pasará por pequeños locales. Algo alejado del circuito habitual que seguramente cuente con poca promoción pero que seguro saciará a los que se acerquen a ver a este combo de Los Ángeles que lleva más de treinta años dando guerra frente a todas las adversidades que han sido muchas y de variada índole. Afortunadamente nada parece detenerles y en agosto del pasado año vía Acetate Records publicaron un pedazo de álbum que me tiene loco desde que lo pillé hace un par de meses. Se titula Cactusville y son apenas 35 minutos de música auténtica y absorbente en la que la banda liderada por Bryan Small da cuenta de auténtico punk rock y de su vertiente más cercana a la música de raíces. Y en ambos estilos salen triunfadores.
Siempre he leído sobre la conexión existente entre el punk y el country. Más a nivel de actitud que en cuanto al sonido pero pocos ejemplos se me ocurren mejor que The Hangmen para constatar que esa unión entre géneros a priori tan distintos no sólo existe sino que puede dar resultados encantadores. Al igual que Social Distortion o Supersuckers, The Hangmen tienen una inequívoca vertiente country o roots music y ambas conviven a la mil maravillas en este Cactusville. De hecho, el álbum está dividido en dos partes. En la primera se suceden uno tras otro cinco pelotazos punk rock cantados con la chulería y vehemencia habituales por Bryan Small y en la segunda con cambio de formación incluido, sin perder un ápice de fuerza, tenemos cuatro temas excelentes que podrían figurar en alguno de los mejores discos de Tom Petty o The Jayhawks.
Antes de comprar el álbum me lo escuché en el tubo a fuego durante varias semanas. A pesar de tener material para escuchar en el reproductor de cd o vinilo era tal el enganche que tenía a este disco que no he tenido más remedio que pillarmelo y escucharlo como tiene que ser: a toda pastilla en un buen equipo de música. Y es un puto placer poner a todo volumen Cactusville y dejarse llevar con el tema que da título al álbum que ya tiene las señas de identidad de la casa: esa muralla sónica que tejen Jimmy James y Bryan Small, un trabajo a las seis cuerdas super chulo, dos guitarristas que se retroalimentan. Estribillos potentes y guitarras punzantes guían a la segunda, Lookin´For Blood una canción redonda con los imprescindibles coros de Angeline Congleton (bajo) y el nuevo batería Jorge E. Disguster y con un final apoteósico, repleto de fuerza y mala baba.
Man In Black´s Hand pasa a engrosar desde ya el status de clásico en el repertorio de los angelinos. Un riff sencillo y efectivo a más no poder que se te incrusta a las primeras de cambio y una letra socarrona que hace referencia al gran Johnny Cash. En Nobody´s girl unos pequeños apuntes al teclado de Danny McGough, habitual de Social Distortion, le dan un toque perfecto a la canción que podría figurar sin dudarlo en aquel excelente Sex, love and rock´n roll de las huestes de Mike Ness. Death Valley cierra con toda la fuerza del mundo una cara A adictiva. Punk rock grueso y combativo plagado de guitarrazos y pequeños detalles que se aprecian con las escuchas.
En la cara B el protagonismo es para The Hangmen featuring the Best Western players. Bryan Small se rodea en estas cuatro canciones de otros músicos a excepción de Angeline Congleton que repite al bajo. Así adquiere protagonismo la pedal steel guitar de Jordan Shapiro, las guitarras eléctricas y acústicas de Rick Ballard y Hunter Crowley le da a la batería en estos temas más propios de una banda aferrada a la Roots Music pero con ese inequívoco deje punk apreciable sobre todo en las inflexiones vocales de Bryan Small.
Y si las cinco canciones de la cara A son tremendas todas las de la cara B no le van a la zaga. Cold Memory Blues es otro pelotazo country rock provisto de un riff encantador y en el que la pedal steel de Shapiro alcanza momentos estelares. Enganchado sin remisión a este tema. Don´t Count Me Out es una canción que podría encajar perfectamente en cualquier disco clásico de Tom Petty y eso en mi casa equivale a decir la puta liga suprema. Aquí las guitarras acústicas tienen mucho protagonismo y en un momento dado suenan stonianas total. Con el añadido de unos fantásticos arreglos y armonías vocales. Black Boots es hermana de la anterior. El mismo sentimiento arrollador, la misma emoción y de nuevo brillando de forma excelsa la pedal steel de Jordan Shapiro. Cierra de forma elegante Don´t Look Back. En esta cobra protagonismo el el teclado de John Goetchius, los punteos de Rick Ballard son excelentes y todo ello arropado por si fuera poco por unos delicados arreglos orquestales.
Va a ser muy jodido que pueda acudir a alguno de sus conciertos. Los que me pillan cerca son entre semana y es necesario vehículo. Podría robar uno pero necesitaría un conductor ja ja. Incluso había mirado ir a Pucela y de paso visitar a mi primo, la ocasión lo merecería pero cae un puto miércoles. En fin seguiré dándole duro a este apasionante Cactusville, volveré a poner a todo trapo Loteria y ya está de camino Metallic IOU. Si alguna de las fechas pilla cerca de tu casa y te gusta el rock´n roll directo y auténtico en tu cara no te pierdas a estos tipos.
2 comentarios:
Son un puto cañonazo. Yo les vi en direct hace años ... rock guarro pero con clase. Todos sus discos tienen algo. Este Cactusville es rebueno, si.
J Aybar: Es verdad, suenan sucios y pendencieros y a la vez tienen clase y sutileza. Unos putos cracks!!!!
Sex, love and rock´n soul
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