En cualquier caso hasta que eso suceda (si es que pasa) siempre es un placer sumergirse en discos tan especiales como Love, Death & In Between sin duda una de las rodajas más inspiradas de su ya extensa carrera a pesar de su juventud. Este disco contiene todas las facetas en las que la banda se desenvuelve con soltura con especial relevancia para un irresistible toque soul. Tantos años de carretera, grabaciones y diferentes experiencias han dado como resultado el que es posiblemente su mejor álbum y eso que el anterior Wolfpack también era buenísimo. El disco lo grabaron en una pequeña localidad de la Bretaña francesa y allí encontraron la inspiración perfecta para dar rienda suelta a todas sus inquietudes.
Leí en una entrevista contar a Pablo Van de Poel que el disco nace tras presenciar un sermón en Memphis en la iglesia de Al Green. Esa experiencia espiritual y musical le conmovió de tal forma que de alguna forma quería trasladar ese sentimiento a sus nuevas composiciones. Y lo ha logrado de forma sublime. El soul y el blues planean por todas las canciones. Algunas como Pure Love remiten a ese punto único que Al Green cultivaba de forma sin igual durante su estancia en Hi Records.
El álbum se abre con Nigh Train, divertida, trotona, perfecta para arrancar a toda mecha el disco y cualquier concierto. Un riff pegadizo y sencillo propulsado por la sección de viento a la que le sigue Heart Stopping Kinda Show otro de esos singles ganadores con un irresistible estribillo que cuenta con el falsete de Pablo Van de Poel que se luce tanto a la guitarra como a la voz en todo el disco. Claro que está mejor que bien acompañado por su hermano Luka Van de Poel a la batería y coros (magníficos por cierto) y por Robin Piso capaz de dar mil y un matices al órgano hammond. El disco está repleto de grandes canciones y de hecho no sobra una. Los coros y los teclados son fundamentales en los dos siguientes cortes, Will O´the Wisp y Jacky Go To Sleep rebosantes de funky soul. En esa tesitura se mueve Gilded (Ruin Of Love) uno de mis temas favoritos donde de nuevo los coros femeninos son fundamentales. Esas canciones que te atrapan de forma irremediable con cada escucha.
Por supuesto la banda ha ido un paso o vete a saber cuántos más allá con Rosita, dieciséis minutos frenéticos, un perfecto compendio de por donde se mueve sin ningún complejo la música de este trío holandés aquí muy bien acompañado en todo el álbum por Levi Vis (bajo), Hector Wijnbergen (piano, guitarra eléctrica y coros), Luca Simonelli (trompeta), Nick Feenstra (saxo), Isaac Mccluskey (trombone), Max Wilmink (percusion) y los coros femeninos maravillosos en todas las canciones de Kim Schulte y Diwa Meijman, de hecho es que en varias canciones el toque de Kim y Diwa es vital, distintivo, llevando las canciones más lejos que nunca. La sensación que tengo es que DeWolff están en el mejor momento de su carrera a la vez que pueden ir a más. Una locura.
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