El de James McMurtry es uno de esos casos en los que el músico en cuestión tiene mucho más prestigio entre los compañeros de profesión que entre el gran público. Jason Isbell, John Mellencamp, Steve Earle o Jackson Browne han alabado el trabajo de este tipo que ya tiene una larga carrera. Debuto en 1989 y The Horses and The Hounds es su décimo álbum de estudio. El primero que escucho y para gozo total me ha volado la puta cabeza. Generalmente los discos que me acaban emocionando lo hacen a base de escuchas pero éste de McMurtry me entró a la primera. Las sucesivas escuchas no han hecho sino incrementar mi pasión por este álbum que llena un hueco imprescindible en mi hogar; el de los outlaws con clase que se mueven por el country rock armados con grandes canciones y cantando con mala hostia, con dosis punk sus tonadillas. Un ejemplo perfecto y favorito eterno sería el I feel Alright de Steve Earle. McMurty se mueve con soltura en ese territorio ahora que míticos como Earle o Mellencamp andan en otras lides.
He llegado a este disco por la entusiasta y muy bien armada crítica que escribió Jordi Pudol Nadal en el Ruta 66 de octubre. Suelo chequear casi todas las reseñas y en esta me llamo la atención la portada. Leí el texto de Pujol Nadal y ante la entusiasta descripción busqué en el tubo el álbum. La emoción fue instantánea y eso es algo que no me suele pasar pero cuando sucede es una gozada. El que quiera un texto con enjundia y bien escrito que acuda a esa reseña o a la de Kepa Arbizu en El Giradiscos. Pero ya que me he puesto en este cochambroso blog voy a intentar juntas unas cuantas letras.
La chispa ha saltado desde la inicial Canola Fields que se abre con una soberbia guitarra acústica con un sonidazo a la que se le suman con ímpetu las eléctricas y una elegante base de teclados y acordeones. Pero no se me despisten. Se puede sonar desgarrador, con fuerza, con ese colchón sonoro. La cuestión es como abordas las canciones y McMurtry las ataca con firmeza. Un ejemplo perfecto de esto que escribo es la siguiente If I Don´t Bleed y la que da título al disco, The Horses and The Hounds que suena descomunal y en la que destacan unos coros femeninos la mar de bien puestos. Otra que me tiene loco es Ft Walton Wake-Up Call que tiene una cadencia como rapera que le queda molona a más no poder con guitarras poderosas y de nuevo los coros femeninos que elevan la canción a las cotas más altas. O What´s The Matter otro tema que podría estar perfectamente en uno de los brillantes discos que Mellencamp grabó en los noventa.
Todavía no tengo el disco original pero lo espero remediar pronto. Me informo en los créditos de Allmusic y compruebo que McMurtry ha estado bien rodeado. David Grisson (habitual de Mellencamp) a las guitarras, Kenny Aronoff a las baquetas o Bukka Allen a los teclados y el órgano. Todos hacen un trabajo perfecto acoplándose a canciones tan buenas como las mencionadas o esa tremenda Jackie que va creciendo de forma prodigiosa o ese espectacular final con Blackberry Winter. Leo en alguna reseña americana, concretamente en la de Allmusic que McMurtry por fin ha encontrado el armazón sonoro para sus brillantes textos. Se menciona que posiblemente sea su mejor disco. Ni idea, no he escuchado los anteriores pero ganas ya tengo porque éste me ha volado la cabeza. En bucle.
Pues eso. Desordenadamente, sin plan, escogiendo al vuelo e intentando acertar aunque nunca se sabe. Mi vida laboral se mueve por esos derroteros y más que nunca vivo a la semana, casi, casi al día. Tiene sus inconvenientes y también sus retos, pocas ventajas pero no me voy a quejar porque hasta ahora había tenido mucha suerte, así que estadísticamente tenía que venir la vuelta, si o si. Enganchar un par de bajas casi seguidas de dos años en total era apuntar muy alto y ahora toca enfangarse en el barro. Es el camino que he elegido y tenía claro que antes o después iban a venir tiempos más complicados. Pero no desespero y tampoco lloriqueo. Podría ser peor, como decía Igor en El Jovencito Frankenstein, podría llover. Joder que aquí diluvia. Veremos.
Uno de los aspectos más interesantes de mi anterior empleo era además de departir con frikis como el menda sobre literatura, cine o música descubrir innumerables joyas en esas disciplinas por el contacto con la clientela. Existía un innegable y atractivo feedback que te reportaba conversaciones sui generis y llevarte a casa material a mansalva para disfrutar. Si cobrase lo que en mi actual empleo y pudiese librar un par de fines de semana al mes firmaría con sangre estar hasta el fin de los días despachando cds y vinilos. Lo único es que no sé si habría alguien al otro lado ja ja. En fin no vienen mal estos desvaríos de un boomer acabado que a continuación va a dar la chapa con un disco de jazz. Toma esa. Abstenerse seguidores irredentos del trap y al autotune ja ja ja.
Lo primero que me atrajo de este vinilo fue su portada. Curiosamente no es la original ya que ésta pertenece a una colección llamada Jazz & Images en la que prestigiosos fotógrafos ceden sus instantáneas para las caratulas de la misma. Concretamente esta es de William Claxton que despegó con sus fotos de Chet Baker y que tiene un currículo excelente. La fotografía de este álbum me chifla. Me llamo la atención en cuanto me puse a rebuscar en la sección de vinilos de jazz de la FNAC. Había una oferta muy jugosa y me hice con unos cuantos clásicos incunables y algunos otros de los que no conocía nada como este disco que investigando un poco es, efectivamente, otra de esas piezas angulares en la historia de esta música.
Dos de los protagonistas de este vinilo fallecieron escandalosamente jóvenes en un accidente de tráfico. El trompetista Clifford Brown sólo tenía 25 años y uno menos el pianista Richie Powell. En su breve estancia por este mundo dejaron una peculiar y contagiosa forma de atacar sus instrumentos además de unas cuantas canciones deliciosas. En este vinilo aparecen tres de Clifford Brown (The Blues Walk, Daahoud y Joy Spring) y una de Richie Powell, Parisian Thoroughfare, a cual mejor. Este es el jazz que adoro. Está encuadrado en el estilo hard-bop. Pues muy bien. A fuego con el.
Tal y como yo lo aprecio aquí hay canciones. Sin duda está la brillantez de la ejecución. Pasmosa en el caso del célebre baterista Max Roach, una cantidad de recursos alucinante, perfecta en la de Clifford Brown que se entiende de lujo con el saxofonista Harold Land y absolutamente especial y delicada la de Richie Powell al piano. Sin olvidar el preciso trabajo del bajista George Morrow. Pero lo fundamental es siempre para el que esto escribe llevarse canciones irresistibles a los oídos. Las tres que compone Brown son perfectas. Y la de Powell, pues si este tipo sólo hubiese hecho eso en la vida su paso por este mundo ya habría sido más que brillante.
El álbum se abre de forma misteriosa, sugerente con un tema, Delilah que me encajaría perfectamente en una de esas gemas del cine negro. Es una canción imbatible en la que los cinco intérpretes tienen su momento sin que su pericia técnica diluya la canción. Invita a lanzarte con el álbum, perderte en él sin remisión. Parisian Thoroughfare arrasa con todo a su paso, aquí ya se produce el primer lucimiento imbatible a las baquetas de Max Roach y tiene mucho protagonismo el saxo de Harold Land en perfecta sintonía con las sutiles intervenciones de Clifford Brown a la trompeta. La canción arranca como un torbellino y no baja el pistón en ningún momento. El primer tema firmado por Clifford Brown, The Blues Walk cierra la primera cara. Y que me aspen si esto no se ha convertido en un clásico del jazz.
La segunda cara es tan buena como la primera y comienza como un ciclón con Daahoud donde la trompeta de Clifford Brown es la protagonista absoluta en perfecto entendimiento con el piano y el batería Max Roach. Sobre la sinergia entre estos dos colosos Miles Davis declaró que se retroalimentaban de tal forma que tras el fallecimiento de Brown el baterista Max Roach jamás volvió a interpretar de la misma forma. Dejando aparte esa consideración de Davis es un lujo disfrutar con el solo de batería de Max Roach en la mítica Jordu de Duke Jordan. Los dos temas que cierran el álbum son los más cortos y te dejan un sabor triunfal: What Am I Her For de Duke Ellington y If I Love Again de Murray y Oakland.
Ni que escribir tiene que una gira de Cracker por estas latitudes eleva mi espíritu hasta límites insospechados. Poder ver a una banda de ese calibre en un garito pequeño tipo Kafe Antzoki o Helldorado es un sueño húmedo para el autor de este cochambroso blog. He tenido la fortuna de verles en directo unas cuantas veces pero nunca son suficientes porque mi pasión por la música de estos sujetos no conoce límites. Y es que amigos Cracker en mi casa juegan en la liga de los más grandes. No habrán vendido tantos discos como los Rolling Stones, Pearl Jam o Tom Petty pero en mi hogar están en esa liga, insisto, en lo más alto. Hace mucho que no editan material nuevo pero será un placer escuchar todas esas canciones de discos tan atómicos como Kerosene Hat, The Golden Age, Gentleman´s Blues, Greenland, Forever, Sunrise in The Land of Milk and Honey o Berkeley To Bakersfield . Y parafraseando un post del Foro Azkena, Que jodidamente buenos son Cracker!!!
Hace tres semanas murió Pee Wee Ellis una de las piezas fundamentales en el sonido de los mejores discos de James Brown. Junto a Maceo Parker y Fred Wesley conformaba un tridente imbatible, el sueño húmedo de cualquier músico con un mínimo de gusto. Brown les supo exprimir de lo lindo y su contribución al eterno legado del Padrino del Soul fue fundamental, de hecho fue durante mucho tiempo el director musical de esa perfecta máquina de funk sudoroso e irresistible entre otras muchas cosas. Además de con James Brown, Pee Wee Ellis colaboró con Van Morrison, Ginger Baker o Ali Farka Touré y desarrolló su propia carrera en solitario. Incluso mi adorado Huey Morgan tuvo el placer de acompañarle en un bolo en el mítico Ronnie Scott´s. Música para mis oídos escuchar como el gran Pee Wee Ellis presenta a mi Fun Lovin favorito. Oh yeah!!!!!
Leo con tremenda algarabía y satisfacción entusiastas crónicas del paso de The Hangmen por estos lares. Se acaban de currar una gira por pequeñas salas por toda la península y se han encontrado con una parroquia entregada a su infeccioso rock´n roll. Así que por si no había quedado claro en la anterior entrada lo vuelve a repetir: ¡The Hangmen putos amos! No sé si había escrito que pocas bandas pueden presumir de haber publicado unas rodajas tan sabrosas en los últimos veinte años. Ah, pues sí, lo había escrito. No pasa nada, otra vez: Metallic IOU, We´ve Got Blood On The Toes Of Our Boots, Loteria, In The City, East Of Western y Cactusville. Por motivos laborales no he podido acudir a ni una cita y aunque tenía un enviado especial en Pucela encargado de pillarme el Loteria no lo llevaban en el merchan porque al parecer está descatalogado. Es un placer compartir con la chusma mi top seventeen favorito de esta infravalorada banda. En vena.
Jamás coparán la portada de ninguna revista ni aquí ni el extranjero y bien que se lo merecen. No son un hype. Llevan más de veinte años pateándose minúsculas salas por muchos rincones de Estados Unidos y Europa. Su éxito es que tanto tiempo después siguen en plena forma. Sin haber siquiera rozado el éxito continúan fieles al rock´n roll sin perder ni un ápice de fuerza. Nada de nostalgia ni gira conmemorativa de tal o cual disco (algo a lo que tampoco le haría ascos ja ja) ahora se presentan en unas cuantas fechas por estos lares para dar lustre a su último álbum de estudio, el fenomenal Cactusville. Como suele ser habitual lo harán en pequeños reductos pero seguro que se encuentran con pocos pero furibundos seguidores de su vitamínica música. No se me ocurre un mejor retorno a los shows en vivos que gozándola en una pequeña sala con esta banda pero mi desdichado horario laboral hace imposible que me encaje ni una miserable fecha. Por si no le he escrito suficiente, alto y claro: ¡The Hangmen putos amos! No hay tantas bandas que en los últimos años puedan presumir de rodajas tan inspiradas como la de estos tíos:Metallic IOU, We´ve Got Blood On The Toes Of Our Boots, Loteria, In The City, East Of Western y el mencionado Cactusville. Que no te digo que me lo mejores, iguálamelo, copón. En vena.