Han pasado veinte años desde que se publicó The Joshua tree, el disco que situó a U2 en el nivel más alto de su carrera, tanto comercial como artísticamente. Hasta aquel momento el grupo irlandés gozaba de un amplio respaldo popular pero este álbum los colocó en la liga de los más grandes. Esa en la que te conoce todo el mundo, incluida la gente a la que no le gusta la música. En la que tú música suena en todas partes y a todas horas.
Y transcurridas dos décadas sigue siendo el mejor disco de U2, una maravilla de principio a fin. Uno de esos trabajos en los que todo encaja a la perfección. En su día fue calificado como el álbum americano del cuarteto irlandés. Las referencias a EE.UU se veían en la portada (tomada en el desierto californiano), en la temática de algunas letras: Bullet the blue sky o In God´s country y en un sonido que aunque personal tomaba la esencia de la mejor música americana: blues, soul, country y folk.
El disco se inicia con la impresionante trilogía Where the streets have no name, I still haven´t found what i´m looking for y With or without you, tres canciones que se incrustaron en el imaginario colectivo con fuerza y que veinte años después siguen sonando tan frescas como entonces. Además de unas extraordinarias canciones, U2 se apoyaron en la sabia producción de Brian Eno y Daniel Lanois.
Pero hay mucho más, mi favorita siempre ha sido One tree hill, una delicia dedicada al asistente personal de Bono, Greg Carroll fallecido un año antes. O Exit, una de las canciones favoritas de Axl Rose, un tema de corte más experimental, con unos crescendos sublimes y una guitarra de The Edge portentosa. La cara b del disco, no tan sobreexpuesta como los que fueron singles es reveladora del momento inspirado que vivían Bono, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen Jr.
Lamentablemente, U2 se han convertido en un grupo complaciente, de escaso interés, con un Bono pasado de vueltas y alejados de la musa inspiradora que les llevó a obras tan antológicas como The Joshua tree, Rattle and Hum o Achtung Baby. Pero, no importa cualquier momento es bueno para poner el vinilo de The Joshua tree y disfrutar de la música de un grupo en estado de gracia. Y jamás me he cansado de escuchar a mi tío sus batallas sobre el mítico concierto que el grupo irlandés dio en un abarrotado estadio Santiago Bernabeú el 15 de julio de 1987. Eso si que debió ser la hostia.
Y transcurridas dos décadas sigue siendo el mejor disco de U2, una maravilla de principio a fin. Uno de esos trabajos en los que todo encaja a la perfección. En su día fue calificado como el álbum americano del cuarteto irlandés. Las referencias a EE.UU se veían en la portada (tomada en el desierto californiano), en la temática de algunas letras: Bullet the blue sky o In God´s country y en un sonido que aunque personal tomaba la esencia de la mejor música americana: blues, soul, country y folk.
El disco se inicia con la impresionante trilogía Where the streets have no name, I still haven´t found what i´m looking for y With or without you, tres canciones que se incrustaron en el imaginario colectivo con fuerza y que veinte años después siguen sonando tan frescas como entonces. Además de unas extraordinarias canciones, U2 se apoyaron en la sabia producción de Brian Eno y Daniel Lanois.
Pero hay mucho más, mi favorita siempre ha sido One tree hill, una delicia dedicada al asistente personal de Bono, Greg Carroll fallecido un año antes. O Exit, una de las canciones favoritas de Axl Rose, un tema de corte más experimental, con unos crescendos sublimes y una guitarra de The Edge portentosa. La cara b del disco, no tan sobreexpuesta como los que fueron singles es reveladora del momento inspirado que vivían Bono, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen Jr.
Lamentablemente, U2 se han convertido en un grupo complaciente, de escaso interés, con un Bono pasado de vueltas y alejados de la musa inspiradora que les llevó a obras tan antológicas como The Joshua tree, Rattle and Hum o Achtung Baby. Pero, no importa cualquier momento es bueno para poner el vinilo de The Joshua tree y disfrutar de la música de un grupo en estado de gracia. Y jamás me he cansado de escuchar a mi tío sus batallas sobre el mítico concierto que el grupo irlandés dio en un abarrotado estadio Santiago Bernabeú el 15 de julio de 1987. Eso si que debió ser la hostia.
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