jueves, 6 de septiembre de 2007

Lynyrd Skynyrd, más allá de la etiqueta sureña

Las etiquetas en el mundo de la música han servido y todavía sirven para vender el “producto” mejor. Es cierto que en ocasiones ayudan, otras, sin embargo no son nada más que una pequeña pincelada del rico mosaico. Así, es fácil, aunque un tremendo error, caer en juicios tipo: Kiss son heavies, The Beatles son unos poperos blandengues o también muy común meter en el mismo saco, por ejemplo en el grunge, a bandas tan diferentes como Alice in Chains, Pearl Jam o Screaming Trees.

A veces es la imagen, otras una canción determinada la que hace que los grupos sean metidos en estilos que aunque tocan no son su sustento principal. Uno de los más injustos me parece el caso de Lynyrd Skynyrd. Rock sureño. Si, de acuerdo. Eso y mucho más. Un grupo con esa trayectoria hay que escucharlo en profundidad. Sólo así te percatas de que eran capaces de sonar fieros, fieles a los patrones sureños y a la vez tiernos melancólicos, blueseros, acercarse incluso al country con maestría.

No creo que a Van Zant y cía les resultase muy molesto que se les colgase el cartel de rock sureño broncas allá donde iban. Sin duda estaban más preocupados de grabar canciones que desde las raíces blues y country pasarían a formar parte de la historia del rock´n roll con letras bien mayúsculas. Y es que de 1970 a 1977, hasta la muerte del gran Ronnie Van Zant, la discografía de Lynyrd Skynyrd es intachable. Una buena forma de comprobarlo es hacerse con la caja The Definitive Lynyrd Skynyrd Collection editada por Universal en 1991. 47 clásicos imperecederos y una presentación exquisita, con un bonito libreto de 62 páginas. Pues eso, Lynyrd Skynyrd, más allá de la etiqueta sureña.

domingo, 2 de septiembre de 2007

Sarah Vaughan: Jazz Sessions 1944-50

Algunos días te levantas con la imperiosa necesidad de escuchar un disco. Por la noche has estado soñando con una determinada música y las melodías de ese álbum acuden a tu cabeza una y otra vez. Entonces, lo primero que haces nada más levantarte es poner el disco en cuestión. Y compruebas con regocijo que la magia sigue ahí, que alguna música te acompañará toda tu vida.

Este domingo en el que el sol no se decide a salir, en el que la criatura que esperamos se lo está tomando con calma, este día, me acompaña la dulce y a la vez vehemente voz de Sarah Vaughan acompañada de, entre otros, Miles Davis, John Coltrane, Dizzy Gillespie, Ben Webster, Max Roach y una representación de los mejores músicos de jazz de los años 40.

El disco recopila grabaciones de un periodo mítico en la historia del jazz. Son canciones como East of the sun, No smokes blus, Lover man o All too soon cantadas con la maestría de Sarah, una cantante capaz de pasar de registros graves a operísticos con una facilidad pasmosa. Puedes escuchar la más dulce de las voces y al poco una voz barítono que impone. Le apodaban La Divina y no les faltaba razón.

Junto con el Bone Machine de Tom Waits y una jarra de Nueva York, Susana me regaló, Sarah Vaughan Jazz Sessions 1944-1950 en unas navidades de hace unos años. Es una suerte que con quien compartes tu vida se preocupe por ti en todos los sentidos y te haga regalos como estos. Muchas veces hemos escuchado juntos estas canciones y hoy también entre el liquido amniótico las ha escuchado Unax.

domingo, 26 de agosto de 2007

New Orleans forever!

Ayer fui al Teatro Arriaga en Bilbao a ver La Revista negra una comedia musical dirigida por Jérôme Savary. Creo que es la cuarta vez que voy al teatro en mi vida y salí pletórico tras asistir a una representación divertida, entusiasta y que te hace pensar.

La función arranca en las jaulas del zoo del Jardin des Plantes, donde en 1932 tuvo lugar una exposición sobre las tribus africanas que visitaron más de un millón de personas. En la siguiente escena pasamos a New Orleans en 2005. En las ruinas de la ciudad nos encontramos con un pianista de jazz y un cantante de gospel que buscan sus pertenencias bajo el agua. A éstos se les suma un productor de espectáculos francés que está buscando a una nueva Joséphine Baker.

Josephine Baker fue la protagonista de La revue nègre, un espectáculo estrenado en París en 1923. La cantante aparecía con un cinturón de plátanos secundada por músicos de jazz y bailarines afroamericanos. En aquella época en el Estado francés a diferencia de en Estados Unidos no regían las leyes que impedían a la población negra entrar en bares y el espectáculo de la Baker era recibido con entusiasmo por los parisinos.

La función dirigida por Savary es un es un compendio de la historia de la música negra, la esclavitud y las diferencias culturales entre Francia y Estados Unidos. Se pueden ver impresionantes números de claqué, blues, jazz o música africana. La coreografía es magistral y todos los números se hacen amenos. Mención especial merece el narrador, ese músico de jazz que está buscando su piano bajo los restos del Katrina. El actor Miquel Angel Ripeu lo borda, destacando su voz, tan importante en el teatro.

No me puedo olvidar del trasfondo social y político. Hay referencias a la situación actual de la población negra de New Orleans y a la política segregacionista que sufrió la población de color en EE.UU hasta 1956. Tanto a través el narrador como de las imágenes que se muestran en el decorado hay pinceladas sobre el Ku Klux Klan, Martin Luther King y las ruinas que provocó el Katrina.

Y qué decir de la música. En la representación suena ese jazz de New Orleans que levanta hasta al más frío de los seres humanos. Vitalista, contagiosa y deliciosamente interpretada esta comedia termina con una emotiva declaración de amor a una ciudad: New Orleans forever!

viernes, 24 de agosto de 2007

Sicko, una película de terror

No, no se trata de la tipica película plagada de adolescentes que en la habitual excursión conjunta para dar rienda suelta a sus hormonas van a ser aniquilados por un psicopáta con una hacha descomunal. Sicko es el último documental rodado por Michael Moore en el que se hace una peculiar revisión del sistema sanitario estadounidense. Y su visionado es aterrador.

Hasta ahora he visto todos los documentales filmados por Moore y hay que reconocer que el tipo sabe ser efectivo. No importa que en ocasiones recurra a la manipulación pura y dura o que en algún que otro momento le pueda el lado sensiblero. Para mi son más importantes otras cualidades, las buenas, que las tiene y sobre todo los temas que elige. En este caso se trata de un amplio muestrario de las "bondades" del sistema sanitario made in USA.

Así, vemos gente hipotecada de por vida al tener que hacer frente al seguro médico o enfermos crónicos de más de 70 años que tienen que seguir trabajando para pagar sus medicinas. Y estos son los afortunados. Otros, millones se quedan en el camino. Una niña muere porque una sala de emergencia hospitalaria se niega a atenderla al no cubrir el seguro de su madre los gastos médicos. A otro chico el seguro le pone mil y una pegas para no proporcionarle un tratamiento para el cáncer alegando que es experimental... Y también fallece.

El catalogo de atrocidades que se cometen en un sistema sanitario que deja a cerca de 50 millones de personas fuera de juego podría dar para rodar una serie sobre el tema. Lo curioso del caso es que en todas las películas y series que nos llegan del otro lado del charco rara vez vemos al protagonista sufrir desgracias de este tipo o ni siquiera pagar por la factura del hospital. Ese es un dato que siempre nos escatiman.

La parte que más polémica ha generado es la comparación de la sanidad en EE.UU con la de Canadá, el Reino Unido o Francia. Y el sarpullido ha salido con Cuba. Y aqui precisamente es donde tal vez el amigo Moore patina. Siempre se le va la mano vanagloriando algunas cosas que no creo que sean como el las presenta. Y después de ver todo esto, me cuesta creer que en un país como EE.UU, tan atractivo para mi en muchos aspectos, puedan suceder cosas como las que salen en el documental. Pero lamentablemente suceden. Espero ver pronto el que ha rodado Spike Lee sobre el Katrina en New Orleans. Otra bochornosa historia made in Usa. Qué pena.

lunes, 20 de agosto de 2007

Jamie Cullum

Aunque en Estados Unidos buena parte de la crítica le nombrase en su día el heredero de Harry Connick Jr. a Jamie Cullum no se le tiene demasiado aprecio por la vieja Europa. En cuanto a ventas arrasa a los dos lados del Atlántico. Pero patina con los entendidos del jazz. El chico es demasiado ligero, payasete incluso, con poco que aportar a ese mundo siempre tan pendiente de lo vanguardista.

Y como hace versiones de Jimi Hendrix o Radiohead pues ya la tenemos liada. Sin embargo, a mi me gusta. En especial su disco Twentysomething donde había unas cuantas canciones a la altura del gran Harry Connick Jr. Desde luego la música de Cullum, los arreglos que utiliza y la forma de interpretar me parece mucho más atractiva que la de Michael Buble, sujeto pedante donde los haya.

Ahora, como el tipo es bien parecido, causa furor entre las féminas y su actitud es bastante poco corriente en ese mundo, pues nada el despelleje está servido. Y es que eso de saltar encima del piano, aporrearlo de forma poco ortodoxa y demás florituras que se gasta Cullum no son ni mucho menos bien vistas en ciertos círculos. Y yo creo que hay reside su atractivo precisamente. En alejarse de la fórmula crooner, esa que con nulo acierto intenta emular Buble. Claro que tampoco es cuestión de compararle con Sinatra. No nos volvamos locos.

domingo, 19 de agosto de 2007

Salvation in lights

Llevo semanas totalmente sumergido en la música de Mike Farris. Hace apenas un mes escribí sobre él. Y por fin me he hecho con su nuevo disco, Salvation in lights. Me llegó el viernes desde NYC a un precio muy bueno: 9'5 euros. Por supuesto, y en clara contradicción con mi post sobre descargas, llevaba tiempo escuchandolo. Y es que como dice Tom Waits es tan fácil como robarle las flores a tu vecino.

Pero este lo tenía que tener en original al igual que su anterior obra, Goodnight sun. De Salvation in lights sólo puedo escribir que es una delicia. La voz de este hombre se apodera de las canciones. No importa que el tema sea archiconocido como Change is gonna come. ¿Cuántos intérpretes clásicos de soul han grabado esta canción? Da igual. La canta Farris y la lleva a otro lugar tan bello como en su día lo hicieron Etta James, Otis Redding o Sam Cooke. El disco está compuesto por cinco temas originales de Mike y siete versiones a cual más espectacular.

Por supuesto los músicos que le acompañan están curtidos en mil batallas, entre ellos Dave "Roe" Rorick (bajista de Johnny Cash) y unos coros femeninos y una sección de viento que nos hace viajar por el río Mississippi a New Orleans . El disco apenas dura 45 minutos e inevitablemente se te hace corto, muy corto. Así que cuando se termina vuelvo a poner Goodnight sun, su anterior disco y me doy cuenta de lo bueno que es, mejor incluso que éste. Y como Goodnight sun también dura poco recurro a lo que grabó con Screamin Cheetah Wheelies. Suena Magnolia, Hello from Venus, Father speaks...

Nada que no puedo parar y todavía quedan más discos de los Wheelies por escuchar dos directos y dos en estudio. Fantaseo con la posibilidad de que algún promotor se atreva a traer a este señor con su banda de Nashville, coristas incluidas por supuesto y podamos ver uno de esos conciertos inolvidables. Sigo soñando al ritmo de Can´t no grave hold my body down...

viernes, 17 de agosto de 2007

¡Felicidades De Niro!

Hoy cumple 64 años Robert De Niro. Hace tiempo que este actor neoyorquino se ganó el cielo para mi. A menudo veo las películas en las que fue mucho más que un intérprete. Y no me estoy refiriendo sólo a su particular modo de sumergirse en el personaje. Al fin y al cabo eso de engordar, adelgazar, volver a engordar y moldear su físico como si fuese chicle impresionaba más antes y hubo un tiempo en que incluso se puso de moda. Me refiero más bien a la pasión que hacía que De Niro renunciase a su caché para que Taxi driver se filmase como la quería Martin Scorsese. Por ejemplo.

O a cuando insistía de nuevo a Scorsese para rodar Toro Salvaje cuando el director italoamericano tenía la cabeza en otra parte. A ese De Niro me refiero. Alguien que ponía toda la carne en el asador en películas que se han convertido en clásicos. Al De Niro que filmaba con estilo propio Una historia del Bronx convirtiéndola en una entrañable película que no me canso de ver. Ese De Niro que todavía existe y al que no pueden sepultar unas cuantas comedias insulsas que no van a ninguna parte. Pues nada, De Niro, felicidades y que sigas implicandote en el cine. Nosotros lo disfrutaremos.