lunes, 12 de septiembre de 2016

Stephen Witt. Como dejamos de pagar por la música

En el año 2000 se vendió más música que nunca. La industria discográfica conoció su récord histórico al mismo tiempo que se hablaba del mp3 y del intercambio de música. Los jerifaltes del negocio se creían a salvo de la hecatombe o les daba igual mientras su sueldo estuviese garantizado.  El formato estrella era el cd y no había dudas al respecto. En poco tiempo se iba a quedar obsoleto. Incluso volvería el vinilo. Una época en el que comenzaron a proliferar los programas de intercambio peer-to-peer. Ya no se podían poner puertas al campo. 

Stephen Witt nos cuenta esta historia en How music got free (Como dejamos de pagar por la música) de forma concisa, exhaustiva y brillante. Hace acopio de todos y cada uno de los datos y elige a tres protagonistas activos en el desarrollo de los acontecimientos: Karlheinz Brandenburg, inventor de la tecnología que posibilitó el mp3, Doug Morris, jefazo de Universal Music Group y Dell Glover trabajador en una planta de cds de Universal desde donde filtró a la Red más de 20000 referencias. Witt se entrevistó con todos ellos y más actores de reparto para crear un libro en el explica la historia con de una forma irresistible. Parece una novela negra salpicada de humor e ironía por doquier. 

Witt estructura el relato en base a cada uno de los protagonistas y todos tiene su miga. Comenzando por Brandenburg y su equipo de investigación que logró comprimir el audio hasta el formato que se conoce hoy: el mp3. Además, según Brandenburg y su equipo la calidad de sonido se mantenía ya que el oído humano no puede percibir ciertos sonidos por mucho que ingenieros de sonido o músicos como Neil Young digan lo contrario. Por cierto, Young está casi sordo... Toda esa fase está explicada al detalle a la vez que se hace una semblanza fantástica de todos los implicados con descripciones cargadas de ironía y una retórica irresistible.



En lo concerniente a la industria discográfica las andanzas de Doug Morris darían para otro libro. Witt resalta la capacidad de este ejecutivo para olfatear los éxitos pero deja claro que la industria discográfica ganó los pleitos equivocados y desde su posición en lo alto de torre ninguneó a Brandenburg y su equipo. Había una posibilidad real de haber hecho las cosas de otra forma. Pero ningún sello de los grandes apostó por una alternativa al formato físico y lo que no existía por lo legal pronto fue pasto de internautas de todas las latitudes. Uno de los aspectos más chocantes de este punto es que la RIAA llevó a juicio a muchos consumidores que se habían bajado música. Lo hizo de forma aleatoria, sin criterio, y el resultado es que aunque pillaron a piratas organizados muchas demandas fueron contra amas de casa, niños, personas de toda índole que tan sólo habían conseguido música a través de su ordenador.

Pero la palma en esta historia se la lleva Dell Glover trabajador de Universal en la planta de Kings Mountain en Carolina del Norte. Dell comenzó como trabajador temporal y en una fiesta de la empresa a la que asistió se percató de que la música que sonaba en la discoteca no la conocía y cayó en la cuenta de que así era porque no se había publicado. Alguien había sacado el master de la planta. Dell, apasionado del hip-hop, entre otras muchas y variopintas aficiones, se dio cuenta del filón que había en el filtrado de cds a la Red, comenzó a enredar y pronto se convirtió en el más destacado proveedor de novedades para la plataforma RNS (Rabid Neurosis) además de vender cds y películas piratas antes de que todo quisqui se bajase música de la Red.

La evolución de este personaje es fascinante. Dell no tuvo reparos en filtrar miles de cds de la fábrica donde trabajaba de tal forma que en RNS se podía encontrar el último disco de Eminem o 50 Cent o cualquier novedad quince días antes de que se publicara. También cualquier disco de fondo de catalogo que el consumidor quisiera se podía conseguir. Dell burló los sistema de seguridad una y otra vez. Filtrar los discos le proporcionaba un subidón considerable y ser el primero era un reto que le fascinaba. 

El libro además me ha servido para conocer las andanzas de unos cuantos raperos ya que su auge y delirio sin parangón coincidió con el apogeo de esta historia. Vamos a despedirnos con uno de esos tipos que se hizo de oro cuando se vendían millones de copias, cds a mansalva:



jueves, 8 de septiembre de 2016

jueves, 1 de septiembre de 2016

Pink Floyd. Pulse

Una de las bandas que más escuchaba a principios de los noventa eran Pink Floyd. Les descubrí a finales de la década anterior gracias a mi tío Julio. Cuando iba al pueblo en verano y me montaba en su coche lo que sonaba el 90% de las veces era The Wall. Además, mi tío les había visto en Estadio Vicente Calderón en el 88 y hablaba maravillas de aquel show. No se cansaba de poner la dichosa cinta y al final acabó atrapándome. Después mi primo Oscar me grabó A Momentary Lapse of Reason, que tenía en vinilo y el directo del año posterior, Delicate Sound of Thunder que también tenía en ese formato y el veneno floydiano se acabo extendiendo. Profundicé más en su carrera y flipé con Dark Side of The Moon y Wish you were here. Eso sí, reconozco que jamás conecté con toda esa primera y esplendorosa etapa que según los puristas es lo más. Me sobra casi todo lo que he escuchado con Syd Barrett y prefiero mil veces que David Gilmour lleve la voz principal a que lo haga Roger Waters. Sacrilegio total para los sibaritas floydianos. Pero como no van a leer esto, allá películas.

El 25 julio de 1994 de chiripa tuve la fortuna de ir a verles en directo con mi tío Julio y Nuria. No era un concierto previsto en mi agenda. No estaba al alcance de mi maltrecha economía. Fui de rebote. Mi primo Oscar tenía la entrada pero compromisos laborales le impidieron ir y me dio la entrada. Yo en aquella época estaba a años luz del laboro. ¡Que buenos tiempos! A cambio le compré algún disco pero salí ganando de calle. Menudo truhán. 



He tenido la fortuna de asistir a centenares de conciertos pero en mi vida he escuchado un sonido tan perfecto como el de aquella noche. Precisamente de eso les acusan en ocasiones a Pink Floyd, de ser demasiado perfeccionistas, muy fríos, de que todo suena en su sitio... No sé... Yo aquella noche aluciné. Comenzaron con Shine On your Crazy diamond y perdí la chaveta por completo y sin drogas, algún porrillo, de acuerdo. Fue la combinación de música excepcional, un conjunto de luces como jamás he vuelto a presenciar y la excelente compañía de Julio y Nuria lo que me elevó a las alturas. Recuerdo con nitidez como a mitad de concierto o tal vez más, salió del medio del campo de fútbol una bola iluminada mientras sonaba no me acuerdo qué canción que me dejó flotando un buen rato. Mi tío que me observaba y se regocijaba mientras con la mirada me decía, lo ves, ya te lo decía yo que ibas a flipar....

En fin que todo esto viene a que hoy me he puesto Pulse un dvd que compré mientras curraba en aquellos chuscos almacenes cuyo nombre no mencionaré que recoge la gira de presentación de The Division Bell un apreciable disco que aunque no llega al nivel de sus grandes obras de los setenta yo no calificaría como basura como lo hizo el puñetero de Roger Waters. De hecho recuerdo que en el concierto de Donosti sonaron unos cuantos temas de ese álbum como High Hopes, Take it back o What do you want from me que al igual que On the turning away o Learning To fly o  a mi me sonaron a gloria y no desentonaron entre tanto clásico. 



En el dvd de Pulse, por cierto exquisito, se recogen unos cuantos temas de la era post-Waters más todos esos clásicos imprescindibles, canciones que no me cansó de escuchar nunca como Shine on your crazy diamond, Speak to me, Money, Time, The Great Gig in the sky o Wish you Were here. La calidad de sonido e imagen de este artefacto es lo que uno espera de una banda con fama de cuidar todo hasta el último detalle. Y ver aquello en directo fue todo un privilegio y una experiencia que no olvidaré jamás.




martes, 23 de agosto de 2016

Sturgill Simpson. A Sailor´s Guide to Earth

Hace un par de meses un amigo me indicó por whatsapp que me había grabado dos discos que creía me iban a volar la cabeza. Dado el historial con este colega se me pusieron los dientes largos. El día que me los pasó (Traveller de Chris Stapleton y A Sailor´s Guide To Earth de Sturgill Simpson) del primero me dijo que le parecía uno de los mejores cantantes que había escuchado en los últimos años y que estaba muy enganchado al disco. Y de Simpson me comentó que había grabado una de las rodajas más frescas y arriesgadas de los últimos tiempos. 

Mi primera impresión era que le gustaba más el de Stapleton, así lo percibí yo o tal vez pensaba que el de Chris Stapleton era más accesible a la primera que el de Sturgill Simpson. Tras el intercambio de rigor quedamos en que nos comentaríamos lo que nos había parecido el material. Eso fue un jueves y el sábado se dio la extraña casualidad que estuve sólo en casa con tiempo suficiente para paladear al volumen que quisiera ambos discos. Comencé con el de Stapleton y me gustó. Tal vez se me hizo un poco largo. Con el tiempo lo aprecio cada día más. Un álbum excelente. 

Me costó algo más entrar en el de Sturgill pero una vez lo hice no salí. Y sigo en un nube con este álbum. Tras el paréntesis vacacional lo he recuperado con más ganas si cabe. Sturgill Simpson ha grabado un disco sorprendente, repleto de jugosos matices y sin un tema de relleno. 39 minutos de música extraordinaria. Canciones que se hacen cada vez más grandes con cada escucha. La clase de álbum en el que la manida frase "gana con las escuchas" se queda corta, pero que muy corta. Cada vez que he puesto el disco le he reservado todo el tiempo, sin hacer otra cosa, siguiendo las letras y apreciando diferentes sonidos, gozando de la experiencia. 

Aquel sábado en el que dí al play por primera vez me quedé descolocado tras escuchar la voz de Sturgill los primeros segundos. Y confieso que la primerísima impresión no fue buena. Un inicio raruno que no presagia el volcán que se desató poco después. Welcome to earth (Pollywog) abre el disco de forma extraña. Esa toma de contacto en seguida se desvanece y salta por los aires cuando poco antes de llegar al minutos tres la canción da un giro con la entrada de la sección de viento. La irrupción de los metales sigue los cánones habituales y se va haciendo inmensa, incrustándose de forma original y elevando la canción hasta lo más alto. Los coros son los más chulos que he escuchado en mucho tiempo, el toque con el wurlitzer es definitivo....Noqueado. 

En contraste Breakers Roar es de las más suaves del disco y tampoco me engancho nada más sonar pero con el tiempo se ha hecho encantadora. Los arreglos de cuerda me tienen atrapado, vuelvo a ellos una y otra vez. El inicio es de una sutileza aplastante. La entrada de la steel guitar sobrenatural. Una pieza delicada perfectamente situada para que el impacto con el siguiente tema sea mayor. Keep It Between The Lines es pura dinamita. Nuevamente la sección de viento adquiere un protagonismo total con un candente solo de saxo que se hace irresistible. Los encargados de los metales son los Dap-Kings, certera elección. Sospecho que ambas partes habrán quedado más que satisfechas con tan estimulante colaboración. La voz de Sturgill se mueve con naturalidad con diferentes tonos y registros, sin que nada suene impostado. En este tercer tema me recuerda al mejor Van Morrison, que me perdone el colega que me grabó este artefacto que odia al puto huraño irlandés, ja,ja. Atención también a la guitarra que cruje de lo lindo en este tercer tema. Bravo por Laur Joamets que ni idea de quién es pero al que hay que felicitar por su excelso trabajo en todo el álbum.




Sea Stories ahonda en el parecido con el registro vocal de Morrison. Otra canción por la que el huraño vendería su alma al diablo. Aquí de nuevo la guitarra de Joamets se cruza a la perfección con la steel guitar de Dan Dugmore. Mención también para los coros a cargo del propio Sturgill y Miles Miller. En cuanto finaliza este tema se engancha con una más que sorprendente versión de In Bloom de Nirvana que va de menos a mucho más. Al infinito y más allá con una sección de cuerda perfecta y unos arreglos exquisitos. Esto es llevarse una canción a otro lugar tan estimulante como el original. Mucho grande style.

Brace For Impact (Live a Little) acaba por certificar que estamos ante un disco que salta por encima de la etiqueta country. No tiene ningún sentido catalogarlo así. El espíritu de los mejores Pink Floyd se apodera la canción de forma sublime. Imposible no mencionar otra vez al tal Laur Joamets. A sus putos pies, copón. Ay, ese final de tema... Qué locura. Para All Around You Sturgill se reserva la combinación más cool sobre la faz de la tierra entre sección de viento y cuerda. Una canción poderosa con una interpretación vocal exquisita que da paso a otra de las más calmadas, Oh Sarah que al igual que Breakers Roar gana con las escuchas. 

Para finalizar una pieza de esas que en mi mente es un rompe pistas. No se puede acabar un disco de forma más pletórica que como lo hace Sturgill con Call to Arms. Una invitación a desmelenarse a gusto. A mi la música de este sujeto me ha ganado por completo. Recuerdo una entrevista que leí en el Ruta 66 de enero en el que el tipo se mostraba en algún momento un poco mosqueado con la continua comparación que le hacían con Waylon Jennings porque al parecer los discos anteriores de este tipo son country. De momento ya está aquí también Metamodern Sounds in Country Music. No me he podido resistir. Y como se indica en la contraportada del álbum: TO BE PLAYED AT MAXIMUM VOLUME.






sábado, 20 de agosto de 2016

A Bronx Tale

Ni recuerdo cuantas veces he visto A Bronx Tale la primera película que dirigió Robert De Niro. No hay verano que no caiga de nuevo junto a otras como Uno de los nuestros, Atrapado por su pasado, Taxi driver o L.A. ConfidentialTodavía recuerdo cuando la vi en un Cine Club con mi aita por segunda vez después de que ese mismo año la descubriese en los extintos cine Capitol de Bilbao donde tanto a Susana como a mi nos voló la cabeza. Los años no hacen sino mejorarlas. Ahí va una de mis escenas favoritas de todos los tiempos. Yeah!!!


viernes, 12 de agosto de 2016

The Allman Brothers Band. Hittin´ the note

Es casi seguro que Hittin´the note que se publicó en 2003 sea el testamento sonoro de The Allman Brothers Band. Tras su edición la banda continuo con su actividad en directo pero no hay planes de que graben de nuevo. Y no se me ocurre un finiquito mejor, ciertamente insuperable. Un álbum al que el paso de los años ha hecho enorme, situándose muy alto en la discografía de la mítica hermandad sureña. De hecho no palidece para nada al lado de los discos del periodos clásico. 

La unión de talento no siempre da buen resultado. Aquí, sin embargo, la música fluye de forma armoniosa y al jefe Gregg Allman le secundan dos escuderos de lujo, tanto Warren Haynes como Derek Trucks son fundamentales y en este álbum brillan de forma especial. En el caso de Haynes me parece que tanto este disco como el mítico The Deep End de Gov´t Mule es con diferencia lo mejor que ha grabado en su prolífica carrera. Derek tiene un recorrido espectacular con Tedeschi Trucks Band

Hittin´the Note se va hasta los 75 minutos sin altibajos y con momentos realmente bellos. Canciones que se han convertido en clásicos de la banda por derecho propio como la increíble Desdemona, una de esas canciones que aglutina todas las virtudes de la banda de Atlanta. Una gozada en la que perderse una y otra vez. Sorprendente el nivel que alcanzan las composiciones de unos tipos que cuando editaron esto ya llevaban más de treinta años en el tinglado. Haynes es el compositor principal ya que exceptuando las versiones de Woman Across the river (Booker T Jones) y Heart of stone (Jagger/Richards) todas las canciones llevan su firma. Y el tipo va sobrado.


Los debutantes en la hermandad Oteil Burbridge (bajo) y Derek Trucks (slide guitar) tuvieron que flipar ante tamaño repertorio. Es decir, imagina que eres un músico joven y tienes la oportunidad de unirte a Allman Brothers, lo más seguro es que vueles alto en directo interpretando todos esos clásicos asombrosos que resisten tan bien el paso del tiempo pero que encima tengas la fortuna de grabar nuevos temas a la altura de la leyenda como Firing Line, Old Before my time, Maydell o Instrumental Illness que no tiene nada que envidiar a In Memory of Elizabeth Reed.... El final con Old Friend con Haynes y Trucks, mano a mano con las guitarras es un momento mágico en la historia de esta banda y curiosamente no hay ningún Allman original ahí... Joder, es tremendo. Un epitafio perfecto. Mejor dejarlo así, imposible mejorarlo. 


miércoles, 10 de agosto de 2016

On the Beach

Pasaron las vacaciones. Siempre cortas, siempre quieres más. Se está mucho mejor en la playa tirado que trabajando, donde va a parar. Pero hay que volver al redil, no queda otro remedio. Y contento. Los canijos pasándoselo pipa por la playa, jugando felices y nosotros relajados a más no poder. Sin reloj, sin móvil, con un par de piezas de fruta, cerveza fresca y buena lectura. Podría vivir en un eterno verano. 

En este par de semanas me he traído algo de música para saborear por las noches. Me he vuelto a maravillar con Revelator de Tedeschi Trucks Band, he pillado el punto a Made Up Mind y me gusta tanto como el anterior mencionado, le he dado el tiempo que se merece al Tiny Voices de Joe Henry,  y me ha flipado, he seguido volando alto con el Traveller de Chris Stapleton, vuelvo a alucinar con lo grande que es Hittin´The Note de Allman Brothers Band, me recorro la playa matutinamente en lo que dura el Live at the Harlem Square Club de Sam Cooke y en mi regreso he pillado con unas ganas tremendas A Sailor´s Guide To Earth de Sturgill Simpson. Yeah!! Buenas vacaciones al que todavía le queden.