domingo, 12 de agosto de 2007

El día que Tom Petty escuchó el Echo

De algunas miserias humanas, de la desesperación, de los conflictos han surgido a menudo algunas de las obras más brillantes en el mundo de la música. Me viene a la mente lo que comenta Bob Dylan sobre Blood on the Tracks. El judío de Minnesota no puede entender que nadie disfrute con esas canciones. Grabadas mientras se divorciaba de Sara es un disco especialmente amargo. De lo que para él fue una etapa muy dura nosotros escuchamos un disco portentoso.

Lou Reed grabó Magic and loss tras la pérdida de dos amigos víctimas del cáncer. Tonight´s the night de Neil Young fue registrado tras la desaparición de Danny Whitten y Bruce Berry, en el periodo más oscuro que ha vivido el canadiense. Los ejemplos son innumerables. Y es que sin duda los seres humanos sentimos una irresistible atracción por los artistas al borde del abismo, más cuando éstos plasman sus desgracias en monumentales bandas sonoras vitales.

En esta descripción encaja perfectamente Echo el disco que Tom Petty & Heartbreakers publicaron en 1999. El rubio de California pasaba por un penoso divorcio y las canciones tienen un corte melancólico y desesperado que apenas dejan aire respirable en el ambiente. Producido por el propio Petty y Mike Campbell con la ayuda de Rick Rubin, es una delicia, con un sonido resplandeciente, en el que puedes sentir cada nota como una leve caricia.

El propio Petty confiesa en Conversations with Tom Petty de Paul Zollo (desgraciadamente no editado en España), que hubo un tiempo en que prácticamente odiaba este disco. Jamás lo escuchaba porque pertenecía a un lugar demasiado oscuro en el que no se sentía cómodo. Cuenta que volvió a apreciar esas canciones cuando un día en el coche su actual esposa Dana le puso el disco y le dijo: ¡Escucha esto! El músico americano lo disfrutó y se dio cuenta de que era un gran álbum. Lo curioso del caso es que apenas recordaba ni el orden ni las letras de las canciones. Ahí va una de las más bellas…


One more night, God Ive had to fight
To keep my line of sight on whats real
One more day I fear Ive lost my way
I dont know how to say what I feel
Someone better hurry Im all alone
And I keep breaking down
Breaking down, you know?
No one ever taught me to be on my own
And I keep breaking down
Breaking down, you know?

One more night my eyes reflect the light
In the distance something bright appears
One more day its too hard to explain
What goes on in my brain is not clear

Someone better hurry Im all alone
And I keep breaking down
Breaking down, you know?
No one ever taught me to be on my own
Yeah and I keep breaking down
Breaking down, you know?

So hold on one more night
Hold out one more day
Hold on one more night
Hold out one more day

Therell be one more night and things will be made right
Again Ill hold you tight my dear
One more day and Ill collect my pay
And soon be far away from here

miércoles, 8 de agosto de 2007

Days that used to be


Me acerqué a la música de Neil Young gracias a Pearl Jam. Era el año 95. Vedder, Gossard y cia alababan a todas horas al canadiense en cada entrevista, en cada concierto, en todos los lugares... Hasta que terminaron ejerciendo de grupo de Young en Mirror Ball. Un gran disco con temas ya clásicos como I´m the ocean, Peace and love o Song X. Como tantas otras veces un grupo te lleva a otro y éste a uno nuevo en una deliciosa cadena que hace que el tiempo te parezca escaso.

Así pues, Mirror Ball fue el primer disco que me compre de Neil Young. Me hice con él en una feria del disco en el frontón de la Esperanza en Bilbao. A estos eventos suelen acudir muchos coleccionistas en busca de pequeños tesoros en vinilo. No era mi caso. Dinero escaso y a "conformarse" con pillar un par de novedades y con suerte comprar algún vinilo o single asequible a mi paga. Qué tiempos aquellos.

Al año siguiente invertí parte de mi primer sueldo en Ragged glory de Neil Young. Poco a poco fui profundizando en la vasta discografía de Neil. Una vez que empiezas te esperan momentos inolvidables con la música de este tipo. Ragged glory es sin duda uno de los más brillantes. Y estos días me viene a la mente una y otra vez un tema de este disco: Days that used to be. Una bonita y meláncolica reflexion del canadiense sobre la amistad y esos tiempos que no volverán.

People say don't rock the boat, let things go their own way
Ideas that once seem so right, now have gotten hard to say
I wish I could talk to you, you could talk to me
'Cause there very few of us left my friend
From the days that used to be.


Seem like such a simple thing to follow one's own dream
But possessions and concession are not often what they seem
They drag you down and load you down in disguise of security.
But we never had to make those deals
In the days that used to be.

Talk to me, my long lost friend, tell me how you are
Are you happy with your circumstance, are you driving a new car
Does it get you where you wanna go, with a seven year warranty
Or just another hundred thousand miles away
From days that used to be.

lunes, 6 de agosto de 2007

¿Tan importantes son los productores musicales?

Anoche veía la serie Seis grados ambientada en Nueva York que desarrolla la teoría de que cualquiera puede estar conectado a cualquier otra persona a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cuatro intermediarios. Con la mítica ciudad de fondo la serie se hace entretenida y poco a poco me va enganchando lo suficiente. Ayer incluso descubro una conexión curiosa. El productor George Drakoulias es el supervisor musical de la serie.

Drakoulias es junto a Rick Rubin o Brendan O´Brien uno de los productores discográficos más prestigiosos de las últimas décadas. Discos como Dust de Screaming Trees, Hollywood town hall de The Jayhawks, The southern harmony and musical companion de Black Crowes o por supuesto esa delicia titulada The Last Dj de Tom Petty & Heartbreakers llevan su firma. Casi nada. Pero en este caso, como en todos los demás ¿hasta dónde llega la influencia del productor? ¿qué parte del mérito se le puede atribuir?

Las declaraciones de los músicos pueden arrojar algo de luz sobre el asunto. Pero tampoco te puedes fiar de ellos porque son parte implicada. La lucha de egos suele estar presente en los estudios de grabación y todo el mundo quiere atribuirse el mérito. Los hermanos Robinson han hablado perrerías de Rubin, Screaming Trees casi acaban a leches con Drakoulias, si a Matt Cameron le hubiesen pedido que grabase su batería una vez más en cualquier canción de Superunknown se carga a Michael Beinhorn… La lista es larga.

Lo cierto es que escuchas que una banda esta grabando su material con un productor de renombre y ese hecho es destacado, sobredimensionado diría yo. Se da por supuesto que el sello Rubin, Drakoulias o en su día Spector son una garantía de que la música va a estar a la altura. Sin ir más lejos, Rick Rubin parece poco menos que va a rescatar a Metallica del agujero negro. Pero al final es lo de siempre si no hay un buen número de canciones nadie tiene una varita mágica para transformar temas mediocres en canciones inolvidables.

Todo esto no quita que la figura del productor discográfico sea importante. Sin ir más lejos y volviendo a Drakoulias no puede ser casualidad que este tipo haya estado involucrado en esos grandes discos. El secreto con él parece ser su perfeccionismo a la hora de grabar y que pide claramente al grupo qué le digan hasta dónde puede involucrarse. En el otro extremo hay unos cuantos casos de discos lastrados por una producción lamentable. Así que si parece que los productores son importantes y bastante además. Y por cierto Drakoulias sabe elegir y muy bien la música tanto en las series como en las películas en las que ha metido mano.

sábado, 4 de agosto de 2007

Neil Young, Tribeca y música a la servilleta

Me acuerdo de mis vacaciones de 2001 por un motivo muy concreto: las planifique para ir a ver a Neil Young a La Coruña. En buena compañía como siempre. En aquella época trabaja de freelance y pude elegir mis días de descanso.

Así en julio de 2001 tras un tortuoso viaje en autobús desde Bilbao llegamos a A Coruña Susana, Juancar y el que esto escribe. Nos encontraríamos allí con Robert y Laura y todos teníamos en mente ver un gran concierto de Neil Young. Bueno es quedarse muy lejos de lo que vimos.

El recuerdo más nítido que tengo es el comienzo con Don´t cry no tears y la voz de Neil perfecta, increíble. Siempre había pensado que el tipo andaba más bien corto de voz y fue una grata sorpresa comprobar que llegaba a todas las notas sobrado. El repertorio fue deslumbrante: After de gold rush, Hey,Hey,My,My (into the black), Powderfinger, Pocahontas... una delicia tras otra.

Otro aspecto que me impresionó y me sigue dejando perplejo es la vitalidad de este hombre. Es un sujeto que se mueve nervioso por el escenario, incluso de forma poco ortodoxa, su cuerpo es un continúo huracán que contagia al resto de la banda. Todavía lo recuerdo con nitidez y espero con ansias la próxima.

Tras el concierto me retiré al hotel y a sobar con el recuerdo de una noche especial. Al día siguiente recorrimos A Coruña a pie nos empapamos de la gastronomía local y por la noche había que buscar un bar a la altura de las circunstancias. Por mucho que esperes encontrar música que te entusiasme en un bar es difícil dar con uno a la altura. Pero nosotros lo conseguimos y con creces además: Tribeca en A Coruña. No me acuerdo de cómo se puede llegar lo que si tengo nítido es la música que escuché allí: Tom Waits, Royal Crown Revue, Rolling Stones, Black Crowes, Neil Young, Allman Brothers, Blind Melon, The Jayhawks….

Hasta aquí puede ser normal, aunque lo dudo mucho o al menos yo no tengo la suerte de frecuentar bares así. Lo que fue extraordinario fue la amabilidad del camarero. No recuerdo su nombre tal vez no nos lo dijo, de lo que me acuerdo es de que allí estábamos Susana, Juancar y yo. Al que le tocase iba a la barra pedía las consumiciones de turno: dos cervezas y una tila o agua para mí que estaba con gastritis, y además pedía una canción o dos.

No se en que momento de la noche comenzamos a escribir listas de canciones en las servilletas. Se la entregábamos y todo sonó esa mágica noche en Tribeca. Supongo que le caímos bien al tipo y además de responder a todas nuestras peticiones con entusiasmo charló con nosotros de música y cine. Por supuesto él también había visto a Neil Young. Le encantaba Tom Waits, el blues y el jazz. A la noche siguiente volvimos y cuando nos vio entrar puso a Blind Melon. La noche anterior Susana le había pedido un tema de esta banda y el camarero nos comentó que tenía el disco en casa. Definitivamente si vuelvo a A Coruña ya se en que bar me voy a pasar toda la noche.

sábado, 28 de julio de 2007

Holding on to you, Sananda o Terence como te llames

Que lejos quedan los tiempos en los que las voces negras cargadas de soul, funky y blues dominaban los charts y gozaban de prestigio. Hoy en día la mayoría de artistas negros que triunfan lo hacen en el campo del hip hop (un estilo que jamás me ha llamado la atención) y un pseudo soul que no se acerca ni de lejos a los grandes del género.

Y es que a diferencia del rock, que se ha visto relegado a un plano más underground pero en el que puedes encontrar grandes bandas todos los años, el soul prácticamente no existe. Y curiosamente los pocos artistas que se acercan a este estilo con pasión y buenas interpretaciones son blancos: Mike Farris, Joan Osborne, Detroit Cobras.

Si hay un artista que echo de menos en este desolador panorama ese es Terence Trent D´Arby ahora Sananda Maitreya. Por varias razones. Porque creo que todavía no ha grabado su gran obra, porque tiene una voz prodigiosa y porque se le adivinan muchas cualidades para dejar boquiabierto al mundo. Sin embargo, tengo escasa fe en que Sananda nos vuele la cabeza con un material incendiario. Al parecer ahora vive en Milan y los músicos que le rodean son poco más que correctos.

En esta tesitura deseas que este tipo se rodee de músicos competentes, se acerque a un productor de garantías y grabe una obra que signifique un puñetazo en la mesa ante tanto desfile de modelito. Tal vez tengamos que esperar a que tenga la edad de Solomon Burke o Al Green para que algún productor avispado se dé cuenta de que hay una mina esperando a ser explotada. Mientras tanto seguiré pinchando Holding on to you hasta el juicio final, una canción que resume perfectamente de lo que es capaz este chico.

miércoles, 25 de julio de 2007

Alta fidelidad para el insomnio

Anoche no podía dormir. Acidez estomacal. Insomnio veraniego. Una potente combinación de ambas. De modo que a eso de las tres de la madrugada decidí levantarme y dejar de dar vueltas en la cama.

Llevaba un rato leyendo cuando decidí ver de nuevo Alta fidelidad, la película de Stephen Frears basada en la novela de Nick Hornby. Recuerdo que en su día la vi en el Serantes Kultur Aretoa de Santurtzi y me encantó. Y desde ese día le tengo un cariño especial. Puede que no sea una gran película, que sea algo irregular pero como los discos de los Faces tiene un encanto especial y momentos muy divertidos.

John Cusack es el verdadero artífice de la película. Colabora en el guión, coproduce y protagoniza el film ubicándolo en su ciudad natal, Chicago. Se rodea de varios amigos y rinde tributo a los viejos discos LP de música pop de los años '60 y '70. Cualquier melómano asiduo de las tiendas de discos (las pocas que quedan) se sentirá identificado con el personaje de Cusack. Por supuesto la banda sonora está a la altura: The Velvet Underground, Marvin Gaye, Stevie Wonder, Bob Dylan, The Kinks...

El protagonista es un treinteañero que tiene una tienda de discos y hace repaso a su vida a raíz del último y más fuerte desengaño amoroso. Su novia le ha dejado. A partir de ahí la película se construye sobre recuerdos ligados ineludiblemente a la música. Rob (John Cusack) ordena sus discos de forma autobiográfica y continuamente hace listas de canciones y Lps con sus compinches de la tienda encarnados por Jack Black y Todd Louiso.

Los momentos más conseguidos de la película son los que reúnen en la tienda de discos a los personajes encarnados por John Cusack, Todd Louiso y Jack Black. Este último es el típico actor que adoras u odias. No hay término medio. Estoy en el primer grupo, algunos de los momentos más hilarantes los protagoniza él. Como ese en el que le suelta a un cliente ¿Cómo puede ser que no tengas el Blonde on Blonde? El cliente se queda estupefacto y Jack Black continúa diciendo: Tranquilo todo está bien, aqui lo tienes, mientras le abraza haciéndole ver lo importante que es ese disco.

Además de Cusack, Black y Louiso aparecen en papeles secundarios Lisa Bonet, Catherine Zeta Jones, Lili Taylor, Joan Cusack y el gran Tim Robbins en un papel muy cachondo. Pues eso, cualquier momento es bueno para volver a deleitarse con una película que muestra de forma entrañable la pasión que unos cuantos sentimos por la música. Al fin y al cabo ¿quién no le ha grabado una cinta con unas cuantas canciones especiales para una chica?

domingo, 22 de julio de 2007

Let´s get it on, porque el sexo es mucho mejor que la política

En 1971 Marvin Gaye lanzó un órdago al capitoste de Motown, Berry Gordy. Quería grabar un disco alejado de la imagen de baladista y fabricante de hits que tenía entre el público norteamericano. El sello ejercía un férreo control artístico sobre los músicos y todas las decisiones estaban supeditadas a unas directrices concretas. Sin embargo, Gaye fue valiente, retó a Berry Gordy a la sazón su cuñado y grabó un disco que plasmaba su preocupación por la situación política y social de Estados Unidos.

En aquella época la vida de Gaye era una continua fuente de pesares. Con su pareja, Anna Gordy (hermana de Berry), con la Motown, con la preocupación por la salud de su amiga Tammi Terrell que finalmente falleció por un tumor cerebral…Esta tumultuosa época coincidía en el acercamiento de Marvin Gaye a los afroamericanos que luchaban por la igualdad de derechos civiles y con la simpatía que tenía hacia otras corrientes de la contracultura norteamericana. El regreso de su hermano del Vietnam ejerció de catalizador para que Gaye publicase esa maravilla titulada What´s going on.

El disco supuso la ruptura definitiva con un sonido y actitud escénica anterior. Donde había reinado la balada y el pop (con excelentes resultados, por cierto) aparecen ahora preocupación política, la guerra de Vietnam y la ecología. Todo un choque para sus seguidores y sobre todo para Berry Gordy que vetó el proyecto. Finalmente Marvin Gaye se salió con la suya y What´s going on salió a la venta como él lo había concebido. Un sonido espectacular, bebiendo del jazz y nutriéndose de precisos arreglos orquestales. Una obra conceptual que triunfó en los charts americanos.

Dos años después, Marvin Gaye grabaría otro disco conceptual consagrado esta vez a algo mucho mejor que la política: el placer sexual. En este album, Let´s get it on (1973) lo deja claro en el libreto interior el propio Marvin: I can´t see anything wrong with sex between consenting anybodies. Maravillosa declaración de principios. Como lo es la música y la forma de interpretar de Marvin. Una voz carga de sentimiento nos introduce en el primer tema del disco Let´s get it on, en una atmósfera irrepetible. Mi comienzo favorito de todos los tiempos: I've been really tryin, baby Tryin to hold back these feelings for so long, And if you feel, like I feel baby, Come on, oh come on...Let´s get it on.

Las ocho canciones de esta delicia rebosan sensualidad, incomprensión y lujuria, mucha lujuria. Gaye lo consigue a través de unas letras explicitas en muchas ocasiones, mediante una interpretación vocal que viene de otro mundo, y gracias a un entramado sonoro maravilloso coproducido con Ed Townsend. Emocionantes solos de saxo, percusión juguetona y arreglos orquestales al servicio de la canción y no al revés.

En una de las muchas charlas sobre música una vez le pregunté a Carlos mi compañero en la tienda de discos cuál era su disco favorito de Marvin Gaye y me contestó: Let´s get it on porque el sexo es mucho mejor que la política. Estoy de acuerdo.