Me he propuesto hacer todas las reseñas que pueda de unos cuantos discos que me han flipado editados en este 2024 a punto de concluir. Hay mucha mandanga variada. Música para volar alto. Uno de esos discos que ha estado en constante rotación desde que se publicó el 19 de abril es The Concrete Jangle de Steve Conte. Sigo muy atento la carrera de este hombre desde que descubrí su álbum Steve Conte & The Crazy Truth al que le siguió el maravilloso NYC. Espléndidas canciones en ambos trabajos de un tipo que además de ser el guitarrista de la magnifica banda de Michael Monroe es un excelente compositor como demuestra en sus discos en solitario y en las canciones que firma para Monroe. Y aclaro que su música en solitario tiene algún punto en común con la Monroe pero es más la excepción ya que Conte se mueve en otros registros y no tiemblo al escribir que me gusta tanto su material como el de Monroe (y adoro a Michael).
Tal vez a alguno le pueda parecer exagerado que nombre a los Beatles como una de las influencias principales de este disco. Pero es que así lo siento. Cada vez que escucho este álbum me vienen a la cabeza los de Liverpool y eso es un tremendo piropo porque quiere decir que en los temas de este disco abundan las buenas melodías, los precisos arreglos y una interpretación vocal contagiosa, que hace que quieras saber que nos cuenta Steve en cada una de las canciones. Los primeros cinco temas del álbum están compuestas a pachas con Andy Partridge (XTC) que al parecer es un de los héroes musicales de Conte. Y el resultado de la colaboración es buenísimo.
Abre el disco de forma alegre y desenfadada 4 of July. Perfecta, directamente desde el estribillo. Curiosa forma de empezar sin perder un ápice de efectividad, todo lo contrario. La guitarra suena punzante y chulesca al igual que en Hey Hey Hey (Aren´t you the one). Son canciones con un enorme potencial comercial al igual que la tercera, Shoot Out the Stars y no digamos ya We Like It con ese contagioso estribillo y las guitarras reinando por todo lo alto. La joya de la corona en esta primera cara es One Last Bell. Aquí se siente la huella de los Beatles con esa trompeta El tema lo tiene todo. Se abre con el sonido de una campana y ciertos aires psicodélicos con la voz de Conte más sensual que nunca con la aparición justa y precisa de la trompeta a los cincuenta segundos que volverá después al avanzar el tema. Irresistible.
Motor City Love Machine es la canción más rápida y vacilona del disco, un efectivo número punk rock que se te queda a la primera. A continuación una de mis canciones favoritas de la discografía de este tipo; All Tied Up. Típica canción que te atrapa desde que suenan los primeros acordes. La interpretación vocal de Steve Conte es sublime sin hacer alardes. Es su forma de cantarla. De nuevo aparece en todo su esplendor la influencia de The Beatles en Decomposing A Song For You. Si la cara A ya me parece buenísima la B es directamente sublime con el regusto poderoso y triunfador que dejan Girl With No Name (tema que dan ganas de cantar a todas horas) y ese apoteósico final con I Dream Her, la canción más larga del álbum. De nuevo pienso en The Beatles y me chifla la forma de cerrar el tema y por el ende el álbum con ese poderoso sólo de guitarra.
Con la ayuda de Andy Partridge en las cinco primeras canciones y en solitario las otras cinco Steve Conte continúa inspirado a más no poder. Para dar lustre a este material es imprescindible resaltar la labor de la base rítmica con el veterano Prairie Prince a la batería y el inseparable John Conte al bajo y con el propio Steve haciéndose cargo además de voz y guitarra de múltiples instrumentos como piano, mandolina, sitar... De la batería de All Tied Up y Decomposing A Song For You se encarga Thommy Price y de la de Motor City Love Machine Brian Delaney. Desde que se editó el disco en abril lo he escuchado decenas de veces y no sólo no me canso sino que cada día lo disfruto más. Ojalá venga por estos lares para presentarlo. Ya tengo ganas de ver a Steve Conte en directo pero me imagino que tal y como esta el panorama será complicado.
Los domingos no están hechos para un concierto de rock´n roll y mucho menos sentados. Las cosas como son. El propio Ariel Rot comentó al comienzo del bolo que creía que nunca había tocado con el público apoltronado en sus butacas... Sólo al final y porque el propio Rot lo pidió nos levantamos de nuestros asientos a bailotear un poco. Y es que, el que no baile está muerto. Así lo canta Ariel en una de sus grandes canciones y estoy de acuerdo. En fin a pesar de esas circunstancias adversas Ariel y su banda ofrecieron un muy buen concierto de rock´n roll. No alcanzó el nivel superlativo de cuando le vi en el Dale CandELA Fest el pasado verano. Pero seguro que en eso pesan y mucho también las circunstancias.
A eso de las ocho de la tarde después de una exquisita selección musical de fondo salieron Ariel Rot (guitarra y voz), Ricardo Marín (guitarra y coros), Tito Dávila (piano, teclados, coros), Jacob Reguilón (bajo) y Pablo Serrano (baterista). La noche se abrió stoniana con el Vals de los Recuerdos fantástica canción que no me canso de escuchar en bucle si hace falta y que me parece el mejor de los comienzos. Lo mismito que me sucede con Hasta perder la cuenta con esos coros tan molones que te dan la vida. Cuando suena Adiós Carnaval Su se gira y me dice que bueno es y vaya banda. Esa es la sensación que transmite en directo la música de Ariel. Rock´n roll ejecutado con pasión, sin reservas, de forma contagiosa.
De su mítica etapa en Tequila sonaron dos clásicos de esos que siempre te apetece escuchar, Quiero Besarte y Rock´n Roll en la plaza del pueblo en clave blues. Y mola mucho así. Pero mis momentos favoritos llegaron con su material en solitario; Bruma en la Castellana, Geishas en Madrid, Vicios Caros, Baile de ilusiones... No podían faltar tampoco Dulce Condena, Milonga del Marinero, El CapitanyMe estas atrapando otra vez incunable de Los Rodríguez que no me canso de escuchar. Pero lo cierto es que podría acudir a un concierto de Ariel Rot y que sólo sonaran canciones de sus discos en solitario y saldría igual de contento porque creo que mucho de su material es tan bueno como por lo que posiblemente sea más conocido. El desmelene final mitigo un poco esa sensación de que la próxima voz por favor que quiten las butacas y que lo pongan un viernes o sábado por la noche, ja ja.
Hace unos años cuando colaboraba en una revista de rock de tirada nacional en uno de los números entrevistamos a Dan Baird. Fue uno de esos cuestionarios que se envían por ordenador. El redactor jefe me pidió algunas cuestiones para mandarle al bueno de Dan. La última de ellas era, ¿a quién te gustaría producir? Baird contestó que a Bryan Adams. Tal vez alguno se llevó una sorpresa en la This Is Rock pero los que conocen la trayectoria del canadiense saben que el amigo Bryan cuando se pone rockea de verdad. Tiene unos cuantos discos incontestables en ese aspecto: Cut´s Like A Knife, Reckleese Into The Fire. Verdaderas gemas rockeras que beben de las mejores fuentes posibles. Y en los tres discos hay también espacio para baladas soberbias. Me gustaría que eligiese temas de Into The Fire o Waking Up The Neighbours antes que baladas con las que no conecto de su trayectoria posterior pero todo no puede ser en la vida. Ja, ja.
En cualquier caso ayer acudí al Bec muy bien acompañado a disfrutar de la música de Bryan Adams. La última vez que le vi fue en Anoeta en 1996. Por lo que presencie ayer Bryan Adams está en una excelente forma. No le vi flaquear ni vocal, ni físicamente. El concierto comenzó a eso de las 21:10 con una presentación la mar de chula. Un coche que llevaba el lema de la gira So Happy It Hurts sobrevolaba nuestras cabezas a ritmo de Jerry Lee Lewis o Chuck Berry. Ahí está el nacimiento del rock´n roll. Y Adams siempre ha bebido de ahí por mucho que haya sazonado su trayectoria con baladas que nada tienen que ver con esos parámetros. Que también las tiene espectaculares (Victim Of Love, Native Son, Home Again)
El bolo se abrió a todo trapo con Kick Ass, Can´t Stop This Thing We Started, Somebody y 18 Til I Die con Bryan haciéndose cargo de bajo con esa forma tan peculiar, atacándolo a veces de forma casi punk...A continuación Please ForgiveMe me cortó el rollo. Qué le vamos a hacer. No puedo con esa canción. Pero a partir de ahí todo fue para arriba. Mis momentos favoritos fueron obviamente Kids Wanna Rock, It´s Only Love (intercalando What´s Love Got to do de Tina Turner), Run To You, Summer of 69 y Cut´s Like A Knife. Y también la gocé por inesperada con Take Me Back, redescubrí The Only Thing That Looks on Me is You y me encantó que rescatase Rock´n Roll Hell que en su día grabaron Kiss pero que es una composición de Bryan Adams y Jim Vallance.
De entre las baladas que abordó las que más me gustaron fueron la imprescindible Straight From The Heart armado con la armónica, me gustó la forma en que interpretaron Heaven un poco más rápida que su tempo normal, volví a disfrutar con When The Night Comes (al igual que la primera vez que le vi el 11 de diciembre de 1991 en La Casilla) y tanto Have You Ever Really Loved a Woman como All For Love me gustaron más en directo que en estudio. Para terminar el bolo, un extra que hasta ahora no había hecho en las demás fechas por Spain, una festiva versión de Can´t Take Me Eyes Off You de Gloria Gaynor. Ideal para una locaza como yo. El regusto es muy positivo, tanto que aquí estoy la tarde del sábado haciendo tronar Into The Fire e incluso Waking Up The Neighbours que hacía años que no pinchaba. Honor y gloria para Keith Scott excelso todo la noche a la guitarra solista, cumpliendo a la perfección Pat Stewart a la batería y Gary Breit al piano y teclados. Los vídeos no son míos, el colega Zorita si que tiene un móvil de altos vuelos. Ja.
Se acumulan las novedades discográficas a velocidad de vértigo. Es un gozoso no parar. Música de todo tipo, ávida para ser escuchada por seres inquietos como el menda. No me canso. Este año mi flamante Top Seventeen va a estar imposible. A veces se tiende a olvidar los lanzamientos de principios de año. La presencia de un disco que me ha gustado mucho en constante rotación en mi equipo de música se extiende durante un buen periodo de tiempo. Es más los mejores, los que me vuelan la cabeza se quedan para siempre. De momento Saviors de Green Day que se editó el 19 de enero de este año continúa por aquí alegrándome las mañanas. Es adictivo.
El álbum ha sido recibido por la mayoría de la crítica como el mejor disco de Green Day desde American Idiot, su punto culminante a nivel comercial. Asociados siempre al punk rock la música de este trío californiano tiene un inequívoco y contagioso toque pop. La mayoría de sus canciones tienen ese punto de que cuando las escuchas un par de veces se te quedan irremediablemente pegadas, como buena muestra los dos adelantos de este disco, The American Dream is KillingMe y Look Ma, No Brains!. Y tan buenas como estas dos unas cuantas que se mueven en ese territorio en el que están en perfecta armonía el punk rock y el pop. Bobby Sox es otra canción ganadora, destinada a ser un single rompedor.
Como suele ser habitual en estos tipos las letras son divertidas, sarcásticas y cargadas de malestar por la situación en la que se encuentra su país, un lugar tan fascinante como aterrador. No hay píldoras salvadoras ni soluciones sencillas, simplemente una descripción cargada de dardos contra un país en continuo estado de locura. Eso si desde una posición privilegiada. One Eye Bastard, Strange Days are Here To Stay, 1981 o Fancy Sauce son algunos de mis favoritos en cuanto a las letras y todas ellas son excelente en lo musical sin salirse del esquema antes mencionado, buen punk rock con toques pop. En la primera de las mencionadas me chifla como marca el territorio el bajo de Mike Dirnt, contundente y vacilón, guía perfectamente la canción.
Hay un par de temas que se salen con resultado más que satisfactorio de ese esquema que tan bien dominan Green Day; son la beatleniana Father To A Son con arreglos de cuerda incluidos y Goodnight Adeline, excelente balada tan efectiva como los temas más movidos. Puede que la carrera de Green Day haya pasado por momentos tediosos o con el piloto automático puesto como les sucede a los que llevan mucho en el negocio pero en pleno 2024 han conseguido armar un disco realmente potente, con gancho, una de esas rodajas que tiene mucho más enjundia de lo que esperas a priori. Bravo por ellos. A ver si lo presentan por estos lares. Por cierto muy guapa la portada.
Llevo varios días comenzado mis mañanas con el nuevo disco de The Dictators a todo trapo. Y no me canso. Es un inesperado regalo de estos neoyorquinos supervivientes a casi todo en la gran ciudad. Nadie esperaba nada de ellos a estas alturas. De hecho hace más de veinte años Andy Shernoff poco menos que anunció que D.F.F.D iba a ser en último álbum del grupo. Si a eso le añadimos que su última gira por tierras hispanas dejo muchas dudas, pues eso, cero expectativas. De modo que más gozada todavía comprobar que han sido capaces de juntar diez canciones la mar de molonas, algunas para mi clásicos instantáneos de la banda. Voy más allá. Supongamos que se acercan de nuevo y tocan el disco entero, (algo más de media hora de duración) y luego lo salpican con los clásicos de rigor, salgo del recinto con sonrisa milloneti.
Como los avispados lectores de este cochambroso blog ya sabrán Manitoba anda peleado con la banda y ya sólo quedan Andy Shernoff, principal compositor, y Ross The Boss como miembros clásicos. Junto a ellos están el ex Blue Oyster Cult, Albert Bouchard a las baquetas y Keith Roth a la guitarra rítmica y la voz. A mi la voz de Roth no solo me parece que encaja, voy más allá. Me encanta. Ya me gustó cuando le vi en directo y aquí esta fenomenal en todo el disco que se abre con un tema que puede ser una fiesta en directo: Let´s Get The Band Back Together y se cierra con un emotivo y entusiasta homenaje a Joey Ramone en Sweet Joey. Otro clásico pero ya. Al igual que la irresistible God Damn New York con esa letra tan certera.
He nombrado las que considero que encajan como clásicos ya pero lo cierto es que las otras siete son pequeñas joyitas de punk rock con cierto toque power pop en alguna como la fantástica Really Good. Lo cierto es que entran todas de maravilla, sin excepción. Una constante a lo largo del álbum son los vitalistas y contagiosos coros que tienen muchas canciones. Esa forma integradora, irresistible que gana a sujetos inestables como el menda a corear a fuego Let´s Get The Band Back Together o esos ooohhhhhh pegajosos de My Imaginary Friend... Por cierto las guitarras a cargo de Roth y Ross The Boss suenan de traca. Me chiflan especialmente en Sacred Crow otra canción pegadiza a más no poder que lo tiene todo... Bueno, igual esto es una chaladura mía pero al final de esa canción me hubiese encajado a la perfección una armónica a todo trapo. Estoy en bucle matutino con este álbum y no me quiero perder su fiesta si la montan por aquí.
La mayoría de libros musicales que he leído han sido en un alto porcentaje ricos en carroñas varias, es decir, adicciones a todo tipo de sustancias, sexo guarro, relaciones toxicas, traiciones por doquier... Me encantan esas zarandajas. Cuánto más turbio el asunto, más disfruto. Buenos ejemplo de esto son Los trapos sucios, Difíciles de manejar, vida y muerte de The Black Crowes, Sing Backwards and weepy unos cuantos más que podéis rescatar si pincháis en Literatura en este cochambroso blog. De vez en cuando también he leído libros, más serios, escribamos, con más enjundia, que requieren un esfuerzo mayor por parte del lector (dentro de mis múltiples limitaciones de celador búlgaro sin estudios). Uno que me encantó fue Como dejamos de pagar por la música de Stephen Witt.
Dust my Broom. La historia de Elmore James y Robert Johnson entra en la categoría de ensayo pero si alguien tan poco preparado como el menda le ha sacado jugo, ustedes millones de lectores la van a gozar. El autor, Gonzalo de la Torre Puig, más conocido en el mundillo musical como Dolphin Riot, ha escrito un libro maravilloso, con mucho estilo, literario incluso y plagado de interesantes reflexiones acerca de muchas cuestiones que van mucho más allá del blues, aunque este estilo de música sea el nexo común del volumen. El libro se adentra en la profundidades del Delta de Mississippi, una vasta región de Estados Unidos en muchos sentidos ajena al desarrollo socio económico de territorios colindantes. Y ese contexto es fundamental para entender por qué y cómo surgió el blues. De hecho una de las tesis que plantea el autor es precisamente que si en esa región no se hubiesen dado las circunstancias que se dieron, plantaciones de algodón, esclavitud, tal vez el blues no hubiese como fue. Sin caer en defensas de regímenes chungos ni nada por el estilo, que se me entienda, por favor.
Los dos bluesman que aparecen en el título son un reclamo perfecto para melómanos como el menda. La primera vez que supe algo de Robert Johnson fue en los noventa. Mi primo Oscar tenía un recopilatorio, The Complete Recordings editado en 1990 que se convirtió en el disco de blues más vendido de todos los tiempos, con más de un millón de ejemplares. Me imagino que mi primo llegó a el muy posiblemente por Popular 1 o por los Red Hot Chilli Peppers que hicieron una versión de They´re Red Hot en su maravilloso Blood Sugar Sex Magik. Como miles de personas en el mundo compré la versión oficial sobre Robert Johnson que tan popular y a la que tanto rédito comercial se le sacó. Ya sabéis el pack completo, fue el primer bluesman, vendió su alma al Diablo, nadie había hecho lo que él antes... A grosso modo algo así. Es muy interesante leer lo que cuenta Dolphin Riot sobre Robert Johnson y sus acertadas ideas sobre lo que supone abrazar milongas como lo de vender el alma al Diablo. El autor indaga en la vida y obra de Johnson de una forma fascinante, llegando a interesantes reflexiones que comparto casi casi al 100%. Y en el trayecto de conocer más sobre Johnson he descubierto a pioneros de los que no tenía ni idea: Tampa Red, Tommy Johnson, Scrapper Blackwell y a mujeres fundamentales y que como tantas otras veces la Historia a ninguneado como Ma Rainey, Bessie Smith o Memphis Minnie.
En el caso de Elmore James mi conocimiento sobre su vida y obra era prácticamente nulo más allá de conocer que estuvo ligado al blues de Chicago y de que es conocido por ser el padre del bottleneck guitar. Sus andanzas me han fascinado en especial esa forma de ir por el mundo sin atenerse a reglas ni leyes establecidas. El tipo necesitaba pasta y allí donde estaba iba sin importar sin infringía leyes de sindicato de tocar en tal o cual región. Tuvo que hacer frente a multas por esos temas en muchas ocasiones pero reincidía una y otra vez. Su trascendencia en el mundo del blues es defendida de forma apasionada por el autor, de tal forma que según leía iba indagando en su legado musical con fantásticos resultados.
Lo que hace a este libro especial y esencial es su mirada sobre el blues más allá de los tópicos mil y una veces tratados. Contar la historia de este género a través de dos de sus máximos exponentes pero dejando claro con datos que la música es un arte en donde las influencias y el constante reciclaje y puesta a punto de ideas preexistentes es el nexo común, que todo quisqui ha tomado prestado de alguien antes. Evidente y muy bien explicado y documentado. A todo esto hay que añadirle los personajes secundarios, por así decirlo, algunos con vidas tan o más fascinantes que los protagonistas de esta historia. Me ha llamado la atención la historia de Morgan Clyde Bobby Robinson, nieto de esclavos y que en 1946 abrió una tienda de discos situada entre el Teatro Apollo y Frank´s uno de los restaurantes más famosos de Harlem. Bobby´s Happy House se llama la tienda, que no te digo me lo mejores, iguálamelo.
Hace tiempo que tenía pensado inaugurar una nueva sección en la que dar rienda suelta a mi obsesiva pasión por el soul, un género musical en el que no me canso en indagar, viajando por autopistas funkys, baladas a la luz de las velas repletas de falsetes, dejándome llevar por los irresistibles juegos de llamada-respuesta vocal entre el solista y los coristas... Deep Soul, Northern Soul, Memphis Soul, Stax, Detroit Soul con la Motown, sonido Philly, incluso la psicodelia... En fin un mundo en el que perderse. La intención de esta sección es glosar la influencia que ha ejercido dicho estilo en algunos de mis rockeros favoritos. La mayoría de ellos blanquitos. Iba a empezar con The Rolling Stones pero dado que estoy celebrando el cumpleaños de Springsteen en plan gitano (puede durar una semana, dos o más, ya veremos) y como voy cuesta abajo empiezo con el de New Jersey. Mucho donde rascar.
La influencia de la música negra y sobre todo del soul en la carrera de Bruce Springsteen & E Street Band es palpable desde el primer disco. Tal vez en los dos primeros y en sus múltiples caras b sea donde más se nota su presencia. Pero antes de entrar en materia musical fijémonos en el escenario, ahí los referentes más claros de Springsteen son dos pioneros del soul con un talento descomunal: Jackie Wilson y James Brown. Muchos trucos escénicos y comportamiento sobre las tablas son herederos directos de esos iconos. Como todo artista hábil, Springsteen sabe apropiarse de lo mejor de cada uno para crear su propio estilo. Incluso podríamos nombrar a Wilson Pickett a The Driffters o Four Tops como claros referentes tanto musical como escénicamente.
Hace unos años le preguntaron a Springsteen qué ocho canciones escogería en caso de tener que escucharlas en bucle en una isla desierta. Tres son imbatibles pildorazos soul. De esos que no me canso de escuchar jamás. Baby I Need Your Loving de Four Tops (que reina en una escena de A Bronx Tale); Out Of Sight de James Brown y la inmortal What´s Going on de Marvin Gaye. A muerte con las tres. Diferentes estilos dentro de un mismo género. De la pasión por este estilo de música nacen algunas de las piezas más codiciadas en el amplio catalogo springsteniano.
¿Cuál es la marca soul más evidente en la música de Springsteen? Hay varias influencias claras en la utilización de los coros, integradores participativos, en plan comunidad que tienen lugar en numerosas canciones. Se trata de una forma arrebatadoramente atractiva de hacer partícipe al oyente. Como en The Guetto de Donny Hathaway. Otro elemento fundamental en todos los temas con la veta soul muy presente es el saxo de Clarence Clemons que en muchas ocasiones es el verdadero protagonista de la canción en cuestión a menudo en especial sintonía con el piano de Roy Bittan. A continuación unos cuantos ejemplos.
El debut de Springsteen tiene una de las canciones con más soul de su discografía, la incandescente Spirit In The Night que ya en estudio es un cañón pero que en directo se propulsa hasta el infinito y más allá. El juego llamada respuesta alcanza su esplendor cuando canta el estribillo. Fundamentales los coros. La introducción del tema en directo es antológica. Una de mis actuaciones favoritas es la del Hammersmith de Londres en 1975. Todo encaja ahí. Del primer álbum también podemos rescatar la inicial Blinded By The Light que podría tener más que ver con el folk blues, con esa forma única e intransferible en la que Bill Withers hacía canciones por ejemplo. En ambos temas es fundamental el saxo de Clarence Clemons sujeto vital en sonido de la E Street Band.
Si hay un álbum que rezuma soul por los cuatro costados, que está más influido que ningún otro en la carrera de Springsteen por esta bendita música ese no es otro que The Wild, The Innocent and the E Street Shuffle. Desde la apertura con The E Street Shuffle, deudora The Monkey Time compuesta por Curtis Mayfield, el soul se incrusta en todos los cortes del disco en mayor o menor medida. En esta las guitarras funkys, esa batería antológica a cargo de Mad Dog Vini Lopez, los entusiastas coros... Es un auténtico torbellino de canción. Contagiosa a más no poder. En Kitty´s Back a la influencia soul se une de forma esplendorosa a elementos jazzy. Aquí la sección de viento es apabullante y a partir del minuto 5 los coros le dan ese inequívoco regusto soul. No puedes concebir el tema sin esos coros, le dan el toque definitivo.
La cara B de este álbum es sencillamente genial. Ahí esta lo mejor de Springsteen y la E Street Band. Escuchar seguidas Incident on 57th Street, Rosalita (Come Out Tonight) y New York City Serenadeapabulla. Centrándome en los elementos soul los escucho claramente en el inicio de Incident on 57th Streety de forma gloriosa a partir de minuto 4:50, esa forma de cantar, esos coros. Evidentemente no es una canción típicamente soul en el sentido estricto como tampoco lo es Rosalita (Come Out Tonight)pero ambas se enriquecen con elementos de esa música que le dan un aura especial. Por ejemplo en Rosalitaa partir del minuto 4:54 hay un pequeño tramo de coros que cambian la canción por completo.
Lo tremendo de este álbum es que si a Springsteen le hubiese dado por incluir todas las canciones que se dejó fuera y luego conocimos en el Tracks el resultado hubiese sido igual de brillante. La presencia soul se palpa en canciones tan redondas como Seaside Bar Song, Linda Let Me Be The One o The Fever. Podrían ser canciones de los años 50 0 60 cantadas por cualquiera de los iconos del género que reinaban en esa época. Mención especial para Thundercrack, a ver quién se puede resistir a esa forma de empezar una canción a capella, para ir dejando paso a la pura elegancia del hammond e ir sumando instrumentos en perfecta armonía para configurar una canción que te arrastra irremisiblemente a la euforia. Hay detalles que siempre me han vuelto loco en este tema. Detengámonos en el minuto 2:27... Pero qué coros son esos.... ¡Qué puta locura es esta! Espera que otra vez en el minuto 3:30 te la vuelven a liar los coros con el bendito subrayado del saxo de Clemons para que luego venga en el 3:37 Springsteen a rociarte con uno de los mejores solos de guitarra de su carrera... Evidentemente esta canción necesita un post entero que me estoy volviendo tarumba.
Si alguien ha llegado hasta aquí le deseo suerte. Ja. The Fever es otra pieza codiciada en el repertorio de este hombre y contiene a nivel vocal una de mis interpretaciones favoritas de Springsteen. Sin alardes, simplemente cantándote a ti de la forma más sugerente posible. De nuevo los coros son vitales. Siempre lo son. Cualquier canción de Aretha Franklin (que por supuesto ella podría hacer sola con el piano) adquiere dimensión estelar con los coros de sus hermanas. En The Fever la réplica vocal a Springsteen se la dan Tallent y Federici y el momento top es con la aparición de la voz de barítono de Clemmons que escuchamos por primera vez en el minuto 2.20. Afortunadamente todavía en la actualidad Springsteen y E Street Band aún ofreciendo un concierto eminentemente rockero deslizan su veta soul en canciones como Spirit in The Night o Tenth Avenue Freeze-Out cuya interpretación en directo en el Madison Square Garden durante la gira de reunión de 1999 es una de mis favoritas de la historia de su míticos directos. Y hasta aquí he llegado que estoy cansado, copón.