Basada en la novela del mismo título y dirigida por el propio autor de la misma, Las ventajas de ser un marginado es una deliciosa película sobre una época convulsa en la vida de cualquiera: la adolescencia. Es un tema explorado en muchas películas y un terreno pantanoso en el que es complicado no caer en la sensiblería o en lo superficial sin ahondar en el meollo de la cuestión. Stephen Chbosky sabe dar con la tecla adecuada para mostrarnos a unos adolescentes que comienzan su paso a la vida adulta, un camino como el de todos plagado de dificultades, decepciones y alegrías. Un período al que algunos adultos quitan importancia pero que es vital. Viendo está película empatizas con los adolescentes, te ves con esos años lo que supone un triunfo absoluto para Chbosky que es capaz de contarlo todo de forma sutil y misteriosa, sin alardes, dejando espacio para cada escena, mostrando simpatía por todos los personajes.
Uno de los aciertos indiscutibles del film es el casting. Desconozco si los protagonistas estaban curtidos ya en el medio o eran debutantes pero aquí logran dar credibilidad a cada escena en la que aparecen logrando la cercanía de las grandes ocasiones. Viendo la película y aunque la temática no tenga mucho que ver he tenido parecidas sensaciones a cuando vi Jóvenes prodigiosos de Curtis Hanson una de esas películas que conviene volver a ver si o si.
Otro aspecto que me he ganado del film es la importancia que se le otorga a la música. La que escuchan los personajes tiene un rol primordial. Una de las escenas más emocionantes es al ritmo de Heroes de David Bowie y otro momento muy chulo es cuando suena a tope Low de Cracker en una de esas fiestas en las que a todos nos gusta perdernos de vez en cuando y más si es a ritmo de rock por lo menos en mi caso.
El film cuenta la historia de Charlie (Logan Lerman) un joven que cuenta a través de unas cartas a una persona sin identificar sus peripecias vitales en los años de Instituto. Una época convulsa en la que intenta encajar como casi todos lo hemos hecho refugiándose en los espíritus más afines. La película es una maravillosa exaltación de la amistad, un chute vital entre tanta peli de adolescentes casposa, facturada con sumo gusto y fantásticamente interpretada. Para poner en los institutos.
Otro aspecto que me he ganado del film es la importancia que se le otorga a la música. La que escuchan los personajes tiene un rol primordial. Una de las escenas más emocionantes es al ritmo de Heroes de David Bowie y otro momento muy chulo es cuando suena a tope Low de Cracker en una de esas fiestas en las que a todos nos gusta perdernos de vez en cuando y más si es a ritmo de rock por lo menos en mi caso.
El film cuenta la historia de Charlie (Logan Lerman) un joven que cuenta a través de unas cartas a una persona sin identificar sus peripecias vitales en los años de Instituto. Una época convulsa en la que intenta encajar como casi todos lo hemos hecho refugiándose en los espíritus más afines. La película es una maravillosa exaltación de la amistad, un chute vital entre tanta peli de adolescentes casposa, facturada con sumo gusto y fantásticamente interpretada. Para poner en los institutos.
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