jueves, 25 de junio de 2020

Screaming Trees. Watchpocket Blues

Cuatro años pasaron entre la edición de Sweet Oblivion y Dust que se editó tal día como hoy hace veinticuatro años. Casi nada. La banda lejos de caer en la apatía o la desgana entregó su mejor trabajo. Y lo vuelvo a escribir. Puta mierda que se separasen justo con su mejor álbum. Sigue sonado a gloria bendita. Más todavía con la edición doble que se cascaron hace algo más de un año repleta de golosinas, poderosas caras b que hacen que todo vuele por los aires. Amigos si canciones como Darkness, Darkness, Paberback Bible, Watchpocket Blues, Wasted Time o Silver Tongue... son la cara b. Es que pierdo la puta cabeza. La puta que los parió que talento tenían los cabrones. Luego no se podían ni ver. Ahí sigue coleando su mala baba a cuenta del libro de memorias que se ha cascado el cabroncete de Mark Lanegan

Tras Dust cuatro años después y también un 25 de junio de 2000 se despedían con un concierto ante más de 20.000 personas en el Seatle Memorial. Todavía nos esperaba una jugosa rodaja que se editó en 2011 gracias a Barret Martin, The Last Words. Otra puta joya. ¿Es que acaso alguien pensaba que no iba a contar esto otra vez justo hoy? En bucle. En vena. A tomar por rasca.



domingo, 21 de junio de 2020

Always Music

Ayer las tiendas de música celebraron el Record Store Day y hoy es el Día Europeo de la Música. Me sumo al jubileo. ¿Qué sería de nuestras vidas sin la música? Ni me lo puedo imaginar. Si tengo que comer pechuga al microondas de aquí al final de mis días me tendré que acostumbrar pero que mis oídos y por ende el alma no se nutran con las melodías habituales. Eso si que no, my friend. Música a todas horas y en todas partes. Ya lo escribí una vez el trayecto desde mi casa a por el pan se cubre en lo que Steve Earle se canta I feel alrightHardcore Troubadour. De Sestao a Portu cuando tengo que hacer algún recado encaja a la perfección el Van Halen II. Cuando el día está a punto de llegar a su fin, con ese cielo anaranjado, todo un éxtasis para los ojos te calzas el Love And Happiness de Al Green y te quedas tan ancho. Banda sonora de muchos kilates para nuestro tránsito por estos lares.

También me acuerdo de las tiendas de música. Hace tanto que no piso una que ni mi acuerdo. Trabajando en el gremio me lo solía pillar todo en la que trabajaba pero al ser Grandes Almacenes no entra en las celebraciones de ayer. En cualquier caso atesoro grandes recuerdos de mis excursiones a Power Records. Allí un colega bajo mi atenta y ansiosa mirada se compró el Echo de Tom Petty & Heartbreakers, un álbum portentoso, podría ser el mejor de Tom Petty y eso sucedió cuando el rubio de Florida ya llevaba en el negocio 25 años. Pocos pueden presumir de una gesta de esas dimensiones. A sus putos pies.



viernes, 19 de junio de 2020

La nueva normalidad....

Sb bendice la nueva era. Ponte ya Don´t Give up on me
Se va a parecer tanto a la anterior que ni nos lo vamos a creer. En lugar de encontrar cacas de perro, colillas y porquerías varias ahora también veremos mascarillas por el suelo. Por todos los lados. En los lugares más insospechados. La gente es la hostia. No, perdón, la gente no, algunas personas. Estoy hasta el tuétano de escuchar eso de que la gente tal la gente cual... Nadie parece mirarse su ombligo. Estaría bien hacerlo de vez en cuando. Como decía en una entrevista hace poco en el Popu Dave Wyndorf cuanto más conozco a los seres humanos más convencido estoy de sus miserias... Vale me he levantado cenizo, ja ja.

Tal vez lo mejor sea irse al campo. A un lugar recóndito, donde Internet funcione a duras penas (pero tire al menos algo ja ja), Correos llegué una vez a la semana como mucho, ni asomo de repartidores privados por supuesto, uno de esos lugares de la España vacía donde por pura estadística no te tengas que encontrar con tanto iluminado. Claro que sus problemas tendrán por esos lares y peliagudos tal vez. Pero llevo tiempo pensando que la vida esta que nos traemos por aquí cada vez es mas chusca. Aunque luego puede pasar como aquello que cantaba Tom Waits en San Diego Serenade: I never saw the east coast until I moved to the west....

Todas estas ideas se vienen abajo en un chasquido de dedos o lo que tarda en decirme mi aita tú no aguantas en el campo ni tres días. Y acierta. Nací urbanita. Y es un pegamento imposible de quitar. O casi. Conozco unos cuantos casos de personas que han emigrado a parajes inhóspitos con sorprendentes resultados. Uno de mis favoritos un cliente que solía venir a la tienda a por un cargamento de vinilos una vez al mes más o menos. Vivía en un pueblo perdido de Burgos en una de esas zonas chulas con mucho verde, rodeado de montañas, donde la cobertura apenas llegaba. Me decía que el invierno era duro pero que se había acostumbrado y ahora disfrutaba de todo más, de forma lenta y sosegada, sin las prisas tan propias de estos lares. Pero Qui lo sa....



domingo, 14 de junio de 2020

Rory Gallagher. Wave Myself Goodbye

Me gusta tanto su faceta acústica como la eléctrica. Su querencia por el blues como su torrente rockero. Podía tirarse en el escenario horas volviéndose loco. Era su hábitat natural pero jamás descuido sus trabajos en estudio. Sus cuatro primeros discos son sagrados en mi casa: Rory Gallagher, Deuce, Blueprint, Tattoo... Me pierdo en ellos a menudo. Lo que vino después tampoco le va a la zaga pero ese cuarteto inicial es insuperable. No me puedo olvidar de cuando un colega del curro me paso casi todo la discografía de este tipo. Eternamente agradecido a Joseba, gracias a él me sumergí en una de mis benditas obsesiones que me asalta cada poco. Me empapé de su música, leí innumerables artículos por la red sobre su figura, adquirí revistas en las que fue portada, comprobé que su legado está más vivo que nunca y que allá donde vayas encontrarás alguien que vuela alto con la música de este tipo. Eterno Rory.