martes, 20 de septiembre de 2011

David Lee Roth. Diamond Dave


Poco a poco se acerca la época de las cavernas. Se acabo el veranito y vuelta a la jornada partida. Septiembre todavía es un mes que me mola mucho pero no se puede comparar con los cuatro anteriores. Poco a poco nos iremos acostumbrando o no a la oscuridad y a un tiempo gris que llevaremos como podamos y con una buena banda sonora. Este disco de David Lee Roth es ideal para subirte la moral.

El amigo David siempre ha sido un cachondo que ha sacado de quicio a la crítica bien pensante y que ha abusado de los tópicos hasta la extenuación. Ahora está inmerso en el retorno de Van Halen y se rumorea que año que viene tal vez haya gira europea. Veremos. Pero hoy me apetece escribir sobre este disco de 2004 que me alegro el otoño de ese año con sus tonadas.

Este álbum me lo grabó mi colega Rober y luego me lo compré un par de años después en un mercadillo al aire libre con material de rebajas que pusieron los comerciantes del Casco Viejo de Bilbao. Ahí estaba yo pasando la tarde, haciendo tiempo mientras esperaba a que Susana saliese del curro cuando en el puesto de Elkar ví cds y claro la cabra tira al monte. Rodeado de discos chuscos a más no poder me hice con éste por tres miserable euros.



Es un disco en el que casi todo son versiones (excepto tres temas) de Beatles, Jimi Hendrix, Savoy Brown, Steve Miller Band y en el que reina el buen rollo y la diversión. Las fotos del libreto interior están a la altura de lo que uno espera de David Lee Roth y la música es en plan lounge, como si estuvieses en  Las Vegas. Las canciones van llegando con sus secciones de viento, guitarras R&B, piano y la tan criticada voz de David que a mi siempre me ha gustado.  Tal vez el tío no tenga un chorro de voz imponente pero sabe interpretar y llevar las canciones a su registro con gracia.

Los seis primeros temas invitan a la fiesta de forma urgente. Del corte 7 en adelante hay algún toque psicodélico que descoloca un poco (aunque me gusta mucho la versión del Tomorrow never Knows cachondamente retitulada The Beatles tune) pero el resultado es brillante con un final acorde al espíritu festivo y hedonista del disco: Ice Cream Man y Bad Habits. Un buen resumen de la filosofía de este singular tipo.