El autor de este libro indaga en la vida y muerte de Robert Johnson de forma curiosa, didáctica y sumamente entretenida. Primero en cinco capítulos de ficción, con pulso narrativo y chispa. Se lee de un tirón. Y después en un último capítulo en el que se abordan las cuestiones relevantes de su biografía; quién fue el mentor, el que enseño a Robert Johnson a tocar la guitarra; cómo se originó la leyenda en torno a su figura e interesantes y jugosas disquisiciones sobre derechos de autor. Todo ello acompañado por las exquisitas ilustraciones, molonas a más no poder de Raúl González Rago.
Como ha me había leído anteriormente La historia de Elmore James y Robert Johnson lo relativo al capítulo sexto de este libro aparece en el mencionado desarrollado y ampliado. Recomiendo por tanto, leer primero La muerte de Robert Johnson y luego ir a por el otro de cabeza. Me quedo con una reflexión que cito textual y que me parece un gancho definitivo, por lo menos para mi, para leer este libro; qué es más fácil de vender al gran público a través de un documental, libro o disco; ¿Un afroamericano con oído absoluto al que le enseñaron a tocar la guitarra en casa o un negro pendenciero y mujeriego que vendió su alma al Diablo para convertirse en el mejor guitarrista y cantante de su tiempo?
El libro me lo he ventilado en una ociosa jornada nocturna de trabajo entre timbre y timbre (afortunadamente no han sido muchos ja ja). Me ha enganchado de tal manera que lo he releído en la siguiente noche ya en casa mientras sonaba King Of The Delta Blues. Entre los muchos aciertos del libro están unas más que interesantes reflexiones en el último capítulo bajo el título de Recursos y Derechos, de autor. Me he descojonado vivo leyendo las opiniones que se recogen de Bob Dylan sobre el impacto que tuvo el descubrimiento de la música de Robert Johnson en él. El análisis que hace el autor sobre sus palabras es certero a más no poder. Lean, lean.