domingo, 28 de octubre de 2007

Mark Olson en el Azkena de Bilbao

Ayer por la noche fui a ver a Mark Olson a la sala Azkena de Bilbao. No tenía pensado ir. Una llamada de un amigo el día anterior y la insistencia de Susana inclinaron la balanza. Y fue todo un acierto. Iba con pocas expectativas. No porque dude de la capacidad artística de Mark. Más bien era porque me temía un concierto introspectivo, melancólico. A este tipo le ha dejado su compañera Victoria Williams y hasta hace unos pocos años no le gustaba demasiado hablar de The Jayhawks. Parecía que incluso renegaba un poco del pasado.

Y me encontré justo con todo lo contrario. A Mark se le ve feliz y acompañado de una chica que alternaba la percusión con los teclados y de otro músico que hacía lo propio con el violín y los teclados nos ofrecieron un concierto alegre basado en el repertorio en solitario de Mark con la inclusión de al menos cuatro joyas del repertorio Jayhawks: Martin´s song, Blue, Pry to me y Sister cry para terminar. La anterior vez que le vi no incluyó ni una canción de la banda donde más brillo la música de este hombre.

Nada, que salí encantado de un concierto al que jamás debí dudar de asistir. Y es que cuando un tipo como Mark Olson ha contribuido a la humanidad con maravillas como Hollywood town hall o Tomorrow the green grass hay que estar agradecido de por vida. Es uno de los grandes. Parece ser que va a grabar un disco junto a Gary Louris, los dos compositores The Jayhawks juntos de nuevo! Esto promete. Una reunión de The Jayhawks sería histórica.

martes, 23 de octubre de 2007

La noche del cazador

Algunas películas recuerdas exactamente cuando las viste por primera vez, en compañía de quién y por supuesto qué sentiste. Tengo grabada de forma nítida en mi memoria la primera ocasión en que visioné La noche del cazador. Fue un viernes a la madrugada. Uno de esos días de verano con un horrendo calor húmedo típicos del Botxo. En compañía de mi padre nos sentamos frente al televisor a ver una de las mejores películas de la historia.

Recuerdo la creciente inquietud que se apoderaba de mí según avanzaba la película. Nada que ver con el miedo explícito y chapucero de otras películas. Ahí había algo más y desde el primer momento en que aparece el personaje de Harry Powell en pantalla el nerviosismo y la tensión atenazan al espectador. Al menos eso me sucedió a mí. Me fui a la cama inquieto, azorado y no me quitaba de la cabeza la canción que entona Mitchum mientras persigue a los niños. En aquella época yo tenía quince años y dudo mucho que hoy en día esta película pueda tener un efecto similar en un joven de quince años. Lo más seguro es que se descojonase.

Película de culto, redescubierta con el paso de los años por la crítica francesa, La noche del cazador es un brillante film, original, que cuenta con una de las mejores actuaciones del gran Robert Mitchum. Fue la única película que dirigió el orondo actor inglés Charles Laughton que depositó una gran confianza en un Mitchum en estado de gracia. El actor norteamericano se involucró más allá de su papel e incluso dirigió las escenas de los niños porque Laughton no tenía paciencia con los pequeños.

Al cabo de los años he visionado bastantes veces esta película y aunque se ha mitigado esa sensación de tensión, de miedo, de algo en ebullición a punto de estallar sigo disfrutando de la película, con la imaginativa dirección de Laughton, con la poderosa actuación de Mitchum, con ese aire del que ha bebido incluso Tim Burton.

Antes de que se filmase la película Charles Laughton tuvo una curiosa forma de convencer a Mitchum para que interpretase a Harry Powell. Le dijo: El personaje es algo distinto, un tipo terrible, diabólico…una basura. Presente, le respondió Robert Mitchum.

martes, 16 de octubre de 2007

Ciudadano John Mellencamp

Además de porque ha sido nominado al Rock´n Roll Hall of Fame para el próximo año, John Mellencamp es noticia estos días por la canción Jena y su vídeo a favor de 6 muchachos negros de esta población. Estos jóvenes se han negado a aceptar los dogales colgados en el patio de su escuela. Esas sogas son una macabra muestra de hasta donde llegó la brutalidad blanca en una época no muy lejana en muchas ciudades estadounidenses.

No es la primera vez que Mellencamp se involucra en temas sociales. Toda su carrera esta jalonada de reivindicaciones de este tipo. Basta leer con detenimiento sus letras para percatarse de que el de Indiana es un tipo sencillo, preocupado por reflejar en sus discos lo que le rodea. Y como lo dejó claro en el album Scarecrow: Well, I was born in small town, and i live in small town, probaly die in small town...

Pero en lo que realmente es bueno este hombre es en grabar majestuosos discos de rock´n roll. La carrera de este tipo merece un reconocimiento ya. Es curioso todavía hay quien hoy en día sigue tildando a Mellencamp de imitador de Springsteen! Pero, ¿cómo se pueden hacer afirmaciones de esa índole? ¿Acaso la carrera de Mellencamp no es tan buena o incluso mejor que la de Springsteen? Es más, en mi opinión jamás se parecieron. Si, los dos son rockeros, los dos son americanos, los dos tocan la guitarra. Hasta ahí el parecido. El sonido, la voz, la forma de interpretar y su actitud son muy diferentes.

Tal vez no esté de más acordarse de lo que sucedió en los ochenta. Mientras Springsteen protestó tibiamente cuando Reagan utilizó su Born in the Usa para la campaña republicana y de alguna forma jugo con la ambiguedad del mensaje, Mellencamp le mandó a paseo cuando intentó hacer lo mismo con Pink Houses. Como tantas otras veces unos se llevan los parabienes y otros tienen que luchar con estúpidas etiquetas. Y de The Lonesome Jubilee escribiré otro día porque eso merece un capítulo aparte. Mientras tanto disfruto con el último gran disco de John Mellencamp, Freedom´s road de esos que ganan con las escuchas.

viernes, 12 de octubre de 2007

Revistas musicales en España II: Ruta 66

No podemos negar que es un gran nombre para una publicación rockera. Mejor que Popular 1 sin duda, el nombre digo. Mi primer Ruta es del año 96, portada para AC/DC. Con frecuencia he comprado el Ruta atraído por su portada. Para cabrearme luego y comprobar que a lo que salía en portada le dedicaban 2 míseras hojas.

He disfrutado mucho de esta revista aunque he de reconocer que en ocasiones me molesta su tonillo sabiondete y sus pretensiones literarias. Parece que ponen demasiado énfasis en ser rockeros auténticos y se toman muy en serio a si mismos. Algunos artículos no hay quien los entienda. Todo lo que sea hard rock suciete y divertido parece que les molesta. ¿Les gustarán Van Halen? Lo dudo.

Otras veces, sin embargo, escriben desde la pasión, de forma sencilla, sin muchas pretensiones y es en esas ocasiones cuando más conecto con esta revista. En los últimos años he leído unos cuantos reportajes realmente emotivos. Recuerdo uno doble sobre Johnny Cash, un cálido recuerdo para la trayectoria de Screamin´ Cheetah Wheelies, otro buenísimo sobre The Faces (poco han escrito en el Popu de ellos, por cierto), y mi favorito sin duda, un artículo excelente sobre Rory Gallagher, con ese se me caían las lágrimas y todo…

Si Ruta 66 fuese un músico sería Lou Reed. Con momentos inigualables, brillantes, pura poesía callejera y metafísica y otros pasados de ego y snobismo. De todas formas me flipa Lou Reed. Así que larga vida al Ruta, también!

domingo, 7 de octubre de 2007

Revistas musicales en España I: Popular 1

Las cartas sobre la mesa. Soy lector de Popular 1 desde hace mucho tiempo. Tengo todos los ejemplares desde el 96 y la primera vez que me compré la revista fue en el 88. Recuerdo que en la portada salía Robert Palmer. Esta revista siempre me ha proporcionado y lo sigue haciendo entretenimiento, razón fundamental por la que la sigo comprando.

Su mejor cualidad es que los artículos están escritos con pasión. No suelen realizar análisis sesudos ni se ponen tremendos. Mucho sentido del humor, unas cuantas dosis de talibanismo con ciertos estilos y algunas secciones imprescindibles, entre ellas el No Me Judas y por supuesto el Correo y Apéndice donde César Martín da rienda suelta a su peculiar prosa. Otro aspecto que me gusta es que pueden dar tanta importancia a Royal Crown Revue como a Kiss o a Lucinda Williams y definitivamente conecto con eso.

También tienen sus fobias. Algunas de ellas ya míticas: The Smiths, Van Morrison, Elvis Costello son enemigos públicos números 1 de esta publicación y más concretamente de su redactor jefe. A veces se ponen pesados por temporadas con algún grupo y dan mucho la vara. Buenos ejemplos podrían ser Marilyn Manson y Texas Terri. Hubo una época en que salían en todos los números. Pero lo bueno es que lo compaginaban con Bottle Rockets, Jayhawks o Mark Lanegan. No soy un popuhead, entre otras cosas porque algunos grupos bandera de esta publicación, léase Motley Crue o Aerosmith, no están entre mis favoritos pero acudo fielmente cada mes al quiosco a por mi ejemplar.

Algunas cosas que he leído en esta revista me han gustado tanto que las he releído y las tengo en mente a menudo. Recuerdo aquella entrevista del 88 con Keith Richards cuando éste comentaba que Mick estaba celoso de su disco Talk is cheap, a Duff hablando de cuando estuvo a punto de palmarla y se dio cuenta de cuáles eran sus verdaderos amigos, a Sid Griffin comentado mil y un detalles sobre Gram Parsons, a Dave Wyndorf recomendando encarecidamente la lectura de Matar a un ruiseñor… En fin la lista es infinita. Si el Popu fuese un grupo de rock sería Van Halen. Me encantan Van Halen, si no existiesen habría que inventarlos. Larga vida al Popu!

martes, 2 de octubre de 2007

Mis series favoritas I: Doctor en Alaska

En la actualidad si por algo merece la pena ver la televisión es por la cantidad de buenas series, excelentes en algunos casos, a las que tenemos acceso. Casi todas exportadas de Estados Unidos que pese a quien pese siguen creando escuela. La oferta es amplia, toca varios géneros y de una calidad media más que interesante. Ahí están Los Soprano, A dos metros bajo tierra, House, Perdidos, Medium, Carnivale, etc… Falta tiempo para visionarlas todas.

Pero si nos remontamos a principios de los noventa no había ni tanta cantidad ni tanta calidad, al menos así lo recuerdo. Salvo honrosas excepciones, como por ejemplo Doctor en Alaska. Una serie diferente, atípica que estuvo nada menos que 6 temporadas en antena cosechando muy buenas críticas y el favor del público tanto americano como europeo.

Me enganché a esta serie gracias a mi hermana que la seguía de forma habitual. Al principio he de reconocer que no me enteraba de nada, me parecía demasiado surrealista y con un peculiar sentido del humor que no siempre captaba. Pero fue prestarle un poco de atención y cautivarme poco a poco hasta convertirse en una de mis series favoritas de todos los tiempos.

Es curioso que partiendo de una premisa tan sencilla como oponer lo rural a lo urbano y la cultura de un judío de Nueva York a la de los habitantes de un pequeño pueblo de Alaska se consiga un resultado tan espectacular. La serie creada por Joshua Brand y John Falsey debe su éxito a unos imaginativos guiones y a un trabajo interpretativo excelente. Estos dos tipos estudiantes de literatura se estrujaron bien los sesos para idear desternillantes tramas que me alegraron muchas madrugadas veraniegas. Y todavía de vez en cuando recurro a esta serie que no caducará jamás.