miércoles, 1 de mayo de 2019

Bob Dylan. Bec Barakaldo 26/04/19

No hay foto de Dylan. No deja hacer y soy un cobarde.
Todo es cuestión de expectativas. Y las mías eran bajas o más bien inexistentes en cuanto a ver un concierto de Bob Dylan. Cuando se anunció la gira ni me planteé acudir. Cuando supe los precios menos aún. Si bien hace muchos años, a mediados de los noventa, tenía verdadera devoción por los pasos de este tipo con el tiempo en mi casa muchos otros grupos y artistas le han adelantado por la derecha y por la izquierda. Ni me acuerdo de hace cuanto no pongo un álbum de este sujeto en mi equipo de música. Lo cual no quiere decir que no le admire. De hecho me fascina el personaje que se ha construido. Ese fabulador, ese hombre ajeno a modas, redes sociales y chuminadas varias. Hace lo que le sale de la punta del nabo y eso es algo que no tiene precio. 

Como he escrito ninguna intención de acudir al show de turno pero hete aquí que todos los tontos tienen suerte y resulta que me tocan un par de entradas en el curro. Miel para el asno. Confieso que mi primera intención es pulirlas. Inevitablemente sale a flote mi lado mercader. En esa cuestión no me gana ni Dylan. Acudo al concierto y en la explanada que va del metro al Bec veo a un par de guiris con carteles que rezan We need tickets... Y le digo a Susana esta es la nuestra. Las vendemos por menos de lo que valen, pongamos 50 euros cada uno y nos vamos a cenar por ahí, a lo loco... Pero Su que es un ser sensible y epicureo me dice que ni hablar que quiere ver el concierto. Ella no lo ha visto. Y gana el diablo bueno al malo. La historia de mi vida.



Sorprendentemente disfruto del bolo. Por momentos, incluso mucho. Había visto a Dylan el Festival Azkena de 2010 y aquella vez me pareció que cantó horrible. Pero puede que yo estuviese borracho. Tal vez ambas cuestiones sean ciertas, Dylan cantó mal y yo estaba borracho. Puede que incluso los dos estuviésemos borrachos. En cualquier mi debut con Dylan no fue nada del otro mundo. Si que recuerdo que la banda sonó como un tiro. Una constante en todos sus conciertos porque el de Minnessotta sabe rodearse de lo mejorcito de cada casa. Ni un pelo de tonto. Y claro, los músicos solicitados se mueren de ganas por tocar a su lado. Espero que les pague bien porque en el concierto ni los presenta el figura. 

Confieso que no tenía ni idea de con que banda acudía. Pensaba que Charlie Sexton ya no estaba con él pero es el guitarrista que estuvo el otro día lo cual es garantía de calidad. Un deleite lo que este tipo se curra a las seis cuerdas. Además al bajo Tony Garnier, otra joya que se entendía a la perfección con el batería George Recili. A este no le conocía y me flipó. Qué manera de desenvolverse con las baquetas. En la misma onda que Jay Bellerose. Una máquina el tío. A ellos se les sumaba a la segunda guitarra o a la steel, Donnie Herron aportando cantidad de matices a cada canción. Vital su función en muchas de ellas. Dylan se sentó o estuvo de pie al piano. Si no recuerdo mal en el Azkena se puso frente a un pianucho de tercera. Lo de ayer era otra cosa.



Antes de comenzar el concierto le dije a Su, bueno a ver cuántas canciones reconozco porque sabida es la querencia de este hombre a darles la vuelta, no una, ni dos sino quinientas veces. La teoría de Su es que no quiere que la chusma las cante y así evita el karaoke de rigor. Y puede ser. Le aplaudo, ja ja. En fin comenzó con una casi irreconocible Things have Changed (guapisímo tema para la banda sonora de Jóvenes Prodigiosos) pero no me atrapó. No sé si es que todavía el sonido no había empastado o el arreglo era tan diferente que no la pillé el punto. Casi seguido la engancho con It Ain´t Me Babe a la que tampoco le cogí el truco. 

Le siguieron en muy buena onda con la banda sonando impresionante Highway 61 revisited y Simple Twist of Fate donde Dylan pilló la armónica por primera vez. Ambas de mis favoritas de la noche. Incluso aunque las cambiase bastante eran reconocibles y sonaron de traca. Lo mismo que Love Sick. Ésta me pareció de las más fieles a la original. Y de puta madre que la tocase porque es una de mis favoritas de para mi gusto el último gran disco de Bob Dylan, Time Out Of Mind del que también sonó Triyin´To Get To Heaven. Otros momentos destacados fueron un par de temas de cadencia blues que se aceleraron al final con la banda sonando como un cañon pero ni puta idea de sus títulos. Creo que uno es Early Roman Kings. Y también me gustaron mucho Thunder on the mountain de Modern Times y Pay In Blood de Tempest.  Ambas de su producción más reciente. Pues sonaron como clasicazos. Claro que vuelvo a lo mismo, vaya banda que lleva el cabronazo.

Por supuesto Dylan en ningún momento se dirigió a la plebe. El tipo se sube al escenario se casca veinte canciones arropado por cuatro musicazos a los que ni presenta y se va por donde ha venido. No se somete a los protocolos habituales. No permite fotos y quiere que si el recinto no se llena todo el mundo vaya para abajo para que no se vean los huecos. El tío tiene casi 78 años y vete tu a saber por qué razón pero todavía le pica lo suficiente como para subirse a los escenarios. Lo cierto es que me sorprendió para bien. Aunque tal vez como he escrito al principio de este texto todo se reduce a las expectativas. En cualquier caso aquí estoy escribiendo este cochambroso texto mientras escucho Most Of The Time de Oh Mercy uno de mis favoritos de este alicate.