jueves, 29 de abril de 2021

Clásicos imperecederos: Layla

La primera vez que escuché Layla fue en un concierto que mi aita me grabó en vhs de la tele. Sería a mediados de los ochenta. En aquel bolo Clapton estaba acompañado de Phil Collins a la batería, Nathan East al bajo y Greg Phililinganes al piano. En aquella época era un fanático de Mark Knopfler y las conexiones musicales en seguida me hicieron llegar a Clapton. Aquí se la cepillan juntos en directo. Y en esta otra mi amigo Diego alcanzará los cielos. Un amigo del colegio me pasó alguna cinta de Mano Lenta y después me hice con unos cuantos discos. Curiosamente hoy solo conservo un vinilo, un recopilatorio y el disco que Clapton editó en homenaje de Robert Johnson. Por supuesto no hace falta escribir que Layla me voló la puta cabeza y por muchas veces que la haya escuchado no me canso. Me parece un tema sublime. Y la coda final la tengo ligada para siempre a mi adorada Goodfellas





viernes, 23 de abril de 2021

25 aniversario de Trainspotting

Este año se cumple el veinticinco aniversario de Trainspotting una de esas películas generacionales que lo peto a mediados de los noventa recaudando millones de dólares, mucho más de lo que costo. Un
 éxito descomunal ligado a una banda sonora en la que por encima de todo destacan dos temas icónicos de Iggy Pop: Lust For Life y The Passanger y en la que por supuesto también tiene su momento Perfect Day de la Velvet Underground. Se puede hurgar más en la banda sonora pero en mi casa siempre relaciono este film con la peculiar figura de la Iguana. 

Recuerdo perfectamente la primera vez que vi esta película y con quién. Cinco colegas nos juntamos para ir un día de diario a la última sesión. El cine estaba a tope y es de esas ocasiones en las que incluso te pierde diálogos por el atronador volumen de las carcajadas que te rodean. La película arranca como un tiro con el demoledor monólogo de Renton, el personaje magistralmente interpretado por Ewan McGregor, al irresistible ritmo de Lust For Life. No se me ocurre una elección mejor y una forma más poderosa de empezar una película con una secuencia excelentemente rodada y de la que no puedes apartar la vista ni un momento. 

Al reconocimiento popular y unos pingües beneficios se le unieron también las consabidas críticas. La más recurrente, que la película era una apología de las drogas. Recuerdo al director Danny Boyle replicando que dudaba que a nadie que viese la película le entraran ganas de convertirse en yonqui. Y estoy de acuerdo con él.  Boyle retrata en la película la vida de unos cuantos heroinómanos que pasan momentos divertidos, como la mayoría de los jóvenes a esa edad pero que sufren su enganche y lo pagan con creces. No hay ni glamour, ni apología, todo lo contrario hay escenas realmente duras que se te quedaban grabadas a fuego en la retina.

La película se beneficia de las espléndidas actuaciones de todo el elenco. Ya he mencionado a Ewan McGregor pero no se quedan atrás un magnético Jonny Lee Miller en el papel de Sick Boy, el entrañable Spud interpretado por Ewen Bremmer y tiene momentos absolutamente gloriosos Robert Carlyle interpretando el sociópata Francis Begbie. Cuesta elegir escenas favoritas pero sin duda una de ellas es la trifulca en el bar. La gozo. Y no puedo dejar de identificarme con Sick Boy cuando le da la chapa a todo el que se le pone a tira con su bendita obsesión por Sean Connery. Me he visto en esas con Solomon Burke o Rory Gallagher ja ja.




domingo, 18 de abril de 2021

Inquietudes

Desde mi más tierna infancia he sido un tipo inquieto. Ávido por conocer y descubrir. Supongo que cuando eres pequeño eso viene de serie, esa necesidad de aprender a entender todo lo que te rodea. Y por lo general ese deseo de absorber información nos acompaña toda la vida en mayor o menor medida. O tal vez no. En mi caso es un rotundo si. Me sigue privando una buena historia ya sea escuchada, vista o leída. Sucumbo al encanto de la narración. Y esta puede venir en cualquier momento. De juerga a las tres de la mañana, tomando algo a las doce del mediodía, sentado en mi casa tranquilamente leyendo un libro o viendo una película. El filón es infinito. Y se que con está última frase más de un amigo puede hacer un chiste. 

He empezado este post pensando en escribir sobre inquietudes. Acudamos a la definición de la Real Academia de la Lengua Española. ¡Quietos ahí! Que nadie se me asuste. Definición: Inclinación del ánimo hacia algo, en especial en el campo de la estética.  Y esto me ha venido porque ayer recibí en buzón de mi casa el último disco de Alice Cooper cortesía de mi primo Oscar que acompañaba el mencionado álbum con una misiva en la que me contaba entre otras cosas su reciente descubrimiento de una librería en su ciudad especializada en cine que está al lado de la única tienda de cds y vinilos que queda en Pucela. Mola que estén juntas ya eso me parece una dichosa coincidencia. 

Antes de dar al play Detroit Stories se me ha ocurrido juntar estas líneas como tributo a mi primo con quien comparto una genuina e insaciable curiosidad. Nos mueven inquietudes similares. Reconozco que yo últimamente me especializado en carroña y derivados (y nunca tengo suficiente) pero en mis mejores días soy incluso capaz de devorar cosas de más calado como yo que sé El Hereje de Miguel Delibes o Ciudades rebeldes de David Harvey. Eso si, con mucha calma que no se le pueden pedir grandes dispendios a un celador con alma de estibador. 

A veces mi primo me cuenta que tiene tal cantidad de material pendiente de disfrutar que le viene la ansiedad ja ja. Benditos problemas del primer mundo je je. Hace tiempo que vivo en un continuo estado zen en el que disfruto de cada momento cultural, lo gozo en solitaria dicha y luego a veces junto unas líneas en este cochambroso blog o mando un mensaje a algún amigo. Compartir y el feedback siempre es importante, vital escribiría yo. Y si, en ocasiones piensas en la cantidad de material por degustar que queda y piensas joder necesito una puta excedencia de cinco años para todo esto ja ja. 

De modo que una vez más y no será la última voy a degustar el nuevo disco de Alice Cooper que siempre es bien recibido en mi casa. Y tengo ese cosquilleo que siempre me acompaña, ese eterno picorcillo signo inequívoco de inquietud. Siento una eterna admiración por al amigo Vincent Damon Furnier. Me encanta su música y conecto con el sentido del espectáculo, del show que tiene el bueno de Alice, siempre al servicio de fantásticas canciones mucho más variadas que la imagen que se proyecta de su figura siempre asociada al heavy. 

sábado, 10 de abril de 2021

Loving

Termino de ver Loving y me sigue sorprendiendo que lo que se cuenta en el film sucediese en Estados Unidos hace tan poco tiempo. Y es que por muchos libros o ensayos que haya leído sobre la segregación racial, por muchas películas y documentales que haya visto sobre el tema, en definitiva por mucho que indague en este vergonzoso asunto sigue siendo sorprendente. Incluso hoy en día se siguen sucediendo atrocidades impensables en el supuesto lugar de la democracia por antonomasia. Quiero pensar que la situación ha mejorado porque peor sería imposible pero no deja de perturbarme que todavía haya lugares donde suceden esas atrocidades.

En Loving Jeff Nichols nos cuenta con pulso firme, sin estridencias y con un estilo pausado y emotivo sin caer en el pasteleo la historia del matrimonio interracial Loving. Richard y Mildred se casaron en Washington DC porque en Virginia donde vivían esa unión estaba prohibida. Una noche, debido seguro a un chivatazo, el sheriff del condado irrumpe en su habitación y les mete en la cárcel alegando que la ley prohíbe el matrimonio entre personas de diferente color. Para librarse del calabazo Richard y Mildred se deben declarar culpables y no volver a pisar su estado natal en veinticinco años. Se les obliga a vivir en otro lugar. Y esto aunque parezca increíble sucedió hace apenas cincuenta años. 

Nichols opta por narrar la película de forma calmada y sosegada incidiendo en la vida tranquila de la pareja cuyo único delito era quererse. El director otorga tanta importancia a los silencios y las miradas como a los diálogos y huye de las estridencias y los melodramas baratos para configurar un film preciso y precioso, encantador, que se apoya en las excelsas interpretaciones de Ruth Negga y Joel Edgerton. Impresionantes ambos. Así, nos muestra con vocación antropológica la vida de dos personas en un entorno rural. Ese aspecto esta magníficamente retratado por Nichols que elige cada plano y secuencia en base a esa premisa pasando de lo cotidiano a lo universal. La película está muy alejada de los filmes con juicios grandilocuentes y se centra en la pareja, sus inquietudes y anhelos, la forma en que reaccionan ante una situación dantesca. Y a partir de lo cotidiano construye un discurso universal y refleja el conflicto social y político que desgraciadamente aunque en menor medida sigue vigente.

Es necesario resaltar la encomiable labor de los protagonistas magníficamente secundados por el resto del reparto. Un acierto que atañe también a los actores en los roles de los abogados que llevan al caso al Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Acertadamente Nichols no rompe la dinámica de la película con su aparición y sigue con su estilo cercano. Ambos actores (Nick Kroll y John Bass) continúan con el tono sencillo de la historia, lejos de los aspavientos tan típicos de los momentos judiciales. Todo un acierto. Nichols es capaz de conmoverte con una película sencilla y cercana en la que sientes que esa historia que te cuentan le podría pasar a cualquiera, incluso a ti.