viernes, 1 de mayo de 2020

The Hangmen. Metallic I.O.U.

La de The Hangmen es una de esas historias que me fascinan. Hicieron su debut  en 1989 en el sello Capitol con un álbum de título homónimo  y tuvieron cierta repercusión. Era la época donde las hair bands triunfaban en cada esquina de Hollywood y la apariencia de estos tipos no se alejaba demasiado de ellas. Pero las intenciones de Bryan Small no tenían nada que ver con el brillo de aquellas bandas repletas de laca. A Small le atraía mucho más el lado oscuro de Hollywood y tenía más que ver con X, Gun Club o The Stooges que con Poison o Ratt a los que directamente detestaba. Tras ese prometedor debut ficharon por Geffen e incluso grabaron un segundo disco que quedó sepultado por la discográfica. Y Bryan la jodió, reconocido por el mismo. 

A partir de ahí un inmenso agujero negro. Nada más y nada menos que una década luchando contra las adicciones. Empeñando sus guitarras para droga. Me pregunto como sobrevivió Bryan Small todo ese tiempo en un país sin sanidad universal, sin ingresos, a qué dedicaría su tiempo este buen tipo además de a meterse de todo. Lo sorprendente es que su retorno en 2000 no pudo ser más aplastante, Metallic IOU es una auténtica bomba, uno de esos discos seminales que todo amante del punk rock con apertura a cierto sonido roots debería tener. Lo escucho y me produce el mismo sentimiento exultante que Demolition 23, Neurotic Outsiders o cualquier disco clásico de Social Distortion o Iggy Pop. Juega en esa liga pero desgraciadamente no ha tenido ni un décima parte de repercusión que los mencionados. Si que gozó de cierto prestigio entre la crítica. 

Para este disco Bryan Small recupero un par de temas de su segundo álbum (Downtown y Shoot) jamás editado y el resto son composiciones nuevas y no se me ocurre una forma mas contundente de volver al rock´n roll que con tonadas tan irresistibles como Broke, Drunk & Stoned, Bliss o Loners, Junkies & Liquor Stories donde llevan a lo más alto las enseñanzas de Iggy Pop. En mi casa son clásicos instantáneos de un poderío arrebatador con guitarras contundentes, estribillos marcados a fuego, ocasionales juegos con panderetas y una interpretación vocal de Bryan Small cargada de rabia. Este tipo sabe de qué va el paño, amigos. No hay impostura aquí. Todo suena auténtico a rabiar. Cuando suena esa armónica de I luv U ya estoy más que perdido con estos tíos. Esos estribillos increíblemente bien construidos y unas guitarras colocadas en su punto justo. Son la hostia. 



La apertura con Downtown ya nos señala por dónde van a ir los tiros. Es imposible no caer rendido ante las prominentes guitarras de Bryan Small y Jimmy James que hacen un trabajo espectacular. Seguro que ninguno de los dos saldría en una hipotética lista de mejores hachas ni de lejos pero dame cien mil tíos como estos que saben lo que necesita cada canción. El jolgorio con el que abordan Broke, Drunk & Stoned es digno de mención. La parte de la slide de Jimmy James es prodigiosa. El estribillo a pleno pulmón liberador.  La misma sensación que con Shoot otra canción adictiva con unos gritos finales que me recuerdan al Alice Cooper de los setenta. 

Si no consiguieron el éxito con un tema tan redondo y a priori con potencial comercial como Bent que incluso tiene un vídeo la mar de molón no creo que lo consigan nunca. I Luv U como he señalado antes me tiene loco. Esa armónica inicial soplada por Jimmy James deja paso a un bajo contundente ejecutado por Laura Lucky Bennet  que comanda la canción con una clase de no te menees. En Is That All There is? se hacen imprescindibles los coros de Laura Lucky Bennet y de nuevo la guitarra de James se curra unos solos precisos metidos con precisión quirúrgica. No me extraña que Mike Ness cayese rendido ante este grupo. Se guardan la baza ganadora de Russian Roulette la versión de Lords Of The New Church pero es que los temas propios son incluso mejores. Que no voy de farol. 

Iggy Pop tendría que estar orgulloso de que le hayan salido unos discípulos tan hábiles pero a diferencia de otros combos encajados en el punk rock siento que esa etiqueta se le queda pequeña a los angelinos o al menos no hace justicia a su esfuerzo por no sonar predecibles. Todo un acierto la producción de Jimmy Sloan que se ajusta a la perfección a la peculiar mezcla de la banda y encima los cabrones son capaces de emocionar y mucho cuando abordan temas lentos como ese maravilloso Blue Light que cierra el álbum y que va creciendo hasta hacerse inmenso. Va a tener razón Bryan Small y como dice en el Ruta 66 del pasado mes Las mejores baladas las cantan los punk-rockers...