domingo, 2 de diciembre de 2012

Michael Jordan. El rey del juego


A principios de los noventa tras la retirada de Magic Johnson y Larry Bird la NBA estaba en su máximo esplendor y seguía creciendo y creciendo. Ambos jugadores habían elevado la competición a su pico en todos los sentidos y su legado continuaría con el que después ha sido considerado el mejor jugador de todos los tiempos: Michael Jordan. Jordan irrumpió a mediados de los ochenta y se coronó en los noventa. Cuando me empecé a interesar por la NBA mi equipo favorito eran los Boston Celtics pero tras la retirada de Larry Bird los de Massachussets pasaron una travesía por el desierto sin oler los puestos de playoffs unos cuantos años seguidos. Y como toda la vida he sido un chaquetero y más en la NBA me hice de los que ganaban siempre: los Bulls de Chicago.

En aquellos años seguí todas las hazañas deportivas de Jordan y cía pero todo el tema extradeportivo no me interesaba demasiado. No ha sido hasta años después cuando he desarrollado mi gusto por la carroña y derivados. Y en todos los ámbitos de la vida hay lugar para tales menesteres. Y la biografía de Jordan desde luego no es una excepción. Sobre su vida conocía de pasada su afición por el juego, la escabrosa muerte de su padre y su retirada y paso por el béisbol pero me faltaban muchos detalles que esta biografía recoge de forma ágil y amena. Felicidades a su autor, Máximo Jose Tobías.

Un asunto especialmente atractivo es la apuesta de Nike por Michael Jordan. Llámalo visión, llámalo suerte pero lo cierto es que esa empresa dio en el clavo contratando en 1984 a un debutante en la NBA. Lo que ha generado para esa marca Jordan es incalculable o más bien seguro que los contables de dicha empresa lo saben bien. Aquí se cuenta la frase más famosa y que lo cambió todo en el marketing deportivo, aquello de ¿Qué van a hacer ustedes por Michael Jordan? Así, con chulería. Nike acertó y les ofreció lo que andaban buscando y finalmente convirtieron a Jordan en un icono publicitario.


Su paso por el béisbol está muy bien detallado. Se sigue especulando porque Jordan se tomó aquel hiatus cuando estaba en plena forma. Y las razones sólo las conoce el propio Jordan. En el libro se cuentan su periplo con el bate de béisbol que fue un fracaso para un tipo tan competitivo como Jordan. Su carácter competitivo está perfectamente descrito desde sus tiempos en North Carolina. Un jugador que quería constantemente mejorar en todas las facetas del juego sin conformarse con ser un saltarín imparable por su tremendo fisico.

Y lo que más me ha llamado la atención es que su carácter competitivo y su autoexigencia la hacía extensible a los demás a los que quería exprimir a toda costa para obtener la victoria. A Pippen en sus comienzos se las hizo pasar putas y cuando ya fue su compinche y llegaban jugadores nuevos Jordan y Pippen se repartían los papeles de poli malo y poli bueno. Eso en el mejor de los casos porque otras era simplemente poli malo, poli puto peor. Por no hablar de lo rencoroso y vengativo que era. Cualquier afrenta de jugador, periodista o entrenador se le quedaba grabada al amigo Jordan y cuando podía: Zas!!! Y casi siempre podía. El que sería escudero fiel en el futuro Ron Harper dijo una vez cuando era su rival: Bueno, Michael nunca me ha metido cincuenta puntos a mi. Para todo hay una primera vez, sentenció Jordan. Lo siguiente que supo Harper cuando jugó contra el es que Jordan llegó a los 55 puntos.


Como he escrito a Jordan lo que le interesaba era ganar y que sus compañeros fuesen duros e implacables como él. De hecho Jordan siempre dijo que aunque la plantilla con más talento en la que había estado fue la de su llegada a Chicago, era eso talento, les faltaba el gen competitivo. Una de mis anécdotas favoritas se dio con Bill Cartwright un pívot que vino sustituyendo a Charles Oakley que fue traspasado a pesar de la oposición de Jordan. Bien, MJ le hizo la vida imposible a Cartwright al que se rumoreaba que le pasaba balones que no podía controlar e incluso se comentó que le había boicoteado entre el resto de sus compañeros. Bill Cartwright ni se achicó ni se cortó un pelo y abordó a Jordan y le informó de lo que podía pasarle al que jugaba con el pan de sus hijos. Una amenaza que dio sus frutos. Cartwright se ganó el respeto de Jordan. El libro está plagado de momentos similares. A mi a veces me parecía que estaba leyendo extractos del guión de La Chaqueta metálica llevados al basket.