miércoles, 24 de enero de 2007

John Fogerty, the old man down the road


Se presentó en un juzgado de Los Ángeles guitarra en ristre para defenderse de una acusación de autoplagio, un hecho insólito a la par que cómico en la historia de la música. En esta tesitura se vio inmerso John Fogerty cuando el capo del sello Fantasy, Saul Zaentz le llevo a juicio alegando que su canción The old man down the road copiaba a otra del propio John cuando este formaba parte de la Creedence Clearwater Revival. Aunque el músico ganó la batalla en los juzgados, los costes legales le dejaron tocado y harto del negocio. Rocambolesco suceso que fue una piedra más en el tortuoso camino que condujo a Fogerty a demandar a sus ex compañeros por temas de derechos intelectuales y a apartarse durante mucho tiempo del mundo de la música. Durante años John trato en vano de negociar con Fantasy por unas mejores condiciones en concepto de royalties y el músico californiano acabó tan harto y desengañado del negocio musical que optó por un largo retiro para suplicio de sus seguidores. Y es que no hay nada más molesto para un artista que le roben por su creación, y que quien lo haga encima se haga rico a su costa.
En ese periodo alejado del show business, Fogerty se dedico a indagar en las raíces de la música americana, fundamentalmente del blues. Así viajó al Delta del MIssissippi a conocer de primera mano la génesis del rock´n roll. Y todo ese mundo del que se empapo fue plasmándose en cada una de sus grabaciones consiguiendo notables trabajos como Blue Moon Swap que en 1997 obtuvo el premio Grammy al mejor disco de rock de ese año. A partir de ahí el talento de este gran cantante americano nos fue racionado con cuentagotas.
Al mismo tiempo que estudiaba como si de un musicólogo se tratara las raíces del blues y el folk, sus ex compañeros Stu Cook y Doug Clifford ponían en marcha de nuevo el grupo madre, hecho que encolerizo sobremanera a Fogerty. Por supuesto, éste se negó a que sus antiguos compinches girasen con el nombre de la Creedence y al final el tema acabo de nuevo en los juzgados. Desde entonces Stu y Doug giran con el nombre de Creedence Clearwater Revisited tratando en vano de recuperar la magia de un pasado que jamás volverá por la sencilla razón de que el talento y el alma de la Creedence se llama John Fogerty.
Así continúan las cosas en la actualidad. Con alguna importante novedad. John Fogerty ha vuelto a su antiguo sello Fantasy, ha recuperado los derechos de sus canciones y a finales del 2006 editó un doble cd titulado The Long Road Home en el que figuran los éxitos de la Creedence junto con temas de sus discos en solitario. En total 24 canciones que son un excelente documento para hacerse una idea de lo grande que es Fogerty. Acompañando al disco se publico un dvd en directo grabado en el Wiltern Theatre de Los Angeles el 15 de septiembre de 2005. Una magnifica oportunidad de disfrutar del increíble estado de forma de John Fogerty arropado por unos músicos competentes curtidos en mil batallas. Es asombroso comprobar como canta este hombre, pasando de temas de gran sensibilidad como Deja vu (all over again) o Have you ever seen the rain? a canciones cañeras como Fortunate son o Born on the Bayou con una facilidad pasmosa. Tan sólo nos queda mantener la esperanza de que algún día se acerque por aquí para gozar de un auténtico concierto de rock´n roll. No me extrañaría, me consta que los promotores del Azkena Rock Festival lo tienen entre sus prioridades, que así sea.

sábado, 13 de enero de 2007

Robert Mitchum, that man


No poseía la elegancia de Cary Grant, ni gozaba de la simpatía del público como Jack Lemmon, tampoco hacia gala de ese difícil carácter como Marlon Brando. Por supuesto no contaba en absoluto para la crítica seria de su tiempo y el mismo no ayudaba en nada con su actitud. Imaginaos algún actor de hoy en día haciendo declaraciones del tipo: Las películas me aburren, especialmente las mías o Tengo dos formas de actuar con o sin caballo. No, definitivamente Robert Mitchum no era un tipo fácil. Cuando alguien alababa en exceso su trabajo parecía sentirse incómodo y cortaba de raíz cualquier intento de congeniar con el sujeto en cuestión. El cine era un medio de ganarse la vida sin hacer demasiado esfuerzo. Después de vagabundear por la América profunda de los años 30 cualquier trabajo que lo alejase de la delincuencia o del boxeo parecía una buena alternativa.
Realizo más de 150 películas y estuvo soberbio en un buen número de ellas aunque otras no valiesen ni para huir del frío atroz de Minnesotta un 14 de febrero. Paseo su inconfundible rostro desde la década de los 30 hasta bien entrados los 90. Casi nadie estuvo tanto tiempo como él en primera línea. Afortunadamente, con el paso del tiempo la critica europea, especialmente la francesa, se percato de que bajo esa apariencia de desidia se encontraba uno de los actores mas intuitivos y trabajadores que han pasado por Hollywood. Allí donde otros querían destacar, Mitchum administraba sus recursos interpretativos de forma sutil e única, no hacían falta grandes aspavientos. No necesitaba el método Stanislavski (en todo caso el Smirnoff como le dijo a un joven actor en los 60), ni dárselas de importante, en ocasiones bastaba con saber escuchar y decir tus frases sin equivocarte. Toda una economía de medios de la que sacaron partido unos cuantos directores: Fred Zinneman, Otto Preminger, John Huston o Charles Laughton en su única incursión detrás de las cámaras.
Su carrera despegó en la RKO, uno de los estudios más caóticos del Hollywood clásico dirigido caprichosamente por el loco de Howard Hughes. En su seno participo en algunas de las mejores películas de cine negro de la época: Retorno al pasado, Cara de ángel o Encrucijada de odios y en títulos menos acertados marcados por las extravagancias de su dueño, el peculiar Hughes. Cuando termino su vinculación con la RKO trabajo por libre como tantas otras estrellas para los grandes estudios de la época: Universal, Columbia o Fox. A menudo se refugio en papeles en un tipo de cine denostado por la gente seria pero que proporciona gran entretenimiento: el cine de aventuras. Así, brillo especialmente en Bandido, Tres vidas errantes o Solo Dios lo sabe. Pero había que hacer de todo y rodó algunos memorables melodramas como No serás un extraño o Con él llego el escándalo. Aunque tal vez en la retina de los espectadores perdure su malvado Harry Powell de La noche del cazador una pequeña joya reivindicada con los años como una de las mejores películas de la historia. Ahí y en El cabo del terror el amigo Mitchum da miedo, se sumerge en las profundidades del alma humana y aparece como un ser diabólico. En una época se implicó incluso en un proyecto totalmente personal, Thunder Road, la historia de un contrabandista de alcohol que encandiló a los seguidores de la cultura pop.
Con los años no sólo no disminuyó su presencia en el celuloide sino que trabajó más que nunca. Tal vez perdió el norte en los años 70 y 80, pero ¿quién no lo hizo en esas décadas? Aún así surgía de vez en cuando majestuoso, dando lecciones a los más jóvenes: Adiós muñeca, La hija de Ryan, Los amantes de María o Dead man son buenos ejemplos de ello, junto con el nostálgico cameo en El cabo del miedo, remake de El cabo del terror, realizado por un furibundo admirador suyo, Martin Scorsese, que cuando le conoció le comento que había visto todas sus películas a lo que Mitchum contestó que él no habría visto más de siete.
Su muerte coincidió con la de otro icono del Hollywood clásico: James Stewart, el prototipo de americano medio, de buen talante y corazón, en las antípodas del pendenciero y travieso Robert Mitchum. Cualquier momento es bueno para visionar una de esas inimitables películas de cine negro en las que participo este hombre y deleitarse de nuevo con el eterno perdedor que encarnaba como nadie. Fijaros, insisto una vez más en la mejor cualidad de Mitchum, sabía escuchar, hay es nada…

domingo, 7 de enero de 2007

The Last DJ Refugee


Pretende ser un blog no sometido a la dictadura de la actualidad, ni musical, ni cinematográfica, ni literaria. Esa que establece que los discos son viejos cuando apenas llevan un mes en las tiendas de discos (las pocas que quedan), los libros pasan de primera línea de exposición a los últimos recovecos de la estanterías en cuestión de días y ciertas películas a duras penas aguantan un par de semanas en la cartelera. Y es que en nuestra humilde opinión hay discos que requieren más de una escucha antes de lanzarse a una crítica precipitada, determinadas películas se aprecian mejor con un segundo visionado y unos pocos libros merecen paciencia más allá de las 30 primeras páginas.
Hemos tomado el nombre de un disco y una canción de Tom Petty. El disco se titula The last Dj, editado en el 2002 y la canción, Refugee, es de su primera época, concretamente del Damn the torpedos (1977). La elección del nombre, además de un homenaje a uno de nuestros intérpretes favoritos, esta motivada por las reflexiones que de la industria discográfica y de la sociedad en general realizo Tom Petty en ese maravilloso disco.
Situémonos, pues en el 2002. Tom Petty lleva tres años sin editar material nuevo y hay expectación por escuchar lo que tiene que ofrecer el rubio de California. A pesar de que en su momento fue considerado como un bajón creativo lo cierto es que The last Dj es de esa clase de trabajos que mejora con las escuchas. Además de contener un punto de vista muy lúcido sobre la situación de la industria discográfica, ya sabéis, lo importante es vender el producto con una buena imagen, el álbum esta repleto de maravillosas melodías y de intensos momentos rockeros marca de la casa. Y es que se me ocurren pocos artistas con el talento de Petty para crear melodías a la altura de unos Beatles o Jayhawks, a la par que es capaz de rockear sin complejos en la onda del rock americano de siempre, al ladito del omnipresente Springsteen o del cada vez más distanciado de este mundo John Mellencamp.
El disco se abre precisamente con la canción que le da titulo: The last Dj, un tema dedicado a todo un héroe solitario en la radio fórmula actual, alguien que pone la música que le apetece, cuando quiere, que no esta perseguido por la alargada sombra de la actualidad. Valgan unas estrofas de Petty para rendir ese merecido homenaje a esas personas: There goes the last dj, who plays what he wants to play and says what he wants to say. Una declaración inicial emotiva a la que le sigue una de las mejores canciones del catalogo de Petty: Money becomes king, emocionante relato de la vida de un paria que empieza tocando para la gente que siente su música y acaba engullido por la esponsorización actuando frente a una serie de VIPs que son los que manejan el cotarro. Algunas de las mas certeras estrofas del músico californiano se encuentran aquí: Johnny rock that goleen circles and all tose vip´s and that music that freed us became a tired rutine…Aunque tal vez el músico americano tenga una visión muy deprimente sobre la situación de la industria musical y de la sociedad en general es difícil rebatirla. Echemos un vistazo al mundo actual y pensemos en la canción Joe donde nos habla de un ejecutivo que se pavonea de crear un icono entre los jóvenes, una cara bonita con la que él se hará rico: Go get me a kid with a good – looking face, bring me a kid can remember his place some hungry poet son of a bitch he gets to be famous i get to be ridh. Desgraciadamente basta observar MTV o los 40 para percatarse de que ese es el modelo dominante: bonitos rostros, mucha coreografía, bailoteo y poca o nula esencia. En cualquier caso, aunque a Tom Petty no le guste el panorama actual, no cabe duda de que es un romántico, el eterno adolescente, el Peter Pan del rock´n roll, alguien que todavía cree que hay cosas que no se pueden comprar: well you may take my money, you may turn off my microphone but you can´t steal what you can´t feel can´t stop the sun from shining…Afortunadamente como en la propia vida también hay momentos llenos de magia, cosas que merece la pena vivir, canciones como Blue Sunday o Dreamville son el contrapunto esperanzador ante un panorama cada vez más vacío.
Tan solo nos resta aconsejaros la adquisición de este cd, The last Dj.. Tal vez en una primera escucha consideréis que estáis ante un disco menor pero con el tiempo canciones como, Like a diamond o Have love will travel, más las citadas anteriormente se apoderaran de vosotros para no abandonaros jamás. El álbum cuenta con unos arreglos orquestales precisos que lejos de embadurnar innecesariamente el contenido lo mejoran para situarlo en una de las obras cumbre de este genio de la melodía. Además de la edición en cd existe un dvd en directo que recoge la presentación del disco en el Grand Olympic Auditórium de Los Angeles. En el 2006 Tom Petty ha publicado un nuevo disco: Highway companion, otra delicia que le ha reunido de nuevo con el productor Jeff Lynne, pero eso lo dejamos para otro día.