miércoles, 4 de mayo de 2011

Misterioso Asesinato en Manhattan



La primera película que vi de Woody Allen fue Misterioso asesinato en Manhattan. Era el año 94 y a esas alturas el director neoyorkino ya había rodado alguna de sus obras más celebres como Manhattan, Annie Hall, Hannah y sus hermanas o Delitos y faltas. Yo había oído hablar de el y conocía trozos y diálogos de sus películas pero mi debut fue esta en la que Allen recupero a Diane Keaton y volvió a trabajar con Marshall Brickman. A partir de ahí y muy bien asesorado por mi amigo Rober me sumergí en una de las filmografías que más me han hecho gozar en mi vida. El universo alleniano es conocido y repetido en todas sus películas. Hay unos cuantos temas sobre las que giran sus films pero este aspecto que suele ser muy criticado es para mi la clave de su éxito. Y una cualidad fundamental: sentido del humor y el ejercicio más sano que hay: reírse de uno mismo.

Recuerdo que leí muy buenas críticas en su día sobre Misterioso asesinato en Manhattan. El leit motiv de las criticas giraba en torno a que Allen había vuelto a recuperar el pulso y estaba cerca de esas grandes obras antes mencionadas. Y eso era en parte porque en este film Allen se reencontraba con dos colaboradores muy importantes. Por un lado Marshall Brickman que había sido coguionista en El dormilón, Annie Hall y Manhattan y por otro con la protagonista de éstas: Diane Keaton. A Diane se añade un muy buen reparto con la peculiar Anjelica Huston el también neoyorkino Alan Alda y el propio Woody Allen. El cuarteto protagonista logra que la cosa funcione a la perfección, la tan mentada química entre actores. Las escenas entre Alan Alda y Diane Keaton siempre han sido de mis favoritas en la filmografía de este hombre.

Aunque con el paso de los años esta película suele quedar encuadrada entre las menores de su autor siempre que alguien me ha pedido que le recomiende una película de Woody Allen le nombro esta porque me parece que reúne todos los elementos habituales de Allen en perfecta sintonía. Es una comedia costumbrista, una divertida descripción de la vida en pareja, de la pasión y un divertido estudio sobre las diferentes reacciones de las mujeres y los hombres ante la misma situación. Hay una trama detectivesca sencilla y trufada de referencias clásica que se sigue con interés y que sirve de excusa perfecta para hurgar con tino en eso que tanto le gusta a este autor: disertar sobre las relaciones humanas. Un Woody Allen en plena forma cámara en mano y sabiendo elegir a los actores para que nos brinde un rato muy entretenido y que suelo revisitar. Y por supuesto Nueva York, siempre Nueva York. Una muestra más del amor de este hombre por su ciudad. I happen to like New York…..