La primera vez que escuché el disco pensé en esas excelsas producciones sonoras de Joe Henry, músico con el que Allison colaboró en su disco de 2019 The Gospel According To Water y posteriormente en All The Eye Can See de 2023. En esencia su música se mueve en parámetros similares en cuanto a intención sonora, en esa bendita forma de trabajar en la que los instrumentos se dejan espacio y crean un armazón perfecto sobre el que la voz de Allison se explaya de forma emocionante. El artífice en estas lides es Dan Knobler, todo el crédito para el porque logra un sonido envolvente y misterioso que le va como anillo al dedo para lo que Allison nos quiere contar.
La infancia y adolescencia de Allison Russell estuvieron plagadas de experiencias traumáticas, duras a más no poder y la artista canadiense ahora afincada en Nashville, se enfrentó a ellas lo mejor que pudo encontrando en la música una tabla de salvación redentora y sanadora. Así nos lo cuenta en este sobrecogedor Outside Child que abre con Montreal un resplandeciente canto a la ciudad canadiense por la que Allison vago y en la que ella de alguna forma se sintió protegida. Me encanta lo que cuenta en el texto de apertura de la canción, eso de que pudo ver gratis en un parque durante un festival de Jazz a Oscar Peterson. Increíble abrir un álbum así, con esa elegante guitarra acústica y la maravillosa voz de Allison cantando Oh my Montreal, Can I dream of you tonight?... El acompañamiento instrumental es espectacular, repleto de detalles sonoros cautivadores. Es una canción que he escuchado cientos de veces con los cascos y no me canso de apreciar lo fino que se puede hilar. Arte.
Nightflyer tiene un comienzo enigmático, poderoso, es imposible no prestar atención a lo que nos cuenta Allison en esta canción sobre la resiliencia, la resistencia y la gracia de convertirse en madre... El tema va avanzando sobre un sencillo colchón sonoro y los coros de las hermanas McCrary lo elevan más alto de lo que puedas imaginar. Persephone es sin lugar a dudas la canción con mayor potencial comercial, es buenísima, con ese punteo inicial que me recuerda a Chris Isaak. Un irresistible canto a su primer amor. La interpretación vocal de Allison es alucinante, bueno eso es así en todos y cada uno de los temas. 4th Day Prayer cabalga al vacilón ritmo del portentoso bajo de Chris Merrill. Es otra de las que se te queda a la primera como la siguiente, The Runner que cuenta con unas espléndidas armonías vocales cortesía de Yola.
Podría desglosar todas y cada una de las canciones de este álbum porque no hay tema flojo ni de lejos. Voy a rescatar dos más; Poison Arrow, otra embrujadora canción sobre su vuelta a Montreal, provista de unos evocadores coros y con un pequeño y delicioso solo de clarinete a cargo de la propia Allison y ese poderoso final con Joyful Motherfuckers una canción de una resonancia desbordante en la que comparte tareas vocales con su pareja JT Nero. Un sencillo tema acústico en el que sus voces casan a la perfección con toques muy chulos de piano a cargo de Drew Lindsay.
Termino citando a Joe Henry que escribió un maravilloso texto sobre este disco: Las canciones en sí, aunque férreas en sus preocupaciones, son exultantes: ejercitan un sueño atormentado como sábanas limpias que se rompen y se extienden a plena luz del día, con el ansia de vivir y la audacia de la resistencia del poeta romántico. Amén. Escuchar este álbum sigue siendo una experiencia exultante, sorprendente y tan cautivadora como la primera vez que lo escuché. Algún día seguiré con su excitante y muy diferente continuación, The Returner, que en el fondo puede que esté más conectado de lo que a priori se cree .
