Su trayectoria en los años con Ozzy Osbourne es impecable. De forma especial esos seis discos a los que hace referencia Rollins. Tommy Iommi, Bill Ward, Geezer Butler y Ozzy la liaron parda. No es solo que fuesen unos pioneros, nadie sonaba ni remotamente parecidos a ellos. Es que la lista de temas apabullantes que figuran en esos discos tira de espaldas. Creo que una de las canciones que más me ha impactado en mi vida es The Wizard. Esa armónica que capta tu atención, los riffs marca de la casa Iommi, la deliciosa voz de Ozzy…
Ozzy jamás tuvo una gran voz, pero su desquiciada forma de interpretar no deja indiferente a nadie, Iommi simplemente inventó unos riffs que nadie se habría imaginado ni el mejor de sus sueños o en la peor de sus pesadillas, Geezer Butler además de un compositor excelente era de los mejores con su instrumento, llevando al bajo donde quería y Bill Ward un batería colosal, tal vez poco valorado y que también aportaba lo suyo en la gestación de los temas.
En un suburbio de Birmingham a finales de los 60, vete a saber si de la polución, de la mezcla de sustancias o yo que se de dónde nació un sonido peculiar que cuarenta años después sigue siendo imitado hasta la saciedad. El primer álbum Black Sabbath fue grabado en 48 horas en unos estudios de Londres. Joder, hoy en día hay grupos que se tiran años para sacar un puto disco y estos tíos en dos días graban esa maravilla. Eran otros tiempos. En apenas cinco años publican esa ristra de seis discos de obligada escucha: Black Sabbath y Paranoid del 70, Master Of Reality (71), Vol 4 (72), Sabbath Bloody Sabbath (73) y Sabotaje (75). Amén.