sábado, 8 de diciembre de 2018

Matthew Sweet. Girlfriend

Es una constante habitual en mi hogar re-descubrir discos que pululan por las estanterías y que vete a saber por qué en su momento no les saqué todo el partido que merecían. Es un placer inmenso. Y aparecen de la forma más inesperada. El otro día me puse a todo volumen Rainy Day Music de The Jayhawks. Hacía tiempo que no lo escuchaba y me sigue pareciendo una maravilla. La clara y contundente demostración de que Gary Louris es más que capaz de continuar al mando de la nave sin Olson a su lado, sin que en ningún momento eches en falta al caótico Mark. Bien, pues en ese disco, participa a las voces en tres temas Matthew Sweet y recordé que tengo un par de discos de este sujeto. En su día creo que me los grabó Alex G. Y aunque escuché ambos, Girlfriend y Blue Sky On Mars, los abandoné demasiado pronto o no les di la cancha necesaria. En mi casa no habían alcanzado la categoría de clásicos. Desde hace unos meses si.

Y el flipe que llevo es de órdago. Ya me lo aviso en su día Su y seguro que Alex G. también. Y qué puedo escribir de Girlfriend. Recupero un Ruta 66 en el que sale en la portada el bueno de Matthew Sweet. En la entrevista Matthew le confiesa a Eduardo Ranedo que todos sus discos son comparados una y otra vez con Girlfriend, piedra angular de su discografía y al parecer insuperable. Sweet se congratula de que afortunadamente el que sacaba ese año Living Things había sido muy bien recibido e incluso algún crítico lo había puesto a un nivel similar a Girlfriend. Me gustará comprobarlo. Y de Girlfriend me sumo a los parabienes. Es un disco exquisito. Pop-rock celestial, con melodías arrebatadoras y guitarrazos chispeantes, universos que cuando se cruzan pueden dar lugar a obras tan redondas como este Girlfriend al nivel de las joyas de los mencionados Jayhawks.



Ya las primeras notas anuncian el deleite que vamos a disfrutar la próxima hora. Las guitarras de Robert Quine, Richard Lloyd y el propio Sweet se entienden a las mil maravillas y suenan de traca. Puedes sentir cada nota nítida y siempre al servicio de la canción. Unas veces suenan contundentes, otras más sutiles, a menudo se cruzan en perfecta sintonía con las acústicas. El disco suena a partes iguales sucio y luminoso en un perfecto equilibrio entre pop y rock. Hay varios temas en los que las armonías vocales son de ensueño (I´ve been waiting, Girlfriend o Evangeline), en otras da rienda suelta a su gusto por la balada country (Winona o You don´t love me) servida con elegancia y cuando acelera le salen canciones tan redondas como Does She Talk? o Divine Intervention, una forma sublime de abrir un disco.

Matthew Sweet se rodeó de unos músicos excelentes para darle lustre a estos 15 temas. Y no sobra ni uno. A los mencionados Robert Quine y Richard LLoyd a las guitarras, hay que añadir al prolífico e imbatible Greg Leisz al pedal steel guitar o Fred Mahler a la batería y también encargado de la producción. Mahler está detrás también de la producción de otro álbum mítico en mi casa, New York de Lou Reed. No quepo en mí de gozo. Por si esto fuera poco el próximo 14 de diciembre Matthew Sweet se pasará por estos lares dentro del Wop Festival






2 comentarios:

michellegun dijo...

El Disco con mayúsculas de Pop-Rock ( bien entendido). Todo de Matthew es aprovechable, y esos discos de versiones con Susanna..un abrazo compañero!!

Jim Garry dijo...

Michellegun: Je, je. Me ha hecho gracia esa aclaración sobre el término pop-rock ( bien entendido). Qué miedo tenemos entre los popuheads al pop ja ja ja. Los discos de versiones con Susana molan mucho.

Sex, love and rock´n soul