Hace nueve años justo en
estas fechas antes de partir a hacer una visita a la familia en Pucela fuimos
de nuevo a ver a Mark Lanegan en
directo. Era la tercera vez que le veía y aquella vez presentaba Field
Songs. Recuerdo que Ander dudó de ir porque estaba algo bajo de moral y
pensaba que aquella música no iba a contribuir precisamente a animarle. Susana
se encontraba en parecidas circunstancias. Pero al final los dos fueron y todos
nos lo pasamos bien. Fue un show intenso, muy intenso con Lanegan cantando
fenomenal y el personal absolutamente volcado con aquel tipo. De esos
conciertos que no olvidas. Incluso en aquella época chequeaba a menudo una web
dedicada a Lanegan y se pueden leer testimonios de esa y otras giras.
Cuento lo de Ander y
Susana porque es algo que nos pasa a la mayoría. En plena época de oscuridad
como la que vivimos hay música que no parece la mejor compañera de viaje. Mark Lanegan, NickCave, Alice In Chains… No hay mucha alegría ahí. Es otra cosa. Field
Songs fue el quinto y en mi opinión último gran álbum que ha editado el
amigo Mark que por supuesto sigue haciendo cosas interesantes. Pero en aquella época
estaba en plena forma y cuando cantaba en directo, a pesar de no moverse de una
puta baldosa, el tiempo se detenía y no querías estar en otro lugar en ese
momento.
Field Songs tiene lo esencial en cualquier buen disco.
Extraordinarias canciones. Algunas de las mejores del catalogo de este sujeto
lo que en mi casa equivale a decir lo mejor de lo mejor. Miracle, Don´t
forget me, Kimiko´s dream house, Low… Todo encajaba. Y ahí estaba Mike
Johnson el mejor socio que ha tenido Mark
Lanegan, Ben Sepherd seguía
siendo pieza esencial y para rematar el asunto Duff McKagan colaboraba en el último tema. Sigo pensando que hay
que tener cuidado con cuando pones esta música y al mismo tiempo creo que no
puede estar muy lejos de ti. Contradicciones que tiene la vida.
Algunos recopilatorios son
muy útiles para entrar en el universo de una banda. Aunque soy partidario de ir
poco a poco e incluso en orden diacrónico de vez en cuando una compilación de
lo mejor del artista en cuestión es más que válida. Más si está hecha con tan
buen gusto como este Remasters de Led Zeppelin. Ese fue el primer disco que me regaló Susana unas
Navidades de hace más de veinte años. Con apenas diecisiete años semejante disco te noquea. Aquel disco lo anunciaban a menudo en la
tele y estoy seguro que como yo otra mucha gente en el planeta supo quiénes
eran Led Zeppelin.
Es probable que sea uno de
los discos que más he escuchado en mi vida. Sobre todo aquellos años me dio
fuerte con este artefacto y luego poco a poco fui indagando y cogiendo en serie
media toda su discografía. Realmente merece la pena ir acudiendo a todos pero Remasters
es un muy buen inicio ya que selecciona con buen criterio 26 canciones
imprescindibles de estos sujetos. Se pueden degustar todas las facetas de la
banda que si bien es muchas veces metida en el saco del heavy lo cierto es que
transitaban con pasmosa facilidad por el blues y el folk. Sobre todo es esta
última faceta la que degusto hoy en día con más placer. Los discos III y
Houses
of the holy que al principio me entraron menos son de los que más
disfruto hoy en día.
Con Led Zeppelin no suele haber medias tintas. Hay verdaderos talibanes
de su religión que afirman, creen y juran por Zoso que estos tipos lo
inventaron todo pero lo cierto es que ese es un tema escabroso que siempre les
ha rondado. Siendo sincero me da igual. Mi opinión no varió sustancialmente
cuando me enteré que saqueaban con alevosía muchas canciones sin luego
reflejarlo en los créditos. Lo cierto es que eso éticamente es reprobable pero,
¡qué me aspen! ¡los resultados son fantásticos! A si que si todavía alguien
anda perdido y quiere entrar en el universo zeppeliando recomiendo Remasters
como un punto de inicio muy apetecible.
La última vez que vi a Royal
Crown Revue se pasaban por Bilbao con la excusa de álbum navideño que tenía su
punto y ofrecieron un bolo divertido, bailongo y alcohólico que recuerdo con
mucho cariño. Puede que para mucha gente solo sean otra banda más de aquello
que se denominó neo swing pero para el que esto escribe son especiales y lo son
por dos discos que me siguen gustando mucho y que escucho a menudo (sobre todo
en estas fechas): The Contender y Walks on fire. Éste último es mi
favorito de la banda y desgraciadamente tras su publicación en 1999 luego se lo
tomaron con mucha calma, con tanta que desde entonces solo han publicado un Ep
y el disco navideño reseñado.
Pero Walks on fire, ah…. She Walks on fire mola mazo como diría Bart Simpson. La clase de álbum que asocio con la fiesta, con
pasar una noche de película. Siempre pensé que estos tipos como los Fun Lovin´ Criminals tenían que haber
cedido al menos una canción a Los Soprano. Y de buenas canciones
anda sobrado este disco. Además muchas originales de la banda. Hace poco un
amigo me comentó que Stranger es la
clase de canción que no tiene nada que envidiar a uno de esos clásicos del jazz
vocal de la época dorada. Esta compuesta por Eddie Nichols y Daniel Glass
y desde luego le doy la razón a mi amigo.
Desde luego esa es mi
favorita pero aquí hay variedad y sobre todo una banda conjuntada y muy
inspirada con singles irresistibles y marchosos como Trapped (In the Web of Love) o Hey
Sonny where´d you go?, locuras bebop como A Bronx Hello, temas ideales para corear con los colegas en una
noche de fiesta Watts Local o
canciones al igual que Stranger
sencillamente perfectas, como otra de mis favoritas: Watcha Doin´ Tonight (Sam´s calling). Definitivamente ojala estos
tíos se pasasen por aquí todos los años por Navidades. Y si tocasen enterito
este disco la iba a gozar de lo lindo.
Cada año ponemos antes la decoración navideña. Y más desde que los pequeños ven las luces por las calles y por los escaparates de las tiendas. Y reconozco que a día de hoy las Navidades son unas fiestas que disfruto por cómo se lo pasan los peques. Así, que no este año tampoco voy a ser el Grinch. El puesto está vacante. La banda sonora para la puesta de los adornos navideños han sido los nunca suficientemente reivindicados Royal Crown Revue.
A
principios de los noventa tras la retirada de Magic Johnson y Larry Bird
la NBA estaba en su máximo esplendor
y seguía creciendo y creciendo. Ambos jugadores habían elevado la competición a
su pico en todos los sentidos y su legado continuaría con el que después ha
sido considerado el mejor jugador de todos los tiempos: Michael Jordan. Jordan
irrumpió a mediados de los ochenta y se coronó en los noventa. Cuando me empecé
a interesar por la NBA mi equipo
favorito eran los Boston Celtics
pero tras la retirada de Larry Bird
los de Massachussets pasaron una travesía por el desierto sin oler los puestos
de playoffs unos cuantos años seguidos. Y como toda la vida he sido un
chaquetero y más en la NBA me hice
de los que ganaban siempre: los Bulls
de Chicago.
En aquellos
años seguí todas las hazañas deportivas de Jordan
y cía pero todo el tema extradeportivo no me interesaba demasiado. No ha sido
hasta años después cuando he desarrollado mi gusto por la carroña y derivados.
Y en todos los ámbitos de la vida hay lugar para tales menesteres. Y la
biografía de Jordan desde luego no
es una excepción. Sobre su vida conocía de pasada su afición por el juego, la
escabrosa muerte de su padre y su retirada y paso por el béisbol pero me
faltaban muchos detalles que esta biografía recoge de forma ágil y amena. Felicidades
a su autor, Máximo Jose Tobías.
Un asunto
especialmente atractivo es la apuesta de Nike
por Michael Jordan. Llámalo visión,
llámalo suerte pero lo cierto es que esa empresa dio en el clavo contratando en
1984 a un debutante en la NBA. Lo
que ha generado para esa marca Jordan
es incalculable o más bien seguro que los contables de dicha empresa lo saben
bien. Aquí se cuenta la frase más famosa y que lo cambió todo en el marketing
deportivo, aquello de ¿Qué van a hacer ustedes por Michael Jordan? Así, con chulería. Nike acertó y les ofreció lo que andaban buscando y finalmente
convirtieron a Jordan en un icono
publicitario.
Su paso
por el béisbol está muy bien detallado. Se sigue especulando porque Jordan se tomó aquel hiatus cuando
estaba en plena forma. Y las razones sólo las conoce el propio Jordan. En el libro se cuentan su
periplo con el bate de béisbol que fue un fracaso para un tipo tan competitivo
como Jordan. Su carácter competitivo
está perfectamente descrito desde sus tiempos en North Carolina. Un jugador que quería constantemente mejorar en
todas las facetas del juego sin conformarse con ser un saltarín imparable por
su tremendo fisico.
Y lo que más
me ha llamado la atención es que su carácter competitivo y su autoexigencia la
hacía extensible a los demás a los que quería exprimir a toda costa para
obtener la victoria. A Pippen en sus
comienzos se las hizo pasar putas y cuando ya fue su compinche y llegaban
jugadores nuevos Jordan y Pippen se repartían los papeles de poli
malo y poli bueno. Eso en el mejor de los casos porque otras era simplemente
poli malo, poli puto peor. Por no hablar de lo rencoroso y vengativo que era.
Cualquier afrenta de jugador, periodista o entrenador se le quedaba grabada al amigo
Jordan y cuando podía: Zas!!! Y casi
siempre podía. El que sería escudero fiel en el futuro Ron Harper dijo una vez cuando era su rival: Bueno, Michael nunca
me ha metido cincuenta puntos a mi. Para todo hay una primera vez, sentenció Jordan. Lo siguiente que supo Harper
cuando jugó contra el es que Jordan
llegó a los 55 puntos.
Como he
escrito a Jordan lo que le
interesaba era ganar y que sus compañeros fuesen duros e implacables como él. De
hecho Jordan siempre dijo que aunque
la plantilla con más talento en la que había estado fue la de su llegada a
Chicago, era eso talento, les faltaba el gen competitivo. Una de mis anécdotas
favoritas se dio con Bill Cartwright
un pívot que vino sustituyendo a Charles
Oakley que fue traspasado a pesar de la oposición de Jordan. Bien, MJ le hizo
la vida imposible a Cartwright al
que se rumoreaba que le pasaba balones que no podía controlar e incluso se
comentó que le había boicoteado entre el resto de sus compañeros. Bill Cartwright ni se achicó ni se cortó un
pelo y abordó a Jordan y le informó
de lo que podía pasarle al que jugaba con el pan de sus hijos. Una amenaza que
dio sus frutos. Cartwright se ganó
el respeto de Jordan. El libro está
plagado de momentos similares. A mi a veces me parecía que estaba leyendo
extractos del guión de La Chaqueta metálica llevados al
basket.
Al parecer cuando Jeff Twedy de Wilco le produjo You are not alone a Mavis Staples
ésta le comentó que llevaba grabando discos sesenta años y que no le gustaba
perder el tiempo en el estudio. Dicho y hecho. Las sesiones que se llevaron a
cabo en un loft de Chicago propiedad de la banda se concentraron en la voz de
esta mujer bien arropada por guitarras hirientes si era el caso, sutiles cuando
la ocasión lo requería. El resultado mejor incluso que el disco que editó con Ry Cooder de productor, We'll Never Turn Back con el que la descubrí.
Claro que como ella comenta llevaba muchos años grabando y su trabajo con The Staple Singers merece un o varios post
aparte.
Nunca he sido seguidor de Wilco ni de su cantante Jeff Twedy pero aquí el tipo sabe lo
que se hace. No podía estropear grabar con una leyenda como Mavis y acierta de
pleno con el tono del disco. Por supuesto el gospel es la base sobre la que se
sustenta este artefacto pero muy bien punteada por el blues. Me encanta ese
arranque pausado en Don´t Knock con esos punteillos de guitarra que dan paso a la poderosa aparición de
la voz de Mavis a la que se unen los
habituales coros gospel. Ya me tienen ganado.
El repertorio escogido
para la ocasión es un acierto. Tradicionales del género como In Christ There Is No East or West o Wonderful Savior vitaminados por la voz
de Mavis y suculentas canciones de algunos de los mejores escritores de
canciones que han pisado la tierra como es el caso de John Fogerty (Wrote a song
for everyone). Otra de las que te lleva a las alturas es Losing You de Randy Newman (sujeto en el que tengo que indagar antes o después). Y
por supuesto reconocer el acierto del propio Twedy con You Are Not Alone,
ideal para que la cante esta mujer. Y una de mis favoritas es sin duda Creep Along Moses. Reconozco que pierdo la
cabeza con temas tradicionales como ese.
Cuando se juntan dos voces
como las de Donny Hathaway y Roberta Flack dejas de inmediato lo que
estés haciendo en ese momento y les dedicas toda tu atención. De noche es el
mejor momento para escuchar un artefacto como este repleto de clase y
sensualidad. Roberta Flack & Donny Hathaway fue el mayor éxito en la
carrera de Donny muy amigo de Roberta desde los tiempos en que estudiaron
juntos en la Universidad. Su amistad propició un primer encuentro discográfico
sobresaliente con momentos inolvidables. Incluso aunque revisen temas tan
conocidos como Baby I love you que ya
elevó a las alturas Aretha Franklin
o You´ve got a friend de Carole King.
Esos temas son baza segura
en las voces de estos dos. Especialmente me gusta la de Carole King porque cuando una canción la ha cantado antes Aretha, pues eso, poco se puede hacer. El
inicio con I (Who Have Nothing) es
sobrecogedor, una delicada canción cantada con dos voces suaves y exquisitas.
Es curioso lo que me comenta un amigo: a Donny no le gustaba su voz. Supongo
que los que le rodeaban le dirían una y otra vez lo contrario. Empezando por la
misma Roberta.
Al parecer el disco nace
por insistencia del jerifalte de Atlantic Jerry
Wexler para darle un empujón a la carrera de Hathaway. Si fue así, bien por Jerry porque Donny merecía ese éxito
y hoy en día merecería más reconocimiento. La principal baza del disco
evidentemente es la voz de ambos porque los arreglos son ambiciosos e incluso
alguno recargado. Pero sinceramente no me importa. Alucino con temas como Be Real Black For Me o Come Ye Disconsolate pero el que me ha
volado la cabeza tras sucesivas escuchas es You've
Lost That Loving Feeling. Y ese emotivo instrumental final con Mood.