La trama principal es sencilla. En el marco de la Segunda Guerra Mundial se cuentan las peripecias de un joven Prewitt (Clift) destinado en Hawai. El ataque a Pearl Harbour está cercano. Su quehacer cotidiano se ve bruscamente interrumpido por unos superiores que le quieren hacer la vida imposible. Quieren que boxee en unos campeonatos internos pero el muchacho no quiere hacerlo, aún a costa de aguantar humillaciones de todo tipo. Uno de los pocos amigos que tiene es Angelo Maggio (Sinatra) y tambien Milton Warden (Lancaster) le apoya en lo que puede. Hay otras tramas paralelas que como en las grandes películas enriquecen el resultado.
Durante el rodaje el jerifalte de Columbia Harry Cohn y el director Fred Zinneman se las tuvieron más que tiesas. El director pudo imponer a Monty Clift en el papel de Prewitt contra la voluntad del egocéntrico productor. Y acertó de lleno. El mejor papel de Clift. Explotando ese rostro vulnerable con esa mirada que parecía carcomida por múltiples demonios interiores y que reclamaba auxilio constantemente...
El papel de Sinatra es jugoso. Y el tipo le sabe sacar el mejor rendimiento posible. Su forma de andar, su estilo desinhibido, esa forma de llevar sombreros y su voz que también brilla aquí aunque no cante cautivaron a la critica de su tiempo y a sus propios compañeros puesto que con este papel gano un Oscar al mejor actor secundario.
Tan conocida como la película es la leyenda de cómo consiguió el papel Sinatra. Al parecer sus amistades peligrosas tuvieron algo que ver. En El Padrino hay una escena “homenaje” a tal hecho. O al menos así se ha contado siempre. Me hubiese gustado saber que opinaba el bueno de Frank al respecto.