En la estantería de mi casa tengo desde el día que se publicó Viajes por el Scriptorium, la última novela de Paul Auster. En otra época de mi vida lo habría leído por lo menos un par de veces pero en esta ocasión ni siquiera lo he empezado. Reconozco que he leído algunas críticas que me han echado para atrás y tengo un recuerdo tan bueno de Brooklyn Follies que no quiero sumergirme en el universo austeriano con lo que barrunto que va a ser una obra menor.
Y es que desde hace años tengo la sensación de que la obra de este escritor y su propia persona ha estado sobreexpuesta a los medios de comunicación. En ese periodo la editorial Anagrama ha publicado numerosas obras de Paul Auster, equivalentes a determinados discos de rarezas de algunos músicos, sólo que con resultados bastante pobres. Y parece que el escritor norteamericano no ha hecho ascos a toda esa vorágine sobre su persona y obra.
No soy el típico snob que en cuanto algo se hace un poco popular reniega de ello. Nada más lejos de la realidad, de hecho creo que en el caso de Paul Auster, Brooklyn follies (2005) es junto a El palacio de la luna, Leviatán y La música del azar su mejor novela. Pero si es cierto que un cierto deja vu se hace patente cada vez con más fuerza en la narrativa de este hombre desde que publico Tombuctú en 1999. En cualquier caso todavía es capaz de firmar grandes obras como la mencionada Brooklyn follies o El libro de las ilusiones.
El próximo mes de septiembre Paul Auster formará parte del jurado del Festival de cine de San Sebastián donde además presentará su película La vida interior de Martin Frost basada en la vida de un personaje de su novela El libro de las ilusiones. Espero con ansias este nuevo reto austeriano. Ojalá se acerque a la maravillosa Smoke basada en un guión suyo. Aunque eso tal vez sea demasiado pedir.
Y es que desde hace años tengo la sensación de que la obra de este escritor y su propia persona ha estado sobreexpuesta a los medios de comunicación. En ese periodo la editorial Anagrama ha publicado numerosas obras de Paul Auster, equivalentes a determinados discos de rarezas de algunos músicos, sólo que con resultados bastante pobres. Y parece que el escritor norteamericano no ha hecho ascos a toda esa vorágine sobre su persona y obra.
No soy el típico snob que en cuanto algo se hace un poco popular reniega de ello. Nada más lejos de la realidad, de hecho creo que en el caso de Paul Auster, Brooklyn follies (2005) es junto a El palacio de la luna, Leviatán y La música del azar su mejor novela. Pero si es cierto que un cierto deja vu se hace patente cada vez con más fuerza en la narrativa de este hombre desde que publico Tombuctú en 1999. En cualquier caso todavía es capaz de firmar grandes obras como la mencionada Brooklyn follies o El libro de las ilusiones.
El próximo mes de septiembre Paul Auster formará parte del jurado del Festival de cine de San Sebastián donde además presentará su película La vida interior de Martin Frost basada en la vida de un personaje de su novela El libro de las ilusiones. Espero con ansias este nuevo reto austeriano. Ojalá se acerque a la maravillosa Smoke basada en un guión suyo. Aunque eso tal vez sea demasiado pedir.
Totalmente de acuerdo, aunque yo añadiría El país de las últimas cosas a la lista de imprescindibles en la obra de Auster. Yo creo que es difícil mantener el mismo nivel siempre pero que Brooklyn follies se pueda considerar como uno de sus grandes trabajos dice mucho de este hombre ¿no crees? Habrá que leer su último libro y si no es tan bueno pues a esperar al siguiente que seguro que nos sorprende.
ResponderEliminarEn mi opinión, la "Trilogía de NY", y "El libro de las ilusiones" son sus mejores obras. La música del azar es genial también.
ResponderEliminarSoy de los que pienso que siempre habrà algo en sus libros por lo que merezca la pena leerlos. Aunque sólo sea por dejarse llevar por la cascada de historias inagotable que supone cada una de sus novelas. (Incluso en sus obras menores, siempre estoy esperando que en el remolino de palabras aparezca alguna historia que me sacuda).