Siempre he sido firme defensor de lo público. Hoy más que nunca. Convendría tener una precisión quirúrgica a la hora de explicar como funciona el sistema. Luz y taquígrafos. Pedagogía para que la ciudadanía sepamos para qué sirven los impuestos, dónde va el dinero y como se gestiona. Y ser escrupuloso en su administración. Los mensajes en la otra dirección ya los conozco y se abren paso cada día con más fuerza. Y lo peor de todo calan en buena parte de la población. Y no hay cosa peor pero me temo más efectiva que lograr el desprestigio de lo público, crear esa falsa bonanza de que tu seguro privado y tu colegio privado o concertado (el colmo de la perversión) es ineludiblemente mucho mejor y más eficaz que lo público.
Debería existir un consenso sobre los servicios públicos que fuese más allá de la ideología aunque esto parezca una quimera pero tal vez un buen referente sea el modelo escandinavo. Si, ya se que hoy en día está en muy mal momento pero durante mucho tiempo fue un referente, un ejemplo de sociedad más igualitaria. Trasladar ese modelo cuando funcionaba a otros países de Europa con características distintas en cuanto a población, riqueza y demás siempre fue un debate inútil. En cualquier caso lo tengo claro, hace falta más inversión pública, mucho mejor gestión y eficacia y sobre todo pedagogía, una explicación clara y concisa de porqué es importante que el dinero de los impuestos vaya para mejorar la vida de las personas. Desgraciadamente mucho me temo que esgrimir estos argumentos es ir a contracorriente y el modelo ultraliberal triunfa cada vez más. Claro que a menudo a los que se les llena la boca con el libre mercado y zarandajas varias tienen un curioso historial chupando del dinero de todos. Hay que luchar cada día por lo público, hoy, mañana y siempre.