Las vacaciones son lo mejor. Ninguna duda al respecto. Ya sea quedándome en mi hogar o saliendo por ahí las saco partido a tope. He pasado tres días por tierras castellanas concretamente en Portillo con jugosas excursiones a Valladolid y a Urueña la villa del Libro. He ido al pueblo donde nació mi aita desde mi más tierna infancia y después muchos años a gozar de las fiestas y pegarme las juergas tan habituales en la juventud. Pero apenas conozco casi nada de la provincia, parajes que merecen la pena, ni pueblos pintorescos ni tampoco toda la amplia oferta cultural que tiene una ciudad como Valladolid la más poblada y con más posibles de Castilla y León.
Este finde gracias a la generosidad de mi primo Oscar he gozado con unas cuantas excursiones potentes de esas que dejan huella por lo que ves y sobre todo por la compañía. El Museo de Escultura de Valladolid tiene auténticas joyas que escapan a mi escaso bagaje cultural pero contemplarlas con un gran cicerone como mi primo fue una delicia. El tiempo se me pasó volando. Dos horas viendo esculturas que explican muchos aspectos del alma humana, de las conexiones espirituales y religiosas, de la bondad y también y sobre todo de lo retorcidas que pueden ser las personas. Según avanzaba viendo esculturas y alguna pintura más venía a mi el heavy metal. Es la banda sonora perfecta para semejante despliegue artístico.
Una compañera de la sección de libros de la FNAC me había hablado maravillas de Urueña la villa del libro. Y el sábado comprobé en persona que mi amiga tenía razón. Urueña es un pequeño pueblo de la provincia de Valladolid situado casi a 900 metros de altitud con un recinto amurallado que esconde en su interior unas calles acogedoras y repletas de librerías. Tantas que no nos dio tiempo a visitar todas por la sencilla razón de que ya la primera en la que entramos nos cautivo por completo. En El Grifilm puedes perder la noción tiempo - espacio. Una librería de cine cuidada al detalle donde además sonó Tyla en acústico. Que no te digo que me lo mejores, iguálamelo. Estuvimos un buen rato buceando por sus estantes y vi unos cuantos títulos apetecibles. Tantos que una vez que volvíamos a Arrabal de Portillo venían a mi libros que tenía que haber comprado. Pero no me puedo quejar adquirí para regalar tres pequeñas joyas que han encantado a sus destinatarios.
También me encantó la Librería Páramodonde tenían abundante material de ese complicado de encontrar en las librerías corrientes. Si a ambos locales les añades el plus de una decoración exquisita realizada con sumo gusto. ¡Qué más se puede pedir! Sólo tener mucho tiempo para gozar de su catálogo y perderse sin mirar el reloj. Tras visitar otra librería más nos dimos una vuelta por el pueblo, nos asomamos al recinto amurallado para contemplar esas vistas que tanto me gustan de la meseta castellana. Mi propósito es volver con la family porque tanto a Su como a Maialen les va a encantar la villa del libro.
El domingo culminé las actividades programadas con un paseo de 16 km por Tierra de Pinares. A pesar de haber estado en Portillo muchas veces jamás me había adentrado en los pequeños caminos, valles y miradores varios que hay por ese territorio. Y todavía me quedan unas cuantas rutas por descubrir. Espero poder hacerlo pronto y gozarla de nuevo. Como es habitual salpicaré este pequeño relato con las canciones que ha sonado en diferentes momentos por tierras vallisoletanas.