jueves, 18 de agosto de 2022

Jon Batiste. We Are

El pasado mes de abril We Are de Jon Batiste se hizo con cuatro grammys entre ellos el de mejor álbum de 2021. Desconozco si esos premios significan algo hoy en día o si son tan importantes como cuando Stevie Wonder arrasaba año si año también en su gloriosa época de los setenta. De los que estoy seguro es de que Batiste goza de una estupenda reputación en Estados Unidos donde es el director musical del exitoso The Late Show de Stephen Colbert además de poseer una ya larga carrera discográfica. Educado en la prestigiosa Escuela Juilliard la música le corre por las venas. La familia Batiste es muy conocida en New Orleans. Allí creció Jon mamando el crisol de músicas que tiene lugar en una de las urbes más excitantes de Estados Unidos. 

We Are no es su debut discográfico precisamente pero el propio músico ha declarado que como si lo fuese, que es la culminación de todo su ideario musical: rico, variado y la mar de excitante. Una vez te dejas llevar por la propuesta de Batiste estás en sus manos, esas manos que hacen auténticas virguerías con el piano y que además en este álbum explotan en pos de maravillosas canciones. A cual mejor. Y son trece. Diecinueve en la edicion deluxe que ya me gustaría pillar.

El inicio es toda una declaración de intenciones: We Are da título al disco y parece una proclama contundente y entusiasta en este mundo cruel: We Are the golden ones, we´re never alone... Irresistible comienzo que se eleva a los cielos con la entrada de la impresionante nómina de invitados: St Augustine High School Marching 100, Gospel Soul Children, Craig Adams, etc... Precisamente el tema de las colaboraciones merece un comentario aparte porque por el disco desfilan ilustres como Trombone Shorty, Robert Randolph, James Gadson o Steve Jordan. Todos dejan su impronta en excelentes canciones bañadas en gospel, soul, r&b, jazz... Un auténtico manjar configurado de forma precisa y milimétrica sin que el resultado se resienta. Todo lo contrario. Saltas de un tema a otro empujado por un impulso irresistible. Y lo saboreas de tal forma que estás escuchando la segunda: Tell The Truth y te dices esta es mi favorita y cuando llega la siguiente lo piensas de esa y de nuevo con la sucesiva.


 

Además de un consumado pianista, Batiste destaca en tareas vocales; adoro ese falsete que despliega en el inicio de We Are, que es pilar fundamental de ese soul vibrante llamado Cry (un tema donde brilla la pedal steel guitar del gran Robert Randolph) o que se inserta a la perfección en Adulthood tal vez mi canción favorita del álbum. Me trastorna por completo ese inicio tan cool con el bajo marcando el territorio, ese suave falsete al que se le unen los coros, todos te van preparando para la triunfal irrupción de la Hot 8 Brass Band. En el disco también hay lugar para resultones insertos rap como en Boy Hood (con la colaboración de PJ Morton y la aparición estelar de Trombone Shorty) o en Whatchutalkinbout. Otro tema que me tiene loco al igual que Show Me The Way en la que colabora a las voces la escritora Zadie Smith. Aquí también el falsete alcanza cotas muy jugosas. 

Inclasificable pero absolutamente arrebatadora es Movement 11, un par de minutos de excelso lucimiento al piano de Jon Batiste, podría sonar en una escena neoyorquina de una de las mejores pelis de Woody Allen. No me olvido de otra de las cumbres del álbum, sin duda Freedom tiene vocación de himno y como colofón bebo los vientos por las dos últimas: Sing y Until. La primera una de esas canciones poderosas a más no poder porque invita a para lo que esta hecha la música: bailar sin descanso y la segunda porque es una pequeña pieza que evoca toda la grandeza de este disco. Como indica BatisteDedicated to the dreamers, seers, griots and truth tellers who refuse to let us fully descend into madness... Presente.