Termino de ver Loving y me sigue sorprendiendo que lo que se cuenta en el film sucediese en Estados Unidos hace tan poco tiempo. Y es que por muchos libros o ensayos que haya leído sobre la segregación racial, por muchas películas y documentales que haya visto sobre el tema, en definitiva por mucho que indague en este vergonzoso asunto sigue siendo sorprendente. Incluso hoy en día se siguen sucediendo atrocidades impensables en el supuesto lugar de la democracia por antonomasia. Quiero pensar que la situación ha mejorado porque peor sería imposible pero no deja de perturbarme que todavía haya lugares donde suceden esas atrocidades.
En Loving Jeff Nichols nos cuenta con pulso firme, sin estridencias y con un estilo pausado y emotivo sin caer en el pasteleo la historia del matrimonio interracial Loving. Richard y Mildred se casaron en Washington DC porque en Virginia donde vivían esa unión estaba prohibida. Una noche, debido seguro a un chivatazo, el sheriff del condado irrumpe en su habitación y les mete en la cárcel alegando que la ley prohíbe el matrimonio entre personas de diferente color. Para librarse del calabazo Richard y Mildred se deben declarar culpables y no volver a pisar su estado natal en veinticinco años. Se les obliga a vivir en otro lugar. Y esto aunque parezca increíble sucedió hace apenas cincuenta años.
Nichols opta por narrar la película de forma calmada y sosegada incidiendo en la vida tranquila de la pareja cuyo único delito era quererse. El director otorga tanta importancia a los silencios y las miradas como a los diálogos y huye de las estridencias y los melodramas baratos para configurar un film preciso y precioso, encantador, que se apoya en las excelsas interpretaciones de Ruth Negga y Joel Edgerton. Impresionantes ambos. Así, nos muestra con vocación antropológica la vida de dos personas en un entorno rural. Ese aspecto esta magníficamente retratado por Nichols que elige cada plano y secuencia en base a esa premisa pasando de lo cotidiano a lo universal. La película está muy alejada de los filmes con juicios grandilocuentes y se centra en la pareja, sus inquietudes y anhelos, la forma en que reaccionan ante una situación dantesca. Y a partir de lo cotidiano construye un discurso universal y refleja el conflicto social y político que desgraciadamente aunque en menor medida sigue vigente.
Es necesario resaltar la encomiable labor de los protagonistas magníficamente secundados por el resto del reparto. Un acierto que atañe también a los actores en los roles de los abogados que llevan al caso al Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Acertadamente Nichols no rompe la dinámica de la película con su aparición y sigue con su estilo cercano. Ambos actores (Nick Kroll y John Bass) continúan con el tono sencillo de la historia, lejos de los aspavientos tan típicos de los momentos judiciales. Todo un acierto. Nichols es capaz de conmoverte con una película sencilla y cercana en la que sientes que esa historia que te cuentan le podría pasar a cualquiera, incluso a ti.