Siempre me fascinó la historia que escondía la publicación del directo en el Harlem Square Club de Miami. La compañía discográfica en su día no editó semejante artefacto porque rompía con la imagen elegante y para todos los públicos de la que gozaba Sam Cooke. Pero escuchando este glorioso disco queda clarísimo que Sam Cooke podía reinar perfectamente una noche en el Copacabana ante la audiencia blanca más pija de New York y al día siguiente empaparse de contagioso R&B en un tugurio del Bronx, Chicago o Miami como es el caso en uno de esos club sudoroso donde sólo entraban negros. Y en ambas facetas era el puto amo. No hubo nadie como este tío. El más grande. Su registro vocal es digno de estudio. Capaz de moverse con pasmosa facilidad en diferentes tesituras. No me canso de su música jamás y enchufarse Live At The Harlem Square Club siguen siendo lo puto más en mi casa.