En la madrugada de ayer Toronto Raptors se proclamaron por primera vez en su historia campeones de la NBA. Nadie al principio de temporada apostaba por ellos. Eso es lo bueno que tiene esta competición donde afortunadamente no todos los años ganan los mismos ni tampoco las franquicias históricas tiene asegurada su presencia no ya en las finales sino ni siquiera en los playoffs. Los Golden State Warriors llevaban un ciclo muy bueno y parecían indestructibles pero se han dejado dos finales. Una contra Cleveland hace un par de años y la de ayer contra Toronto. Aunque hoy en día tengan muchos haters lo cierto es que es una delicia ver a ese equipo jugar a baloncesto. Pero este año se han encontrado con otro equipo supremo que ha sabido superar todas las adversidades.
Toronto Raptors han ido de menos a más. Tuvieron muchas dificultades para eliminar a Philadelphia (en el último segundo del séptimo partido), remontaron un 2-0 adverso contra Milwauke con desventaja de campo y se han cargado a los grandes favoritos 4-2. Cierto es que siempre se especulará con qué hubiese sucedido si hubiese jugado Kevin Durant pero aún así no creo que haya quitar ningún mérito a la franquicia canadiense. Los Raptors han contado con el mejor jugador de la competición (Kawhi Leonard), el más decisivo en los dos lados de la cancha muy bien acompañado por secundarios sorprendentes (Van Vleet o Powell), veteranos que han cumplido su rol a la perfección (Lowry, Marc Gasol e Ibaka) e inesperadas progresiones (Pascal Siakam).
Para la propia competición la victoria de los Raptors es buena. Mejor que haya alternancia en los ganadores a que siempre lo hagan los mismos, aunque hay que reconocer que los Warriors lo hacían tan bien que da un poco de pena y todo ja ja. Más con la mala suerte que han tenido con lo de Durant. En breve se abre la agencia libre. Y ahí continuará la diversión. A qué equipos irán Irving, Thompson, Marc Gasol, Anthony Davis o mi debilidad Ricky Rubio. Veremos.