Titulada como una de las canciones bandera de Californication, se publica en España Scar Tissue, la biografía de Anthony Kiedis diez años después de que viese la luz en el mercado norteamericano. Cuando la recibimos en la tienda hace un par de meses llamó mi atención porque la edición en castellano corre a cargo de la editorial Capitan Swing una de mis favoritas de los últimos años con un catalogo más que interesante. Pero he tardado en cogerla. Llevo mucho años desenganchado de Red Hot Chili Peppers. Me tengo que remontar al disco Stadium Arcadium, último álbum al que le dí una oportunidad. Después de aquel lo poco que he escuchado de las huestes de Kiedis y Flea ha sido descorazonador.
El verdadero motivo por el que cogí el libro fue por este comienzo: Llevaba tres días seguidos chutándome coca con Mario, mi camello mexicano, cuando me acordé del concierto de Arizona... Antes en la introducción Kiedis nos ha contado en un inicio muy efectista que está a punto de chutarse ozono para tratarse la hepatitis que padece. De modo que a mi me ha ganado. Lo reconozco, me va mucho el tema de las drogas y aquí es el leit motiv principal. Kiedis lo cuenta todo con naturalidad y no agobia con moralina barata. Cuenta su descenso a los infiernos con arrojo y sin ahorrarse nada en el camino.
Supongo que la mano del colaborador Larry Sloman es fundamental a la hora de dotar al libro de un toque literario efectivo. Yo no he podido dejar de leerlo desde que lo cogí. El viaje de Kiedis a las más variadas sustancias se inició pronto, muy pronto. Siendo un niño de apenas de once años se mudó a Los Angeles a vivir con su padre un reputado camello por cuya casa pasaban lo mejor de cada barrio: yonquis, putas, camellos.... Un ambiente ideal para una criatura. Anthonhy pronto probó de todo y cada vez quería más. Las mezclas eran lo suyo: cocaína, heroína, speed, alquitrán negro... A nada le hacía ascos. Es una constante en el libro. Cuando no estaba en la banda y años después estando en una de los grupos más vendedores del planeta y siendo multimillonario.
La cantidad de veces que entra y sale de clínicas de desintoxicación es sorprendente dando lugar a relatos de los más variopintos, casi siempre deprimentes pero alguno divertido de lo surrealista que es la situación como aquel en el que Anthony trepa por una canasta de baloncesto para saltar un muro y darse el piro del centro en cuestión. Minutos después estando en un banco para sacar dinero y fundirse la pasta en drogas observa como le han seguido desde el centro y se ve rodeado. En su mente no está rendirse e inicia una huida condenada al fracaso que terminada con un placaje contundente cortesía de uno de los armarios que le vigilaba...
Aunque el mundo de las drogas con sus buenas dosis de sexo centre muchas páginas del libro también hay lugar para la música. Mientras leía el libro me he vuelto a sumergir en los primeros seis discos de estos locos e incluso le he dado cancha a otra vez a Californication. La lectura de este libro me ha reafirmado en que si hay un elemento clave en la trayectoria de Red Hot Chilli Peppers ese no es otro que John Frusciante. Su contribución fue decisiva en el disco que les catapultó a la fama: Blood Sugar Sex Magik. Y años después su regreso en Californication también supuso un éxito, comercialmente incluso mayor.
Kiedis habla de sus compañeros con cariño sin obviar los desencuentros que son especialmente llamativos con Frusciante tras el éxito de Blood Sugar Sex Magik. Su complicidad con Flea arranca desde muy jóvenes y tenía una conexión especial con Hillel Slovak guitarrista fundador de la banda con el que grabaron dos discos muy golosos: Freaky Styley y The Uplift Mofo Party Plan. El estilo de Slovak también fue pieza fundamental en el sonido de RHCP. Cuando Slovak murió de sobredosis en junio de 1988 a Kiedis la noticia le pilló colocado perdido...
Tenía mucha curiosidad por conocer los entresijos de las grabaciones y he encontrado lo que buscaba como una cachonda anécdota protagonizada por el inefable George Clinton que les produjo Freaky Styley a petición de la banda tras recibir unos honorarios de 25.000 dólares como se encarga de recordar Flea. Por el estudio donde grabaron el álbum se solía pasar un gánster proveedor de cocaína que venía a reclamar su pasta a Clinton el cual se hacía el longis con gracia hasta que halló la solución dejando al tipo en cuestión meter su voz en un corte del álbum para que el ganster con ínfulas interpretativas saciase su dosis de ego.
La grabación del disco Blood Sugar Sex Magik es otro de los puntos fuertes del libro. Anthony confiesa que disfrutó como nunca de la experiencia. Habla muy bien del productor Rick Rubin y de Brendan O`Brien que en ese álbum fue el ingeniero de sonido y confiesa que el éxito del disco no le supuso ninguna insalvable contradicción, es más que no cree que la banda se vendiese en absoluto y estoy totalmente de acuerdo con él. Ampliaron miras y venían cargadas de canciones antológicas.
El libro llega hasta la grabación del disco By The Way aunque no se menciona casi nada de ese álbum. Para cuando Kiedis termina el volumen afirma que lleva seis años limpio pero que casi cada día en ese periodo ha pensado en abandonarse al centro de Los Angeles a volver a colocarse. Una sincera confesión que resume perfectamente el sentir del libro: incluso cuando el adicto cree que ha escapado a su condena, la tentación está ahí acechando todos los días. Desconozco si desde que se publicó el libro Kiedis ha vuelto a las andadas o ha logrado resistir limpio otros diez años más.
El libro llega hasta la grabación del disco By The Way aunque no se menciona casi nada de ese álbum. Para cuando Kiedis termina el volumen afirma que lleva seis años limpio pero que casi cada día en ese periodo ha pensado en abandonarse al centro de Los Angeles a volver a colocarse. Una sincera confesión que resume perfectamente el sentir del libro: incluso cuando el adicto cree que ha escapado a su condena, la tentación está ahí acechando todos los días. Desconozco si desde que se publicó el libro Kiedis ha vuelto a las andadas o ha logrado resistir limpio otros diez años más.