Siempre he sido un tipo fácil. Si una Big Band actúa un viernes a la noche en mi ciudad allí estaré. Es un cóctel que llama mi atención. Potente sección de viento, piano saltarin, guitarras nítidas y concisas y un cantante a medio camino entre el crooner y el rockero de los cincuenta que me recordaba cuando sonreía al gran Kevin Spacey. Todas esas premisas se cumplieron en viernes a la noche en el Antzoki en el estupendo show de Ray Collins Hot Club. Que cuenten conmigo para la siguiente. Me quedé con pena de no pillar algún cd pero no pusieron merchandising.
El show duró más de hora y media y no bajó de intensidad en ningún momento con muchos temas para perder la chaveta y bailar a lo loco en plan txoko libre. Música desinhibida que bebe de las fuentes originales, no se puede negar, pero lo que suma en el caso de Ray Collins Hot Club es que tiene una ristra de temas propios perfectos, al igual que sucede con Royal Crown Revue o Squirrel Nut Zippers. Se puede hacer música anclada en una época en concreto si se tiene material propio a la altura de los clásicos y estos tíos tienen canciones a borbotones.