jueves, 29 de diciembre de 2016

Soul Brothers on Top

El primer disco de soul que entró en mi casa fue Dock Of The bay, the definitive collection, recopilatorio de Otis Redding quizá el cantante más famoso entre la parroquia rockera y el que goza de mejor prensa en ese sector. No cabe duda de que es uno de los grandes del género y que trasciende el estilo. Redding ha sido uno de los intérpretes con más conexiones rockeras, citado a menudo por los grupos de la British Invasion y versioneado en muchas ocasiones.

Supongo que como muchos jóvenes descubrí el soul primero en los discos de mis bandas favoritas. Grupos como The Rolling Stones, The Faces o The Black Crowes entre otros tenían fuertemente arraigados rasgos soul. Versiones y temas propios que bebían de ese estilo con gracia, dándole una vuelta y haciendo que muchos nos interesásemos por un género en el que hay multitud de artistas por descubrir. La veta soul es inmensa y mi viaje por ella está siendo fascinante. No me canso de indagar en la historia de esta música, de leer todo lo que encuentro y sobre todo de descubrir a músicos espectaculares, algunos muy conocidos y otros no tanto que merecen ser aupados a la primera línea.

Un amigo es el que me ha descubierto infinidad de artistas de este estilo, grabandome cantidad de material con el que la estoy gozando. Y que luego termino comprando original. A los músicos más famosos del género más o menos antes o después les acaba conociendo todo el que se interesa por este estilo. Hay otros nombres más tapados, que tal vez no gozan de tanto reconocimiento pero cuya obra merece ser la pena ser reivindicada una y otra vez, esa es mi percepción al menos. Si, Otis era buenísimo pero no menos buenos eran Donny Hathaway, Al Green, Bill Withers, Wilson Pickett, Mavis Staples, Ann Peebles... Y tantos otros que me quedan. La lista aumenta cada día: James CarrOtis Clay, Syl Johnson, Betty Harris, Irma Thomas, Betty Wright... Y muchos que faltan por nombrar, los obvios y un sinfín de desconocidos. Un magnífico libro de Andreu Cunill titulado Espíritus en la oscuridad que me releo estos días me está sirviendo de fabulosa guía para adentrarme en la historia de esta música tan poderosa. Soul Power. Va por el colega en cuestión y por otro amigo que me regaló este libro. 






viernes, 23 de diciembre de 2016

Canciones para el día después de la Lotería, digo de la Salud

Quien más quien menos jugó ayer unos cuantos décimos. La inmensa mayoría fue un poco más pobre. Pero si tienen Salud, con un canto en los dientes. No hay más dicha que esa por mucho que nos vendan la moto. En mi caso juego muy poco, casi nada y por pura ambición. Me considero un tipo afortunado. Esta selección que escribo a continuación sonó ayer en mi casa cortesía de Su. Me dice que presté atención a las letras. Algunas las pillo pero otras debido a mi rudeza y falta total de sutileza me cuestan más. Como no quiero petar este maldito blog voy a poner la primera, la del medio y la final. Cuesta elegir entre tanto tan bueno. Avanti....

Sworn and Broken - Screaming Trees
Like a Suicide - Soundgarden
Better when you´re not alone - The Black Crowes
For the movies - Buckcherry
Merry Christmats Emily - Cracker
You´re still Standing There - Steve Earle & Lucinda Williams
Where did you sleep last night - Nirvana
Nightswimming - Rem
Downtown Train - Tom Waits
Candy - Iggy Pop
Elderdy Woman Behind the Counter in a small town - Pearl Jam
Angelina - Neurotic Outsiders
Hello From Venus - Screamin Cheetah Wheelies
Dopes to Infinity - Monster Magnet
Walls - Tom Petty & Heartbreakers
Suits are picking up the bill - Squirrel Nut Zippers
Zooey Suicide - Nash Kato
Goodbye Mass Jill - Diamond Dogs
Patience - Guns N´Roses
Where the wild roses grow - Nick Cave & Kylie Minogue
Herny Lee - Nick Cave & PJ Harvey







viernes, 16 de diciembre de 2016

Tedeschi Trucks Band. Made Up Mind

Una de las bandas que más ganas tengo de ver en directo es Tedeschi Trucks Band. Harto complicado que este combo se pase por aquí si no es en el marco de algún festival (tocaron en el de blues en Cazorla). Es una banda con muchos componentes, que tiene un status alto en USA y que rara vez salen de allí o si lo hacen recalan en otros sitios de Europa. Sería la hostia verles en un recinto mediano, con buen sonido para deleitarse con la pericia de estos tipos y su lote de espléndidas canciones. Un amigo me comenta que siempre cree que les falta ese paso de grabar un álbum de esos que quita el hipo. Pero ya llevan unas cuantas muescas más que apetecibles. Sin ir más lejos este Made Up Mind. Y Revelator que sigue conservando todo su encanto. 

Made Up Mind es su penúltimo disco de estudio y está cargado con los ingredientes que manejan a las mil maravillas: blues, rock, ese inimitable toque soul, todo ello capitaneado por la fantástica voz de Susan Tedeschi y la guitarra de Derek Trucks, uno de mis hachas favoritos de los últimos 30 años. Y no exagero. En Made Up Mind hay de todo y todo bueno. Algunas canciones serían claros singles en un mundo medianamente coherente pero qué se va a hacer. 

La producción de Jim Scott junto a Derek Trucks es perfecta. De hecho eso es algo de lo que les acusan, de que el asunto suena demasiado nítido, muy elaborado. Yo no le pongo ninguna pega, es más creo que Jim Scott es un ingeniero de sonido excelente con un curriculum espectacular. Pero lo importante son las canciones y en eso nos regocijamos desde la primera que da título al disco. Made Up Mind es una apertura molona, nos pone en ruta con mucha clase con uno de los temas más rápidos y cañeros del disco, con la voz de Susan perfectamente secundada por las de Mike Mattinson y Mark Evans, algo que es una constante en todo el álbum.



La segunda canción (Do I Look Worried) me vuelve directamente loco. Uno de mis temas favoritos de los últimos años. No me la quito de la cabeza. Susan Tedeschi canta siempre bien pero aquí llega hasta el infinito y más allá. Ese comienzo con el piano al que en seguida se le acopla la voz de Susan, va creciendo poco a poco hasta llegar a un final alucinante con Susan dándolo todo acompañada por una apoteósica sección de viento y la efervescente guitarra de Derek Trucks. Tremendo. Madre mía que despliegue. Es que se acaba y la vuelvo a poner. No falla. Escuchar en directo esto tiene que ser la puta bomba.

En contraste con la anterior Idle Wind es otra delicia. Una pieza delicada que empieza con el sonido de la flauta de Kofi Burbridge. Un instrumento a priori poco o nada rockero. Da igual. Aquí hacen que encaje a la perfección. Curiosamente es un tema compuesto por el matrimonio Susan/Derek junto a Gary Louris. Ese es un aspecto que me llama la atención con Tedeschi Trucks Band. Siempre cuentan con varios compositores para muchos de los temas. No sé a que es debido pero la lista es extensa. Por aquí desfilan en esas lides John Leventhal, el mencionado Louris o un tal Erik Krasno que colabora en tres pedazo de temas: Misunderstood, It´s so heavy y Calling Out To You. Esta última cierra el álbum con elegancia supina, tan sólo la guitarra de Derek y la voz de Susan.

El álbum se beneficia de la perfecta compenetración entre toda esta pléyade de músicos. Aunque Susan y Derek sean la cabeza visible de esta banda no menos importantes son los músicos de los que se rodean. Garantía absoluta. Y todos tienen momentos destacables. En el apartado vocal Mike Mattison y Mark Rivers apoyan a la perfección la excelsa tarea de Susan e incluso Mattison se luce con el falsete en Part Of Me, un tema comercial que a mi me encanta. En el disco hay una clara veta soul que en mi opinión gana a la vertiente más rockera. Lo cual no supone ningún problema sino todo lo contrario. Y no puedo terminar sin mencionar a la sección de viento, debilidad particular, con Kebbi Williams al saxo, Maurice Brown a la trompeta y Saunders Sermons al trombón. 



viernes, 9 de diciembre de 2016

Gavin Edwards, Como ser Bill Murray

En apenas dos meses han coincidido en el mercado dos libros dedicados a Bill MurrayYo Bill Murray de Marta Jiménez y Como ser Bill Murray de Gavin Edwards. El segundo me lo acabo de leer y ha sido otro viaje divertido, por momentos alucinante, que me ha servido para conocer más anécdotas delirantes protagonizadas por el bueno de Bill. Edwards colaborador entre otros medios de la Rolling Stone se ha entrevistado con muchos compañeros de reparto de Murray, con directores de sus películas y con algunos de los protagonistas de esas rocambolescas historias protagonizadas por este peculiar tipo. Además entrevistó al propio Bill en el marco del Festival de Toronto de 2014 cuando celebraban el Día Bill Murray. Ahí queda eso.

Si el libro de Marta Jiménez merece la pena el de Gavin Edwards es imprescindible. Está escrito con el estilo adecuado para que todo el universo Murray resplandezca más si cabe. Lo que ves en la pantalla en las películas en las que aparece Murray es pecata minuta comparado con su modus operandi en la vida real. Ahí lo da todo. Si habitualmente una de las críticas más nocivas que les suelen hacer a los actores es que se interpretan a si mismo a Murray eso le parece un halago. Igualito que le sucedía a Robert Mitchum

Edwards estructura el libro en diez capítulos basados en la filosofía Murray. Todos ellos están explicados y salpicados de diferentes anecdotas. Y se hace difícil escoger porque todas son jodidamente buenas. Algunas surrealistas, otras descacharrantes, todas sorprendentes. Voy a contar aquí tres de ellas que tienen relación con la música. Porque la música une a la gente. O al menos así debería ser.

En un largo viaje que Bill Murray tenía que hacer de Oakland a Sausalito el actor entabló conversación con el taxista y este le confesó que era un saxofonista frustado. Su trabajo en el taxi le robaba catorce horas diarias y rara vez podía ensayar. Entonces Murray le preguntó qué donde tenía el saxo y el taxista le contestó que en el maletero. Murray le propuso conducir el mientras el taxista iba tocando el saxo en el asiento trasero. Resulta que el tipo era muy bueno con el instrumento y eso hizo que la situación se alargara. Tanto que Murray invitó a cenar al perplejo taxista que acabó soplando el saxo en un asador de Oakland a las dos y cuarto de la madrugada. Los dos se lo pasaron pipa y Bill declaro: Fue una noche preciosa. Creo que cualquiera hubiera hecho lo mismo. Creo que cualquier persona, en un momento así, conecta y hace algo parecido.



El batería de The RootsQuestlove había escuchado historias sobre las legendarias fiestas de cerveza que Bill Murray preparaba en Williamsburg y sobre otras anecdotas poco comunes del actor. Pero lo que de verdad le sorprendió es que el actor le siguiese a tres sitios raros de Brooklyn donde Questlove ejercía de Dj. Questlove declaró: Yo no me creía que fuera el. Siempre era el último en irse. Eso era lo raro. Estamos hablando de una fiesta de mil personas, y cuando daban las siete de la mañana el seguía ahí.

Mi favorita para el final. Andrew Groothuis trabajó en 2001 como ayudante personal de uno de los actores de la película Moonrise Kindgom de Wes Anderson.  Groothuis llevaba trabajando en el mundo del cine más de ocho años y las estrellas no le impresionaban pero tenía ganas de conocer a Bill Murray porque como confiesa en el libro es uno de los actores por los que pagaría una entrada de cine. 

Groothuis no quería abordar a Bill Murray en los descansos del rodaje porque el actor en esos momentos estaba siempre con su hijo Cooper. El encuentro con el actor no acaba de producirse. Una noche aprovechando que el actor del que era asistente se fue a dormir Groothuis se quedó en el bar del hotel en el que se alojaban. Era de noche y no había nadie excepto él, la camarera y el conserje sentado tras su mesa en el vestíbulo. Groothuis le pidió permiso a la camarera para tocar un poco el piano que había en la instancia.

El asistente comenzó a entonar Thunder Road de Bruce Springsteen y a los pocos segundos de una anexa sala de billares que ni sabía que existía apareció Bill Murray con dos mujeres de mediana edad. El actor se dirigió a la camarera y le pidió que les prepararan unos appletinis para todos. Durante cinco horas el improvisado dúo cantó un repertorio variado, desde Billy Joel, pasando por The FoundationsSpringsteen, y por supuesto todas las canciones que Murray había cantado en sus películas....

En un momento dado Groothuis comenzó a tocar el tema de los monitores novatos de Los incorregibles albóndigas, y el actor estalló en carcajadas... Hasta ese tema era capaz de recordar y cantar Murray. Hacia las cinco de la madrugada Bill comentó que tenía que irse a coger un avión. Antes de partir le dijo a Groothuis: Oye, nunca me acuerdo de los nombres, pero me quedo con las caras. Si me ves en cualquier parte, acércate a saludar.

domingo, 4 de diciembre de 2016

The Rolling Stones. Blue & Lonesome

Cuando me enteré de que los Stones iban a publicar nuevo disco en diciembre me sorprendí. No pensaba que iban a volver a la carga. Creía que se iban a limitar a explotar su legado de forma conveniente con golosinas tan apetitosas como la edición especial de Stripped o reediciones de sus discos clásicos con jugoso material extra. Para su regreso los Stones han vuelto a sus comienzos y han grabado temas de blues. Lo mismo que hicieron hace más de cincuenta años con la sabiduría de unos veteranos que siguen disfrutando de lo lindo. Blue & Lonesome ha resultado delicioso. Un divertimento hecho con sumo gusto, pulido al detalle. No supone ningún riesgo.  Es una receta básica y sencilla. Mil veces escuchada. Mil disfrutada. Y esta es una más. Don Was no va a reventar los parámetros de la producción y ni puta falta que hace. Son los Stones y el Blues. Un viaje apetecible.  

Seguro que algún crítico puñetero habrá escrito que este disco los Stones lo podrían grabar en la hora de la siesta, incluso echándola, y algún otro más cabrón que es ideal para ese momento. A mi me parece delicioso. Jagger canta fenomenal, no lejos de sus mejores años y a los calaveras de Keith Richards y Ronnie Wood les habrá venido al pelo tocar todos estos temas de blues sin estridencias, tranquilamente. De Charlie Watts poco más puedo añadir. Fiabilidad total. Siempre. Los colaboradores son los sospechosos habituales: Darryl Jones (bajo), el eterno Chuck Leavell luciéndose al piano en All Of Your Love o con el hammond B3 en Blue & Lonesome y las apariciones estelares de Jim Keltner a la batería en Hoo Doo Blues y Eric Clapton en I can´t quit you baby.



Al parecer este disco es el calentamiento para otro con material nuevo que saldrá el año que viene. Desconozco si ese dato es cierto pero si no lo es y A Bigger Bang fuese el último disco de los Stones con canciones originales me parecería una despedida fantástica. Un disco a reivindicar. Entretanto este Blue & Lonesome se escucha del tirón con una sonrisa mientras te deleitas con el cabroncete de Jagger que canta y sopla la armónica que no veas. Un tipo invencible. Está fabuloso tanto en los temas mas rápidos (I Gotta Go, Ride´Em On Down o Hate To See You Go) como en los blues cocidos a fuego lento, me vuelve loco en Everybody Knows about my good thing y All Of Your Love. Rara vez suelo escribir tan pronto sobre un disco que se acaba de editar pero es que en el trabajo lo tengo puesto las cinco horas que estoy a fuego. Es que acaba el puto disco y lo pongo otra vez. Bravo por los Stones.



jueves, 1 de diciembre de 2016

Tom Waits. Blood Money

Tres años después de arrasar con Mule Variations el siguiente lanzamiento de Tom Waits en 2002 fueron dos discos simultáneos, Blood Money y Alice, muy diferentes entre sí que no hicieron sino acrecentar su leyenda. Alice era un álbum centrado en la obra teatral del mismo nombre y Blood Money hacía lo propio con otra obra titulada Woyzeck. Musicalmente son bastante diferentes y desde el principio conecté mucho más con Blood Money aunque Alice también es muy bueno pero requiere otros días. Blood Money entra cualquiera. Y tiene alguna de mis canciones favoritas de este zumbado.

Blood Money despega de forma inmejorable con Misery is the River of The World. Una de esas canciones marca de la casa que se te incrustan de por vida. Y que tuve la fortuna de escuchar en directo en su concierto del Kursaal en Donosti hace ocho años. La inspiración continúa en Everything Goes to Hell. Al igual que el anterior tiene una atmósfera peculiar. En ninguno de esos temas como sucederá en algunos más aparece la guitarra eléctrica. Clarinetes, marimbas, campanas, curiosas percusiones son el armamento con el que Waits va tejiendo canciones inspiradas. Baladas de manual Waits como Coney Island Baby o la arrebatadora All The World Is Green con la destacada presencia del clarinete de Colin Stetson. Esta canción podría perfectamente ir en la banda sonora de una película de Woody Allen.





Tras la rasposa y trotona God´s Away on Business, Waits nos regala una delicada pieza, una de esas canciones que podría pertenecer a su primera etapa pero que suena igual de bien con el aderezo de esta: Another Man´s Vine. La instrumental Knife Chase parece sacada de un film de espías psicóticos. Afortunadamente la senda de la delicadeza y la balada que te agujerea el corazón tiene un exponente sobresaliente en Lullaby. De las caóticas y cacharreras Starving in the Belly Of A Whale es tan buena como las dos que abren el disco. 

Pero repito el Waits que rinde a una altura excelsa en este disco es el de las canciones lentas, las baladas. A las ya mencionadas podemos sumar varios ejemplares de postín más, empezando por The Part You Thorw Away, canción a reivindicar hasta el fin de los días, esa miniatura exquisita titulada Woe y un final a la altura de las circunstancias con A Good Man Is Hard To Find. La clase de tema que tiene que estar si o si al final del disco. Después de eso que me den un par de besos y me arropen. Buenas noches. 



lunes, 21 de noviembre de 2016

Marta Jiménez. Yo, Bill Murray

De ser el primer rostro en rompe-taquillas como Los incorregibles albóndigas, El pelotón chiflado o Cazafantasmas a actor fetiche de los directores indies por excelencia como Wes Anderson, Jim Jarmuch o Sofia Coppola hay un trecho importante. Para la mayoría imposible. Para muchos inalcanzable. No para Murray que se ha movido como pez en el agua a lo largo de su extensa carrera en ámbitos tan diferentes. Y lo ha conseguido a su manera. Una forma extraña de ganarse la simpatía de numerosos aficionados y el respeto de muchos directores con marchamo de artistas. 

Groundhog day (aquí titulada Atrapado en el tiempo) supuso un punto de inflexión en la carrera de Bill Murray. La cinta dirigida por Harold Ramis suponía la sexta colaboración entre el director y el actor pero a diferencia de las cinco anteriores Atrapado en el tiempo tuvo mejores críticas y cosechó un buen éxito comercial. Hoy en día es una película icónica en la carrera del actor y recurrente en el acervo popular. Uno de esos filmes que no ha perdido la magia, todo lo contrario, su valor ha aumentado y está más vigente que nunca. Curiosamente esta película enemistó a dos amigos, Ramis y Murray que no se reconciliaron hasta muchos años después. 

Murray tiene una legión de seguidores por todos los rincones del planeta. Desconozco si existen biografías del actor en inglés pero he disfrutado de la lectura de Yo, Bill Murray escrito por Marta Jiménez y editado por Banda Aparte Editores (gran nombre, por cierto). Como se nos avisa en la portada con el cachondo y certero subtítulo: Esto iba a ser la biografía autorizada de Bill pero no le encontramos. Ahí radica uno de los puntos que hacen diferente a Bill respecto al resto de actores hollywodienes. Al parecer Murray no tiene agente desde hace años y localizarle para que acepte un papel en una película es todo un reto. Se dan jugosos ejemplos de ello.

Murray ha construido una carrera alocada con momentos sublimes y películas malísimas pero su carisma permanece intacto. Marta Jiménez nos lo cuenta de forma divertida en Yo, Bill Murray. La autora se hace eco de las hilarantes anécdotas protagonizadas por Bill a cual más cachonda y sorprendente y las salpica con acertados comentarios sobre una filmografía irregular pero con momentos sublimes. Circulan muchas historias sobre Murray por las redes sociales aunque el actor no tenga cuenta en twiter, ni facebook ni nada que se le parezca. Se dice que tapa con las manos los ojos a los transeúntes y cuando estos se dan la vuelta el actor les espeta: Nadie va a creerte. O cuando entra en un restaurante y roba patatas fritas a cualquier comensal repitiendo de nuevo: Nadie va a creerte o como cuando se presentó en las obras de la nueva sede de The Poets House en NY ataviado con un gorro de albañil y se puso a recitar un poema de Emily Dickinson ante la atónita mirada de los obreros...

A Murray la critica no le empezó a tomar en serio o algo parecido hasta que apareció en Lost in Translation de Sofia Coppola, film que gozó en su día de mucho prestigio y que reconozco no me entusiasmo más allá de la interpretación de Bill Murray. Pero el actor debe su fama a cuando a principios de los ochenta lo petó con los alocados flilmes dirigidas por Harold Ramis. Muchos años después de la mano de Wes Anderson apareció en unas cuantas películas que han tenido siempre un aura divertida y el apoyo de cierto sector crítico. 


La autora del libro apunta que Murray tiene la habilidad de haber elegido a lo largo de su carrera jugosos papeles secundarios casi cameos provistos de diálogos certeros que le han hecho la aparición estelar de la película en cuestión. Especialmente destacados los de Ed Wood (Tim Burton) o  Craddle Will Rock (Abajo el telón) de Tim Robbins y absolutamente disparatado pero con un encanto singular el de Space Jam donde hace de si mismo. En realidad según la crítica siempre hace de si mismo a lo que el actor responde que es lo más complicado que hay en la vida. 

Uno de los aspectos más interesantes de Murray es su carácter huidizo e imprevisible. Tras el pelotazo con los Cazafantasmas en 1984 desapareció del mapa cuatro años, algo poco habitual, por no decir inaudito. En pleno éxito y cuando podía haber seguido la inercia de esa película se piró a Francia a estudiar Filosofía y a vivir sin prisas, sin llamadas telefónicas, ni nadie que le diese la brasa. No recuerdo desde cuando no tiene agente pero una de sus máximas es: Las personas que realmente tienen interés en ti acaban encontrándote tarde o temprano. Rock´n roll!!!!


viernes, 11 de noviembre de 2016

Bill Withers. Just Am I & Still Bill

Cada vez que quedo con un amigo a tomar unas cervezas e intercambiar algo de música (he de reconocer que yo salgo infinitamente más beneficiado) siempre me repite que uno de los mejores documentales que ha visto en su vida es Still Bill sobre Bill Withers. Mi colega lo define como las aventuras de un jubileta feliz, en chandal, un tipo que ha sido capaz de componer algunas de las canciones más bellas de la historia y que abandono el tinglado como y cuando quiso. Todavía no he conseguido ver el documental pero mi amigo me grabó sus dos primeros discos en un cd hace ya más de un año y los he escuchado infinidad de veces durante este tiempo. Y terminé por pillarme una edición de 2003 de un sello australiano que me salió tirada de precio.

Bill Withers es un soulman atípico. Al menos musicalmente no tiene mucho que ver con tipos como Sam Cooke, James Brown o Solomon Burke. Su música tiene un componente folk aunque luego el desarrollo camine por otros derroteros. No se dónde está el truco pero este tío tiene un talento especial para componer canciones que te desarman. Temas a los que tienes que prestar la debida atención. Sin hacer nada más en ese momento. Además su forma de interpretarlos atrapa, engancha. Va como in crescendo y tiene unos arranques inigualables.

Just As I Am y Still Bill editados en 1971 y 1972 respectivamente son dos discos básicos en mi dieta desde hace muchos meses. Suelo terminar mis jornadas con ambos. Creo que jamás los he puesto de día. Le vienen perfectos a la noche. El primero producido por Booker T Jones tiene unos cuantos temas excelentes y apunta muy buenas maneras pero el segundo lo pulveriza en segundos. Bill encontró su voz y consiguió un resultado fabuloso que al parece logró en más ocasiones algo que estoy deseando comprobar en breve. 



Cuando Withers publicó Just As I Am (1971) ya tenía treinta y dos años. Con anterioridad había estado nueve años enrolado en la Armada e incluso trabajo instalando lavabos en los aviones en compañías aéreas. De esa época datan sus primeras composiciones que acabarían formando el grueso de este disco. Por fortuna Booker T Jones escuchó unas demos de su luego célebre Ain´t No Sunshine y enseguida quiso conocer al autor y organizar unas sesiones de grabación.

El primer disco de Withers está grabado por un auténtico all star. Stephen Stills (guitarra) Chris Etheridge  y Donald Duck Dunn (bajo), Jim Keltner y Al Jackson (batería) más los teclados del propio Booker T Jones. Me los imagino en la gloria tocando esas maravillosas canciones que componía el Sr Withers. Temas como Harlem, Grandma´s Hands o I´m Her Daddy son un ejemplo de lo que se puede llegar a hacer con una instrumentación sencilla y una forma sentida de interpretar. Qué decir del megaclásico Ain´t No Sunshine. Lo puedo escuchar decenas de veces seguidas. Un disco pausado, que cala poco a poco y que atrae toda mi atención. Siendo sincero tan sólo me sobran los dos temas ajenos a Withers, las versiones de Let it be (The Beatles) y Everybody´s Talkin´(Fred Neil).



Si a priori parece complicado superar un debut prometedor, Still Bill (1972) es todavía mejor. Y no exagero. Lejos de repetir la fórmula de su debut, Withers cambia de músicos, da una vuelta a todo el tinglado y el resultado es arrebatador. Varios elementos nuevos se incorporan con todo el sabor: delicados y precisos arreglos de cuerda realizados por Raymond Jackson, toques funk, el groove que pulula por cada canción y la presencia fundamental de un guitarrista (Benorce Blackman) que da un toque espectacular cada vez que aparece. Me flipa como suena en Who is he (and what is he to you), ese impulso funky que guía Kissin´my love o el cariz jazzy que se apodera de la elegante I don´t Know. 

Los dos éxitos de este disco serán siempre eternos. La sensual e hipnótica Use me que conocí en la acertada versión que hizo Mick Jagger en Wandering Spirit y Lean On Me uno de los temas más entrañables de la historia. Adoro esa canción. La voz de Withers es de esas que merecen ser escuchadas y reivindicadas hasta el fin de los días. No hace falta tener un vozarrón para llamar mi atención, lo que este tipo tiene es una clase infinita, una forma de interpretar personal y arrebatadora a más no poder. Solo hace falta poner una vez más Lean On Me y volar alto. Yo quiero cantar así, joder!!!!!





domingo, 6 de noviembre de 2016

Cracker. Teen Angst

Ayer vino a la tienda un cliente buscando algo de Cracker. No tenía nada de la banda de Virginia y me pidió recomendación. Siempre digo lo mismo, hoy en día en que estamos cerquita de ser sustituidos por algoritmos cuando alguien se toma la molestia de ir a una tienda hay que darlo todo. Y si encima me tocan la fibra sensible y me piden consejo sobre Cracker..... Pues me vengo arriba. Tengo que disimular mi entusiasmo. Y rara vez lo consigo. Todo lo contrario floto, levito. Podría perfectamente ir a la balda en cuestión besar el cd o el vinilo de Gentlemens Blues o Berkeley To Barkesfield cual Jack Black de la vida en Alta Fidelidad.

El problema es que si voy a la balda no encuentro nada de Cracker. Inconcebible, como diría Vizzini. Vivimos en un mundo extraño. Pero hubo suerte y por lo menos en almacén teníamos una referencia que pagada por adelantado viene de un día para otro. Así que le digo al sujeto en cuestión que nos queda la última copia de Live at the Rockapalast por 15 euros, un directo con dos cds y un dvd que grabaron en 2009 en un programa de tv alemán justo cuando presentaban el infravalorado Sunrise in the land of milk. Una joya. Una puta oportunidad. Mi entusiasmo es desmedido. No puede ser de otra forma. Y lo compra. ¡Excelente inversión! Y por supuesto también le dije que Johnny Hickman es el puto amo por si había dudas.



viernes, 28 de octubre de 2016

Julian Maeso. No Earthly Paradise

Hace muchos años si trabajabas en una tienda de discos tenías la oportunidad de escuchar las novedades en cuanto se editaban, recién salidas del horno como quien dice. Era un forma chula de empaparse de nueva música a la par que en otros momentos descubrías incunables clásicos a los que recurrir una y otra vez. Hoy en día es evidente que todo está en Internet pero esta fórmula sigue teniendo sentido para mi. Hoy ha llegado a la tienda Somewhere Somehow el nuevo disco de Julian Maeso. Reconozco que no conocía nada de este sujeto. Tal vez haya escuchado alguna canción en Radio 3 y me sonaba que ha colaborado con muchos grupos ( o eso creo). Me ha gustado la portada y lo he puesto a ver qué tal.... Y a las primeras escuchas me han encantado. Ha sonado tres veces seguidas y me ha dejado un regusto magnífico. Mañana cae otra vez. Mola eso de poner algo por intuición, a ver qué tal sin tener referencias y flipar un rato.


jueves, 20 de octubre de 2016

Van Halen. Women In Love

Tras una involuntaria sobre-exposición al mundo indie, más bien ha sido una abrasión, lo primero que he hecho cuando he llegado a casa ha sido poner a Van Halen a toda pastilla. Esto ha quedado muy popuhead pero es lo que hay. No hay más donde rascar. Van Halen es una de esas bandas que siempre es bienvenida en mi casa. Y más en estos tiempos oscuros que se avecinan, menos luz, más confusión, el indie tratando de reinar... Estos jamás serán portada del RockDeluxe. Un honor, ja,ja. Cada día cambia mi álbum favorito de una las bandas que más se escucha en mi casa. El debut es tremendo, 1984 es una sucesión de singles, Women And Children First tiene temas apoteósicos, Fair Warning es el tapado, Diver Down es la diversión elevada a la máxima potencia... El segundo siempre está en lo más alto de mi ranking personal. Y sin olvidar ese excitante regreso con A Different Kind Of Truth.

Ahí va Women In Love, esos coros antológicos y nunca lo suficientemente reivindicados de Michael Anthony, la cachonda voz de David Lee Roth, el empaque de Alex  a las baquetas y las diabluras de Eddie a las seis cuerdas... Me vuelve loco ese inicio...


viernes, 30 de septiembre de 2016

Back To Vinyl

Diez años después de trabajar en la sección de música de unos grandes almacenes cuyo nombre no voy a mencionar vuelvo al redil. Esto no habla especialmente bien de mi ambición profesional. Pero mentiría si dijese que no estoy contento. Las circunstancias me han favorecido, tengo un buen horario y trabajo en una sección que me gusta. Mi espalda lo esta sufriendo pero doy gracias a que estoy en una forma física envidiable.

Los últimos dos años los he pasado en librería y tampoco me quejo, de hecho si me preguntan esa sin duda, sería mi segunda opción, miento la tercera, la primera sería no trabajar y bajar en albornoz al buzón de casa a recoger el sobre con la pasta porque el Gobierno está haciendo un experimento sociológico para ver si una persona puede estar pongamos diez años seguidos sin trabajar y cobrando el sueldo pero sin pegar un palo al agua. Luego escribiría un libro para contar, que si, que de hecho se vive de traca así. Que no te pido que me lo mejores, igualamelo.

En fin que la primera toma de contacto con la sección tras tantos años alejado de su venta (que no de su compra) ha sido positiva. No corren buenos tiempos para la industria discográfica pero aunque parezca mentira los ha habido peores. Hoy en día casi todo quisqui tiene el puto Spotify (ojalá David Lowery les gane la batalla que les ha planteado) y se compran muchas menos novedades. A cambio sigue bastante fuerte la serie media y ha vuelto el vinilo. No se si con tanta fuerza como algunos se empeñan en señalar pero su presencia es destacable. Queda guay decir que compras vinilo y para mi sorpresa se vende mucho más de lo que pensaba. Porque no están especialmente baratos. 

Desde hace tiempo creo que a la industria discográfica le queda poco tiempo hasta verse reducida a un asunto menor. Mi percepción es que se trata de una cuestión generacional. Los que nacimos en los setenta y ochenta y de ahí hacia atrás estamos acostumbrados al formato físico, cd o vinilo, pero los que nacieron en los noventa y sobre todo en la década de 2000 no han convivido con esta historia y su forma de consumir es diferente. Todo está en el móvil. Desconozco hasta cuando aguantará el sector. Me conformo con diez años pero no lo veo nada claro. Mientras a disfrutar.



viernes, 23 de septiembre de 2016

The Afghan Whigs. Black Love

Siempre me parecieron una banda diferente, inclasificable, una rara avis de esas que no encajan en ninguna escena por mucho que al principio les metiesen en el saco grunge. Lo tenían todo para lograr más éxito del que obtuvieron. En Popular 1 les señalaban junto a Fun Lovin´Criminals y Urge Overkill como el trío con más clase del momento. A mediados de los noventa se incrustaron en mi casa y se quedaron para siempre. Recuerdo leer en el Popu imbatibles entrevistas con Greg Dulli, un tipo la mar de interesante, con un punto de fuga indudable pero con una habilidad innata para componer canciones aplastantes. 


El 8 de marzo de 1996 publicaron Black Love uno de mis discos favoritos de todos los tiempos. Y no es una exageración. El comienzo es perfecto, de esos que das al play de nuevo sin remisión ni escapatoria. Tonight, tonight I say to everyone who loves me, stick it to my enemies tonight then I dissapear... canta de forma dramática Greg Dulli en Crime Scene Part One... Ese tono desesperado va a estar presente en todo el álbum y hace que no puedas dejar de prestar atención a cada canción y te preocupes de lo que te cuenta este sujeto. Así me sucedió desde el comienzo. Las letras son una parte fundamental en esta obra. Lo maravilloso es que están acompañadas de una música que transmite lo mismo pero elevado al cubo. La instrumentación me sigue fascinando veinte años después. Y sigo sin saber cómo describirlo. Simplemente hay que escucharlo y perderse en él una vez más. Repito, tenían canciones a borbotones y estilo para exportar, sin que me recordasen a nadie. Un caso similar a Screaming Trees sin que su música conexión entre sí. Curiosamente muchos años después Greg Dulli y Mark Lanegan juntaron sus caminos en The Gutter Twins. Esa es otra historia.


Escuchar Black Love sigue siendo una experiencia intensa. Por encima de la temática conceptual que tiene su miga está una música evocadora, pasional, llena de recovecos que descubres en sucesivas escuchas. Me alucina como suena el bajo en este disco con momentos esplendorosos en Blame Etc o Going To Town, es imposible no derretirse ante algo tan majestuoso como Step into the light, las guitarras pueden sonar poderosas y con toque funky por igual, siempre perfectas. Un puto diez para Rick McCollum. La aparición del violoncello de Barbara Hunter en Night By Candelight, Going To Town o Faded suma hasta el infinito. Los arrebatos vocales de Dulli son de verdad. Además sin atender a ni un puto canon establecido. Mi favorito acontece en Summer Kiss, con ese pequeño increscendo inicial hasta que Dulli salta todo por los aires con ese Did you feel the breeze? My love, Summer´s kiss is over baby, over.... Me vuelve loco. Es imposible terminar un álbum mejor que con Faded. Pura elegancia. 




jueves, 22 de septiembre de 2016

Fun Lovin´ Criminals. Mimosa

A mediados de los noventa en Nueva York surgió una de las bandas con más clase y estilo que han pisado este mundo. Fun Lovin´Criminals no encajaban en ninguna escena ni falta que hacía. No pudieron triunfar en NY pero lo petaron en el Reino Unido donde siguen teniendo una amplia base de fans tanto que continúan estirando la celebración del 20º aniversario de la publicación de su maravilloso debut: Come Find Yourself. Fieles a su modus operandi. Las nuevas canciones pueden esperar. Si es que las hay. Pronto se les vieron las costuras pero con resultados despampanantes. Aquí está Mimosa. Si no lo has escuchado, hazlo ahora. Estira el verano un poco más. 

Corría el año 1999 y antes de entrar a grabar Loco, la continuación de 100% Colombian, FLC se divirtieron un poco con unas cuantas versiones y sus propios temas en las Schmoove versions... Un rollo lounge music que les quedo chulisimo, venga ya, ultracool que si no lo escribo, reviento. El planteamiento es perfecto y se puede resumir si observas la portada y contraportada del álbum. La situación perfecta para escuchar semejante artefacto.





Las versiones elegidas encajan a la perfección en su particular universo juerguista. Ahí esta ese fabuloso y vitalista arranque con Couldn´t Get It Right (Climax Blues Band) la delicadeza y cachondeo de Shining Star (The Manhattans) o la portentosa Crazy Train (Ozzy Osbourne) llevándose este tema por donde quieren con resultados incendiarios. Impagable escuchar a Huey decir eso de Ay, ay, ay,  Que Cosa Fai?

De su propio repertorio cabe destacar la vuelta que le pegan a su cancionero sin ponerlo patas arriba pero con arreglos diferentes y jugosos como en su megahit Scooby Snacks, como son capaces de transformar Bombin´the L Circa 1956 Version  en una canción tan buena como la titular o lo cachonda que suena We have all the time in the world en su Copacabana Version. En fin que se acaba el verano pero este artefacto es perfecto para estirarlo más. 


domingo, 18 de septiembre de 2016

Trumbo

Basada en la biografía que sobre Dalton Trumbo escribió Bruce CookTrumbo, la película es una aceptable adaptación del mencionado libro. Inevitablemente se quedan cosas en el tintero pero ya sabemos como es Hollywood y lo difícil que es trasladar a la gran pantalla un abundante material literario. El director Jay Roach elige un camino adecuado para sintetizar lo más destacable de la apasionante historia de Dalton Trumbo. Si se quiere profundizar, vista la película lo mejor es leerse el maravilloso libro de Bruce Cook. Algo que recomiendo de todas todas.

La película lógicamente se centra en el momento en el que Dalton Trumbo fue citado ante el Cómite de Actividades Antiamericanas. En los primeros fotogramas se dan pinceladas de la exitosa carrera de Trumbo a punto de firmar el contrato que le convertía en el mejor guionista pagado de Hollywood. El film se centra en el paso de Trumbo por la cárcel y su posterior salida cuando se hace un hueco trabajando para los hermanos King a la sombra, sin que su nombre figurase en los créditos. Y haciendo tan buen y abundante trabajo que pronto conseguirá más empleo para sus colegas represaliados de la lista.

Uno de los aciertos de la película es el casting. Bryan Craston se mete con verdadera devoción en la piel de Dalton Trumbo y es secundado con maestría por Helen Mirren en el papel de la nociva Hedda Hopper, John Goodman en el del productor de serie b Frank King o Dean O´Gorman en el joven Kirk Douglas. Lástima que no se haya sacado el mismo jugo a Diane Lane que a Hedda Hopper. Su personaje debería haber dado mucho más juego. Claro que puedo estar condicionado por la lectura del libro de Bruce Cook donde Cleo tiene mucho peso y protagoniza una singular historia de amor con Dalton Trumbo.

La verdad es que cuando leí el libro de Bruce Cook pensé que había material para realizar una brillante serie de televisión. En esta época dorada para ese medio (sobre todo en Estados Unidos y el Reino Unido) hubiese sido la caña que alguien se hubiese atrevido a contar de principio a fin la historia completa de Dalton Trumbo. En cualquier caso la película es un buen vehículo para conocer una parte muy importante de la historia de este sujeto y recordarnos de paso hasta donde pueden llegar los fachas en este jodido mundo.



lunes, 12 de septiembre de 2016

Stephen Witt. Como dejamos de pagar por la música

En el año 2000 se vendió más música que nunca. La industria discográfica conoció su récord histórico al mismo tiempo que se hablaba del mp3 y del intercambio de música. Los jerifaltes del negocio se creían a salvo de la hecatombe o les daba igual mientras su sueldo estuviese garantizado.  El formato estrella era el cd y no había dudas al respecto. En poco tiempo se iba a quedar obsoleto. Incluso volvería el vinilo. Una época en el que comenzaron a proliferar los programas de intercambio peer-to-peer. Ya no se podían poner puertas al campo. 

Stephen Witt nos cuenta esta historia en How music got free (Como dejamos de pagar por la música) de forma concisa, exhaustiva y brillante. Hace acopio de todos y cada uno de los datos y elige a tres protagonistas activos en el desarrollo de los acontecimientos: Karlheinz Brandenburg, inventor de la tecnología que posibilitó el mp3, Doug Morris, jefazo de Universal Music Group y Dell Glover trabajador en una planta de cds de Universal desde donde filtró a la Red más de 20000 referencias. Witt se entrevistó con todos ellos y más actores de reparto para crear un libro en el explica la historia con de una forma irresistible. Parece una novela negra salpicada de humor e ironía por doquier. 

Witt estructura el relato en base a cada uno de los protagonistas y todos tiene su miga. Comenzando por Brandenburg y su equipo de investigación que logró comprimir el audio hasta el formato que se conoce hoy: el mp3. Además, según Brandenburg y su equipo la calidad de sonido se mantenía ya que el oído humano no puede percibir ciertos sonidos por mucho que ingenieros de sonido o músicos como Neil Young digan lo contrario. Por cierto, Young está casi sordo... Toda esa fase está explicada al detalle a la vez que se hace una semblanza fantástica de todos los implicados con descripciones cargadas de ironía y una retórica irresistible.



En lo concerniente a la industria discográfica las andanzas de Doug Morris darían para otro libro. Witt resalta la capacidad de este ejecutivo para olfatear los éxitos pero deja claro que la industria discográfica ganó los pleitos equivocados y desde su posición en lo alto de torre ninguneó a Brandenburg y su equipo. Había una posibilidad real de haber hecho las cosas de otra forma. Pero ningún sello de los grandes apostó por una alternativa al formato físico y lo que no existía por lo legal pronto fue pasto de internautas de todas las latitudes. Uno de los aspectos más chocantes de este punto es que la RIAA llevó a juicio a muchos consumidores que se habían bajado música. Lo hizo de forma aleatoria, sin criterio, y el resultado es que aunque pillaron a piratas organizados muchas demandas fueron contra amas de casa, niños, personas de toda índole que tan sólo habían conseguido música a través de su ordenador.

Pero la palma en esta historia se la lleva Dell Glover trabajador de Universal en la planta de Kings Mountain en Carolina del Norte. Dell comenzó como trabajador temporal y en una fiesta de la empresa a la que asistió se percató de que la música que sonaba en la discoteca no la conocía y cayó en la cuenta de que así era porque no se había publicado. Alguien había sacado el master de la planta. Dell, apasionado del hip-hop, entre otras muchas y variopintas aficiones, se dio cuenta del filón que había en el filtrado de cds a la Red, comenzó a enredar y pronto se convirtió en el más destacado proveedor de novedades para la plataforma RNS (Rabid Neurosis) además de vender cds y películas piratas antes de que todo quisqui se bajase música de la Red.

La evolución de este personaje es fascinante. Dell no tuvo reparos en filtrar miles de cds de la fábrica donde trabajaba de tal forma que en RNS se podía encontrar el último disco de Eminem o 50 Cent o cualquier novedad quince días antes de que se publicara. También cualquier disco de fondo de catalogo que el consumidor quisiera se podía conseguir. Dell burló los sistema de seguridad una y otra vez. Filtrar los discos le proporcionaba un subidón considerable y ser el primero era un reto que le fascinaba. 

El libro además me ha servido para conocer las andanzas de unos cuantos raperos ya que su auge y delirio sin parangón coincidió con el apogeo de esta historia. Vamos a despedirnos con uno de esos tipos que se hizo de oro cuando se vendían millones de copias, cds a mansalva:



jueves, 1 de septiembre de 2016

Pink Floyd. Pulse

Una de las bandas que más escuchaba a principios de los noventa eran Pink Floyd. Les descubrí a finales de la década anterior gracias a mi tío Julio. Cuando iba al pueblo en verano y me montaba en su coche lo que sonaba el 90% de las veces era The Wall. Además, mi tío les había visto en Estadio Vicente Calderón en el 88 y hablaba maravillas de aquel show. No se cansaba de poner la dichosa cinta y al final acabó atrapándome. Después mi primo Oscar me grabó A Momentary Lapse of Reason, que tenía en vinilo y el directo del año posterior, Delicate Sound of Thunder que también tenía en ese formato y el veneno floydiano se acabo extendiendo. Profundicé más en su carrera y flipé con Dark Side of The Moon y Wish you were here. Eso sí, reconozco que jamás conecté con toda esa primera y esplendorosa etapa que según los puristas es lo más. Me sobra casi todo lo que he escuchado con Syd Barrett y prefiero mil veces que David Gilmour lleve la voz principal a que lo haga Roger Waters. Sacrilegio total para los sibaritas floydianos. Pero como no van a leer esto, allá películas.

El 25 julio de 1994 de chiripa tuve la fortuna de ir a verles en directo con mi tío Julio y Nuria. No era un concierto previsto en mi agenda. No estaba al alcance de mi maltrecha economía. Fui de rebote. Mi primo Oscar tenía la entrada pero compromisos laborales le impidieron ir y me dio la entrada. Yo en aquella época estaba a años luz del laboro. ¡Que buenos tiempos! A cambio le compré algún disco pero salí ganando de calle. Menudo truhán. 



He tenido la fortuna de asistir a centenares de conciertos pero en mi vida he escuchado un sonido tan perfecto como el de aquella noche. Precisamente de eso les acusan en ocasiones a Pink Floyd, de ser demasiado perfeccionistas, muy fríos, de que todo suena en su sitio... No sé... Yo aquella noche aluciné. Comenzaron con Shine On your Crazy diamond y perdí la chaveta por completo y sin drogas, algún porrillo, de acuerdo. Fue la combinación de música excepcional, un conjunto de luces como jamás he vuelto a presenciar y la excelente compañía de Julio y Nuria lo que me elevó a las alturas. Recuerdo con nitidez como a mitad de concierto o tal vez más, salió del medio del campo de fútbol una bola iluminada mientras sonaba no me acuerdo qué canción que me dejó flotando un buen rato. Mi tío que me observaba y se regocijaba mientras con la mirada me decía, lo ves, ya te lo decía yo que ibas a flipar....

En fin que todo esto viene a que hoy me he puesto Pulse un dvd que compré mientras curraba en aquellos chuscos almacenes cuyo nombre no mencionaré que recoge la gira de presentación de The Division Bell un apreciable disco que aunque no llega al nivel de sus grandes obras de los setenta yo no calificaría como basura como lo hizo el puñetero de Roger Waters. De hecho recuerdo que en el concierto de Donosti sonaron unos cuantos temas de ese álbum como High Hopes, Take it back o What do you want from me que al igual que On the turning away o Learning To fly o  a mi me sonaron a gloria y no desentonaron entre tanto clásico. 



En el dvd de Pulse, por cierto exquisito, se recogen unos cuantos temas de la era post-Waters más todos esos clásicos imprescindibles, canciones que no me cansó de escuchar nunca como Shine on your crazy diamond, Speak to me, Money, Time, The Great Gig in the sky o Wish you Were here. La calidad de sonido e imagen de este artefacto es lo que uno espera de una banda con fama de cuidar todo hasta el último detalle. Y ver aquello en directo fue todo un privilegio y una experiencia que no olvidaré jamás.