Somebody Up There Likes Me fue la segunda película en la que intervino Paul Newman y la que lanzó su carrera. En España para variar fue estrenada bajo un título que no se acercaba ni de lejos al original: Marcado por el odio. Así la conocí yo cuando era un canijo en el correspondiente pase televisivo. Es de esas pelis que te marcan de pequeño y que vista treinta años después no ha perdido un ápice de su grandeza.
He empezado escribiendo que esta fue la segunda película que protagonizó Paul Newman porque de su debut, El cáliz de plata el primero que reniega es el propio Newman. Hasta tal punto que es conocida la anécdota de que cuando se estrenó en televisión el actor compró un espacio en prensa para pedir disculpas por semejante ataque contra el séptimo arte. El actor no la soportaba y es cierto que debe ser horrible pero sin lugar a dudas se redimió con creces con su siguiente film. Somebody Up There Likes Me es una película repleta de fuerza que engancha desde los primeros fotogramas.
En la silla del director se sentaba Robert Wise y eso fue casi siempre garantía de calidad. Lo notas desde los primeros fotogramas. Se ve una panorámica de una sucia calle en Nueva York y ahí aparece huyendo por primera vez de la policía un Rocky Graziano que no llega ni a adolescente. Con un bonito montaje el siguiente que aparece en esa misma calle es un joven Graziano (ya interpretado por Newman) de nuevo perseguido por la pasma. Y es que la película es una lucha constante del protagonista por encontrar un sitio en el que encajar, algo que le aleje de la delincuencia y de problemas mayores.
Para resarcirse de su penoso debut en el cine Paul Newman da vida de forma brillante a un tipo siempre a punto de estallar, en ebullición pero que poco a poco va evolucionando sin perder ese punto de efervescencia. Y Newman se mueve a la perfección en todo el film. Una de esas interpretaciones que se me quedaron grabadas a fuego en mi infancia. Además la película cuenta con actuaciones muy buenas de Pier Angeli, Sal Mineo o Harold J. Stone. Uno de esos films que puedes ver en cualquier momento sin que haya perdido un ápice de vigencia.
Para resarcirse de su penoso debut en el cine Paul Newman da vida de forma brillante a un tipo siempre a punto de estallar, en ebullición pero que poco a poco va evolucionando sin perder ese punto de efervescencia. Y Newman se mueve a la perfección en todo el film. Una de esas interpretaciones que se me quedaron grabadas a fuego en mi infancia. Además la película cuenta con actuaciones muy buenas de Pier Angeli, Sal Mineo o Harold J. Stone. Uno de esos films que puedes ver en cualquier momento sin que haya perdido un ápice de vigencia.