A
principios de los noventa tras la retirada de Magic Johnson y Larry Bird
la NBA estaba en su máximo esplendor
y seguía creciendo y creciendo. Ambos jugadores habían elevado la competición a
su pico en todos los sentidos y su legado continuaría con el que después ha
sido considerado el mejor jugador de todos los tiempos: Michael Jordan. Jordan
irrumpió a mediados de los ochenta y se coronó en los noventa. Cuando me empecé
a interesar por la NBA mi equipo
favorito eran los Boston Celtics
pero tras la retirada de Larry Bird
los de Massachussets pasaron una travesía por el desierto sin oler los puestos
de playoffs unos cuantos años seguidos. Y como toda la vida he sido un
chaquetero y más en la NBA me hice
de los que ganaban siempre: los Bulls
de Chicago.
En aquellos
años seguí todas las hazañas deportivas de Jordan
y cía pero todo el tema extradeportivo no me interesaba demasiado. No ha sido
hasta años después cuando he desarrollado mi gusto por la carroña y derivados.
Y en todos los ámbitos de la vida hay lugar para tales menesteres. Y la
biografía de Jordan desde luego no
es una excepción. Sobre su vida conocía de pasada su afición por el juego, la
escabrosa muerte de su padre y su retirada y paso por el béisbol pero me
faltaban muchos detalles que esta biografía recoge de forma ágil y amena. Felicidades
a su autor, Máximo Jose Tobías.
Un asunto
especialmente atractivo es la apuesta de Nike
por Michael Jordan. Llámalo visión,
llámalo suerte pero lo cierto es que esa empresa dio en el clavo contratando en
1984 a un debutante en la NBA. Lo
que ha generado para esa marca Jordan
es incalculable o más bien seguro que los contables de dicha empresa lo saben
bien. Aquí se cuenta la frase más famosa y que lo cambió todo en el marketing
deportivo, aquello de ¿Qué van a hacer ustedes por Michael Jordan? Así, con chulería. Nike acertó y les ofreció lo que andaban buscando y finalmente
convirtieron a Jordan en un icono
publicitario.
Su paso
por el béisbol está muy bien detallado. Se sigue especulando porque Jordan se tomó aquel hiatus cuando
estaba en plena forma. Y las razones sólo las conoce el propio Jordan. En el libro se cuentan su
periplo con el bate de béisbol que fue un fracaso para un tipo tan competitivo
como Jordan. Su carácter competitivo
está perfectamente descrito desde sus tiempos en North Carolina. Un jugador que quería constantemente mejorar en
todas las facetas del juego sin conformarse con ser un saltarín imparable por
su tremendo fisico.
Y lo que más
me ha llamado la atención es que su carácter competitivo y su autoexigencia la
hacía extensible a los demás a los que quería exprimir a toda costa para
obtener la victoria. A Pippen en sus
comienzos se las hizo pasar putas y cuando ya fue su compinche y llegaban
jugadores nuevos Jordan y Pippen se repartían los papeles de poli
malo y poli bueno. Eso en el mejor de los casos porque otras era simplemente
poli malo, poli puto peor. Por no hablar de lo rencoroso y vengativo que era.
Cualquier afrenta de jugador, periodista o entrenador se le quedaba grabada al amigo
Jordan y cuando podía: Zas!!! Y casi
siempre podía. El que sería escudero fiel en el futuro Ron Harper dijo una vez cuando era su rival: Bueno, Michael nunca
me ha metido cincuenta puntos a mi. Para todo hay una primera vez, sentenció Jordan. Lo siguiente que supo Harper
cuando jugó contra el es que Jordan
llegó a los 55 puntos.
Como he
escrito a Jordan lo que le
interesaba era ganar y que sus compañeros fuesen duros e implacables como él. De
hecho Jordan siempre dijo que aunque
la plantilla con más talento en la que había estado fue la de su llegada a
Chicago, era eso talento, les faltaba el gen competitivo. Una de mis anécdotas
favoritas se dio con Bill Cartwright
un pívot que vino sustituyendo a Charles
Oakley que fue traspasado a pesar de la oposición de Jordan. Bien, MJ le hizo
la vida imposible a Cartwright al
que se rumoreaba que le pasaba balones que no podía controlar e incluso se
comentó que le había boicoteado entre el resto de sus compañeros. Bill Cartwright ni se achicó ni se cortó un
pelo y abordó a Jordan y le informó
de lo que podía pasarle al que jugaba con el pan de sus hijos. Una amenaza que
dio sus frutos. Cartwright se ganó
el respeto de Jordan. El libro está
plagado de momentos similares. A mi a veces me parecía que estaba leyendo
extractos del guión de La Chaqueta metálica llevados al
basket.