En los ultimos años hemos tenido la fortuna de asistir al feliz regreso de unos cuantos músicos olvidados por diversas circunstancias. Sin duda el comeback más apabullante fue el de Solomon Burke con Don´t give up on me pero hay algunos más que merecen la pena. Uno de ellos es I can´t stop de Al Green. La principal diferencia entre ambos es que mientras el gran Burke conoció el éxito de refilón en los sesenta y setenta, siendo un músico más influyente que gozando de popularidad, Al Green disfrutó de unas ventas estratosféricas en una serie de discos producidos por Willie Mitchell, creador del distintivo sonido del sello Hi Records. Pero a finales de los setenta y tras un dramático incidente con una exnovia que le arrojó puré de maíz hirviendo en su cara para luego suicidarse frente a él con un arma del propio Green el amigo Al dio un giro a su carrera. Continúo grabando discos de soul pero sin Mitchell en los mandos y se centró más en temas religiosos siendo reverendo de la iglesia Pentecostal. Como tantos otros acudió a la llamada del Señor.
Tras varias tentativas a finales de los ochenta su verdadera vuelta se produjo de la mano de nuevo de Willie Mitchell. Según leí en una entrevista el productor llevaba veinte años insistiéndole a Green para que volviese al soul como antaño. En un momento en el que Willie Mitchell lo estaba pasando muy mal por las muertes de su hermano y su esposa además de estar internado por la diabetes, finalmente Green decidió ayudarle y la mejor forma de hacerlo era volver a grabar material juntos. Y el resultado es tremendo. En el disco I can´t stop de 2003 la voz de Al Green sigue ahí, en todo su esplendor con ese falsetto tan inimitable y con poderío cuando hace falta. Y los ingredientes que la rodean son garantía segura de éxito reuniendo a prácticamente el mismo equipo de los discos de los setenta con el guitarrista Mabon Teenie Hodges, el bajista Leroy Hodges, el grupo vocal Rhodes-Chalmers-Rhodes y la sección de vientos The Royal Horns.
El disco grabado en el mítico estudio Royal de Memphis es una continuación del trabajo de los setenta con un Green en plena forma regalándonos momentos inolvidables. No hay grandes novedades ni falta que hace. El inicio con I can´t stop invita al bailoteo como lo hace Play to win o I´d still choose you. Ya podían sonar temas así en las discotecas y no la mierda que sueltan sus bafles. Su vena romántica está a la altura de sus mejores tiempos. Imposible no caer rendido ante temas como My problem is you o Rainin´my heart. He mencionado el equipo que rodea al maestro y vuelvo a insistir en ello porque los coros del grupo vocal Rhodes-Chalmers-Rhodes son vitales para elevar las canciones más si cabe. Desde el diseño del álbum hasta el contenido un regreso con mucha clase. Un álbum perfecto para esta noche de viernes.